Sariel despertó, esta vez sintiéndose diferente. No sabía qué era lo que sentía exactamente, percibía algo diferente en ella, en su aura, en todo ella, pero no podía saber qué era. Volteó a mirar a Marco que seguía aun dormido, boca abajo, con Dorev durmiendo en su espalda. Sonrió enternecida ante tal escena. Dorev, que apenas tenía tres años cuando lo adoptaron, se había acostumbrado a dormir con ellos ocasionalmente, y aunque ya era un niño grande, a veces cuando no era capaz de quedarse dormido por las fluctuaciones climáticas que afectaban a algunas hadas, dormía con ellos, ya que le gustaba aquella sensación de paz y tranquilidad que le daba Sariel apenas le tocaba la cabeza. El niño hada fue el segundo en despertar, y sus hermosos ojos pardos se conectaron con los azul cielo de Sa