Capítulo III: Traicionada

2540 Words
Esa noche, Roberta buscó a su madre, y cuando la encontró miró sus ojos con firmeza —¿Qué pasa, nena? ¿Quién te ha hecho enojar? —Quiero deshacerme de la maldita Ámbar, no me importa lo que cueste, no me importa nada, ¡La quiero muerta! Agatha la miró impactada, alzando las cejas muy sorprendidas, pero luego su rostro se convirtió en felicidad, sonriendo con malicia —Déjalo todo en mis manos, pero convence a Arturo de que nos ayude. Roberta asintió con rapidez. Al día siguiente los tres se reunieron en una cafetería lejana a la casa, no debían bajo ningún motivo estar cerca, para no levantar sospechas. Agatha dijo que ellos se encargarían de la primera fase del plan, que consistía en la infidelidad —Para que, Augusto odie demasiado a Ámbar, y pueda pensar en rehacer su vida contigo, debe estar despechado, dolido, odiar a Ámbar hasta los dientes, y así, él podrá abrir las puertas de su alcoba a ti, mi cielo, de lo contario, solo será un hombre triste que buscará por mar y cielo a Ámbar. —¡Nunca! Nunca lo permitiré —dijo Roberta —Bien, una vez que todo salga como lo queremos, ella irá tras él, y ahí, seguirá mi parte del plan, pero eso será mi problema. —¿Y que haré yo? Porque estoy seguro de que Augusto me correrá de la empresa, y no dejará que esté cerca nunca más. Roberta sonrió —Ahí me encargaré yo, tú vendrás a pedir perdón a tu querido amigo, y después, yo diré que te intentaste matar, por la culpa, entonces, Augusto no soportará el remordimiento y la compasión, y te volverá a emplear, diremos que Ámbar fue la causante de todo, ya lo verás, todo saldrá bien. —No te preocupes Arturo, de todas formas, yo tendré dinero suficiente para darte —dijo Agatha—. No necesitarás volver a trabajar en tu vida. Arturo sonrió, pensando en la bonanza que le esperaba. Cuando Arturo y Roberta se fueron, un hombre llegó hasta ese lugar, se sentó frente a ella —Ahora, sí, señor Bruno, dijo que, a cambio de su silencio, recibiría un dinero, pero también dijo que trabajará para mí ¿Es así? —Así, mero, lo dije y lo sostengo, dígame, para que soy bueno —dijo el hombre, ella le miró con algo de desprecio, era un hombre de pueblo, pobre, y mal vestido, pero era la mejor opción para su crimen —Le daré dinero, para usted y otros hombres que debe conseguir, quiero que se encarguen de matar a alguien —dijo como un susurro Bruno se enderezó al escucharla y tragó saliva, él nunca había matado a nadie, tampoco conocía a gente capaz de hacer algo tan cruel, la mujer le tendió un sobre, y cuando lo abrió, sus ojos se engrandecieron, era mucho dinero —Y te daré el doble, para ti y tus cómplices, luego, a ti, por tu ayuda, te daré cinco millones de euros, ahora debes darme el video de la muerte de Blanca. El hombre sintió que temblaba, lo tenía en su móvil, pero no sabía si debía dárselo —¿Y cómo sé que me dará esa lana? —¿No te he dado ya un sobre con dinero antes? —Sí, pero esto es para lo que quiere que haga, de esto, no me ha dado nada. —Mira, Bruno, tómalo, dame el móvil, y te aseguro, que serás tan rico que no volverás a trabajar nunca más en la vida. El hombre temía de la mujer, después de todo él miró como a sangre fría había matado a una persona, respiró y sacó el móvil dándoselo. —¿Hay copias? —¿Cómo? Agatha asintió, sabía que era un tipo muy tonto para saber de tecnología, luego sonrió y le explicó detenidamente el plan que debía llevar a cabo. Cuando Bruno se fue, Agatha tomó el móvil y reprodujo el video de aquel día «En el video se apreciaba a ella misma, en un bote junto a Blanca, ninguna llevaba chaleco salvavidas, parecían estar peleando, pues voces berreando se escuchaban, se observaba como Bruno, que era el encargado de supervisar el lago, se acercaba a ellas con lentitud —¡Eres una traidora! Una miserable, pero a partir de ahora no volverás a ser mi amiga, nunca, ¡Te odio! Puedes quedarte con Fernando, todo lo que te ha interesado es el dinero, pero lo que no sabes, es que él no tiene ningún dinero, yo soy quien tiene toda la fortuna Parma en mis manos, y nunca le daré un solo euro para ti, te quedarás como siempre has estado, pobre y miserable. Blanca intentaba tomar los remos para volver al muelle, cuando de pronto, Agatha sacó una jeringa y le inyectó una sustancia en el cuerpo, era un poderoso sedante, y la mujer comenzó a moverse de forma irracional, hasta que Agatha la hizo caer al agua, y simplemente la dejó ahogarse, sabiéndose descubierta por Bruno lo amenazó con su pistola, y le obligó a ser su cómplice y mantener el secreto, pero el hombre había grabado eso, y después