Prólogo
De sólo pensar que estoy con ella gracias al estúpido plan de los idiotas de mis "amigos", j***r, no la merezco, pero la quiero y soy un maldito egoísta.
Pero sino fuera por ese plan, jamás me hubiese acercado a ella, no me hubiera dado cuenta que mis sentimientos no murieron, ni hubiese conocido la maravillosa mujer que se ha convertido detrás de esa fachada de nerd.
Me acerco hacia mi auto con las intenciones de irme de ese lugar, necesitaba estar solo, necesitaba pensar en toda esta basura, pero de pronto tropiezo con la persona que menos quería ver, el culpable de todo, Luke.
Creo que lo invoqué.
—Hey viejo ¿A dónde vas tan apurado? —suspiré con frustración de sólo escucharlo. Tan entrometido como siempre.
—No es tu maldito problema. —murmuré irritado sin mirarlo, quería marcharme de ahí y a este punto ya me estaba haciendo acabar con la poca paciencia que me quedaba.
—Oye, no me trates así, tu mal humor no es mi culpa. —se tocó el pecho haciéndose el ofendido, y ahí murió mi paciencia.
Imbécil.
Ganas no me faltaban de estampar mi puño en su ojo, respiré profundo antes de cometer una locura, ahora no quiero problemas.
—¡¿Que no es tu culpa?! —dije casi gritando en su cara y agradecí que estuviéramos afuera de la escuela, sino me llevarían a detención y eso empeoraría las cosas. —¡Tú tienes la maldita culpa, tú y Dave, por haber pensado ese "maravilloso" plan de enamorar y utilizar a Julieth para que me pasara las respuestas! ¿Para qué? ¡Para no ir a las malditas clases de verano, pero yo soy más idiota aún, por haber aceptado! —sin darme cuenta mi tono de voz fue aumentando conforme escupía cada palabra, lo estaba culpando por todo, quería liberarme y de qué manera.
Pasé mis manos por mi cabello despeinándolo y las dejé en mi nuca, estaba frustrado, molesto, pero más molesto conmigo mismo, me dí media vuelta para seguir mi camino hacia mi auto, pero me detuve en seco cuando la ví ahí, parada a pocos metros más allá de mí. Sus ojos estaban abiertos más de lo normal al igual que su boca, lágrimas se escapaban de sus ojos y no hubo nada más que me doliera que verla así.