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1696 Words
-¿Qué? ¿Qué me harás? -pregunté mirándola totalmente confundida y con miedo. A ella hay que temerle. Mis ojos se abrieron desmesuradamente, cuando de su estuche de maquillaje sacó un pinza para sacar las cejas, tragué en seco al ver sus intenciones. -Espera, espera, espera. -la detuve mirándola horrorizada y ella enarcó una de sus cejas esperando que hablara. -¿Qué locura harás conmigo? -fruncí el ceño. -Te voy a depilar las cejas. -Dijo como si fuera lo más obvio del mundo. -Es que pareces un hombre con esa uniceja, de verás, no miento. -dijo divertida ganándose una fulminante mirada de mi parte. -No dolerá, en serio. -asentí no muy convencida. Tomó un pequeño vello de mi ceja y lo arrancó sin piedad. De mi garganta salió un grito de dolor y mis ojos se cristalizaron, mientras ella solo reía. Luego de media dolorosa hora arreglando mis cejas, estaba al fin lista y libre del infierno que estaba viviendo, me miré en el espejo y no pude creer lo que estaba viendo. -¿Qué demonios? Mis cejas. -murmuré detallando cada parte de mis cejas. -ahora están... ¡Delgadas! -la verdad es que no me veía tan mal, me veía un poco más... ¿femenina? Podría acostumbrarme, pero en este momento solo me veía rara. -Quedaste de impacto, muñeca, los sorprenderás a todos. Y esto es solo el comienzo de una gran transformación. -levantó una de sus cejas, la miré y negué con mi cabeza. -¡Oh, Dios! te odio tanto. -grité frustrada. -Lo sé. Ya me tengo que ir. -caminó hasta la puerta de mi habitación y se fue no sin antes guiñarme un ojo. Mi amiga sí que está loca, pero así la quería, me levanté de mi cama para ver de nuevo el vestido muy detalladamente, era la primera vez que gastaba tanto dinero solo en un vestido que quizá utilizaría una vez. -Quizá este cambio tenga buenas consecuencias después de todo. -sonreí maliciosa sin apartar la mirada del vestido rojo. . . Llegué a mi casillero con el peor de los ánimos, ni siquiera tenía ganas de venir a la preparatoria, no después de una semana en la que Sophie se encargaba de tratarme como si fuera su muñeca, con su estúpida transformación que sabía que no traería nada bueno, mañana era la tan esperada fiesta y ya estaba estresada. -¿Cómo te preparas para mañana? -preguntó Sophie a mi lado, levantando sus cejas una y otra vez, puse mis ojos en blanco a la vez que respiré profundo, calmando mis ganas de pegarle en la frente. -¿Qué cómo me preparo? Esa pregunta debería hacertela yo a ti ¿Cómo me preparas? Soph. -ella rió mientras me lanzaba una mala mirada. -Por suerte nadie ha notado aún mis cejas por mis anteojos.  El timbre sonó por todo el lugar, indicando que empezó la primera clase, a paso rapido nos dirigimos al salón en donde estaban todos nuestros compañeros, no les presté mucha atención a su desorden porque hablaba muy entretenida con Soph mientras llegaba la profesora de ciencias. -¿Y? ¿qué te dijo Joseph? -dijo con complicidad tocando mi muñeca, mis mejillas se incendiaron de sólo pensar en su invitación a la fiesta y sabía que mi alocada amiga tenía mucho que ver al respecto. -Iré con él a la fiesta. -hice una pausa para mirarla a los ojos. -Claro que también contigo. -sonreí. Justo en ese momento llegó Austin, tomándonos por sorpresa y arruinando la paz que había conseguido los últimos minutos. -Hola rata de biblioteca. -mi vista se nubló cuando me quitó mis gafas, sentí mis mejillas ardiendo de la rabia que sentía. -Devuelveme mis gafas. -dije entre dientes furiosa, ya me estaba levantando para acercarme a él y darle un puñetazo en su rostro. -Pero que humor, nerd, ahora uno ya no puede divertirse un rato, toma tus lentes los necesitas más que yo. -me los tendió y cuando se los iba a arrebatar de su asquerosa mano, los dejó caer al suelo. -Ups, se me cayeron que torpe soy. -comencé a temblar cuando la rabia aumento en exceso por todo mi cuerpo y más aún cuando se burló con sus amigos, recogí mis lentes y sin hacer o decir alguna palabra me senté en mi escritorio. No se dan una idea de cuánto lo odio. -No le hagas caso a mi hermano, con eso sólo demuestra lo infantil y poco hombre que es. -ella tenía tanta razón, pero frunci el ceño molesta conmigo misma por no hacer nada para defenderme, aunque de cierto modo hacía bien al no rebajarme a su nivel. -Lo se Soph, es un idiota. -solté con rabia mientras lo veía lanzandole dagas con la mirada. -¿Quién es un idiota? -preguntó una voz detrás de nosotras sobresaltándonos. -Oh, Joseph. Que susto me diste. -dije tocando mi pecho donde debería ir mi corazón, le sonreí sin mostrar mis dientes. -Lo siento nena ¿Cómo estas? -beso mi mejilla. -Bien y ¿tu? -Pregunté mientras sacaba los cuadernos que necesitaría de mi mochila. -Bien, pero ahora