Vlad estaba en su casa de la villa que Marco le había regalado en Emrystiel, en el escritorio de su despacho, atendiendo a un querubín capitán de una de las tantas legiones de ángeles, el cual le estaba rindiendo un informe sobre la última misión en una galaxia en donde reinaban fuerzas oscuras que no eran de conocimiento ni de los mismísimos demonios, que tanto se jactaban de ser los seres más oscuros del universo. -Ese tema lo podrías haber tratado con Miguel, él es el que se encarga de esos temas, le dejé su puesto de general de la milicia celestial – dijo Vlad. -Lo sé, su alteza, pero creí que a usted le interesaría saberlo - respondió el querubín, apenas logrando hacer contacto visual con el nefilim, que tenía la misma mirada intimidante de su progenitor, pero para nada malvada -,