-Sariel, por favor, háblame - suplicó Vlad, mientras ella entraba a sus aposentos seguida de sus damas. -Déjennos solos, por favor - pidió la rubia a las mujeres, y estas hicieron caso, no sin antes cuchichear entre sí que ellas también desearían quedarse a solas con tan gallardo joven en una habitación. -Sí sabes que es muy inapropiado que como reina te quedes sola en tus aposentos con un hombre que no sea el rey ¿verdad? -Pues ya que insistes en que te hable, no puedo hacerlo frente a las damas, nadie aparte de nuestros hermanos, Merlín y Marco sabe que nos acostamos hace cinco años – se sienta en su escritorio, organizando el papeleo que tenía que revisar en sus funciones como reina consorte, que no era más sino coordinar obras de caridad -. Todo el mundo piensa que llegué virgen