mejor. -me guiño un ojo y no pude evitar sonrojarme. Últimamente me estaba sonrojando más de lo que quisiera y eso me frustraba. -Si, no importa, ignórenme, Sophie siempre es ignorada. -dijo Soph limpiando dramáticamente sus lagrimas imaginarias, yo negué con la cabeza, damas y caballeros la reina del drama. -Ay, pero que dramática, ¿cómo estas Soph? -preguntó Jos dándole un beso en la mejilla. -Ahora si les interesa como estoy - dijo fingiendo estar ofendida. -Estoy bien. -Rió haciendo un ademán restandole importancia y yo me uní a su risa. -Me alegro, nos vemos ahora chicas. -Besó de nuevo mi mejilla y se fue con sus amigos, no hace falta decir que son los populares. Pude notar como Austin nos miraba a cada rato, obviamente porque no era bien visto que un popular como Jos estuviera entablando una conversación con la nerd del salón, por eso siempre le decía a Jos que mantuvieramos nuestra distancia. -Buenos días clase, hagan silencio y saquen sus libros, comenzó la clase. -dijo la profesora con una sonrisa contagiosa. Las clases pasaron más rápido de lo normal, cosa que agradecí, pues no aguanto al imbécil de Austin molestandome cada vez que tiene oportunidad. Estaba en el estacionamiento junto con Joseph, esperando a Soph que estaba con su novio haciendo quién sabe que cochinada. -Julieth ¿te puedo decir algo? -preguntó Jos con una voz dulce y muy cerca de mi. -¿Ah? -lo miré nerviosa. -Si, claro, lo que quieras. -Me gusta mucho tu mirada. -me sonrió y mis nervios se pusieron de punta al imaginar que había visto mis nuevas cejas. -también tus labios sonrosados. -rozó sus dedos con mi labio inferior logrando que mis mejillas se sonrojaran y mis piernas temblaran. -Y, para nadie es un secreto que tú me gustas, Julieth. -lo miré directo a sus ojos celeste. -Jos, yo... - murmuré, no sabía que decir, me había dejado muda con esas palabras que jamás la había escuchado de un chico hacía mi. -No digas nada, sé que no quieres tener novio y blah, blah. -me tomó de las mejillas para acariciarlas con sus pulgares. -Vamos a intentarlo, pequeña, no perderemos nada. -me dedicó una de sus lindas sonrisas. -Piensalo ¿vale? -asentí no muy convencida, Jos me abrazó tomándome por sorpresa y tarde más de lo que debería en corresponder, justo cuando lo hago llega mi escandalosa amiga. -¡Ay, pero que hermosa escena! -dijo aplaudiendo con una grande sonrisa, nos separamos rápidamente, como si de pronto nuestro tacto quemara y mi amiga tenía cara de tonta enamorada. -Se ven tan lindos. -Alargó. Jos me miro y sonrió. -¿Nos vamos Sophie? -pregunté desviando el tema, ya esta situación se estaba tornando incómoda para mi. -Si tú quieres. -dijo rodando los ojos. -Bien vamos. -iba a abrir la puerta de mi auto, cuando Joseph me tomó del brazo para girarme hacia él, haciendo que quedáramos a pocos centímetros uno del otro, sin verlo venir estampó sus labios con los mios por unos segundos en los que sentí que me iba a desmayar. Necesito oxigeno. -Hasta mañana, futura novia. -murmuró sobre mis labios, mientras yo lo veía con los ojos abiertos de la sorpresa, ni siquiera me dio tiempo de decirle algo y se fue dejandome con el corazón a punto de salirse, no podía moverme al pensar en una sola cosa. Ese fue mi primer beso. MI PRIMER BESO, j***r. Me giré para entrar al auto aun sorprendida, pensando una y otra vez en lo que acababa de suceder, miré a mi amiga quien me veía tan sorprendida como yo. -¿Qué. Fue. Eso? -me preguntó sin cambiar su expresión. -No..no lo sé. -tartamudeé, no podía dejar de pensar en sus labios sobre los mios. -Mi primer beso. -murmuré con la mirada perdida, tocando mis labios. -Wow, que intenso. -soltó una carcajada que resonó por todo el auto y yo solo asentí con la cabeza dándole toda la razón. -¿Vamos? -volví a asentir. Encendí mi auto por inercia y conduje en silencio perdida en mis pensamientos hasta llegar a casa de Sophie para dejarla y luego a la mía. Subí las escaleras rápidamente como si fuera perseguida por un demonio y me encerré en mi habitación para terminar de procesar lo ocurrido. -¿Qué demonios hizo? -murmuré para mi, mientras tocaba de nuevo mis labios pensando en mi primer beso, ni siquiera fue como lo había imaginado. Quería que mi primer beso fuera especial, pero sobre todo correspondido y él prácticamente me lo robó. ¿Debería pensar en tener algo con él? ¿Ser novios? Pero yo no siento lo mismo por él, a pesar que ha sido tan lindo conmigo y lo que menos quiero es lastimarlo, nunca me lo perdonaría. -¿Qué hago? -Murmuré, mientras me lanzaba a la cama con los brazos abiertos mirando el techo, como si este tuviera la respuesta a tantas preguntas que terminarían volviéndome loca. Cerré mis ojos y caí en un profundo sueño.
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