la chantajeó» Esa noche, Ámbar esperaba a su esposo, tenía una reservación sorpresa en un hermoso restaurante, quería contarle la noticia de que esperaban un bebé, Ámbar recibió una llamada de Roberta, pidiendo si podría verla de forma urgente en la empresa, porque había tenido un problema, Ámbar sabía que Roberta recién había comenzado a trabajar ahí, y se preocupó porque estaba llorando, decidió ir por ella, así ahí mismo vería a su esposo y lo llevaría al restaurante. Antes de irse, observó como su padre bajaba el cuadro de la boda de sus padres del salón principal, lo iba a reemplazar por un retrato de él y Agatha, y eso fue como una puñalada en su corazón, ella le miró con un gesto triste —¿Qué miras? Encárgate de tus asuntos. —¿Por qué te has vuelto un hombre tan cruel, padre? —Porque me da la gana, ahora lárgate de mí vista, ¡He dicho que no quiero verte! —exclamó con el odio centellante en sus ojos, ella le miró impactada —Es una tristeza que hayamos llegado a esto, antes me amabas, y ahora pareces despreciarme con fervor, pero, lo peor es que estás matando todo el amor que tenía para ti en mi corazón. Fernando estaba mirando al retrato de Agatha y él, y luego la miró —No me importa, por mí puedes matar todo tu cariño, por mí podrías estar muerta, ¡Nada de ti me importa! —exclamó con los ojos llenos de odio Ella le miró con un gesto desamparado y prefirió irse, sus palabras siguieron doliéndole en su interior, sin saber cómo enfrentar el desprecio de su propio padre. Cuando llegó a la empresa, pudo calmarse, subió hasta el piso, donde la esperaba y recibió un mensaje de Roberta, que le indicaba que la esperaba en la sala de juntas, al entrar, Roberta no estaba ahí, sin embargo, Arturo sí —Hola, Arturo, ¿Has visto a Roberta? —No —dijo y titubeó algo nervioso —¿Te pasa algo? —En realidad, sí, necesito decirte algo —dijo y su voz le parecía tan ansiosa, ella sintió como tomó sus manos entre las suyas, y se veía tan nerviosa, Ámbar no lo entendía —¿Qué sucede, Arturo? Estás asustándome. —Escúchame, debo confesar todo, o explotaré. Ella le miró atónita —Bueno, dime. —¡Te amo! Y necesitaba decirlo ahora mismo. Ella se tensó, intentó alejarse, mirándolo con mucha confusión —¿Enloqueciste, Arturo? Soy una mujer casada —sentenció —¡Nada me importa! —exclamó él y de pronto acunó su rostro, besándola, ella luchaba por alejarse, pero el hombre era fuerte, e intentó apremiar el beso De pronto la puerta se abrió, y Augusto abrió ojos enormes, al lado de Roberta que también exclamó incrédula —¡¿Qué demonios es esto?! —gritó Augusto con rabia —¡No! —gritó Ámbar—. No es lo que parece… —Sí, somos amantes, Augusto, lo hemos sido por mucho tiempo Ámbar se quedó atónita ante esas palabras —¡Eso no es cierto! Entre aquí, y este hombre me hablo de amor, me besó a la fuerza. —¡No mientas más, Ámbar! —exclamó Roberta, dejándola paralizada y Augusto miró a la joven con gran dolor —¿Qué dices? —preguntó Augusto a Roberta —La verdad es que Ámbar y Arturo son amantes desde hace tiempo, pero, no podía decírtelo, ella me amenazó, lo siento, Augusto —dijo Roberta Ámbar estaba boquiabierta, incrédula, casi llorando, no podía creer lo que su amiga, su casi hermana decía de ella —¡No es cierto, por Dios, Augusto! Sabes bien quien soy yo. El hombre se veía desesperado, decepcionado y furioso, de pronto, le dio tal bofetada que la hizo caer al suelo, ella no podía creerlo, ¡Su amado marido la había golpeado! Sollozó al sentir ese duro golpe —¡Maldita zorra! Todo este tiempo no he hecho más que amarte, darte lo mejor de mí, ¿Para qué? ¡Solo eres una puta barata! Una traidora, te quiero fuera de mi vida para siempre, ¡Quiero el divorcio! Ella lloró, observó a Roberta y pudo ver esa sonrisa burlona en su rostro «¿Quién era ella?» pensó, ya no lo sabía Observó a Augusto irse, y Roberta fue con él, ella se levantó, Arturo estaba congelado, solo viéndola con estupor, pero Ámbar no tenía tiempo, corrió tras Augusto, necesitaba hablar, decir la verdad, que le creyera solo esa vez, a pesar de que todo ya estuviera arruinado, en su mente solo quería limpiar su nombre. Ella fue al estacionamiento, ellos se habían ido en el auto, ella tomó el suyo, intentó alcanzarlos y manejó de prisa, pronto los perdió, el camino se desdibujaba ante sus ojos, por culpa de las lágrimas, no podía evitarlo, y de pronto, observó un auto detenido, con el que casi choca, alcanzó a frenar, de pronto alguien abrió su puerta, y hombres a punto de pistola la hicieron salir y subir a otro auto, ella gritaba, pero fue inútil, la subieron con rapidez a un coche, donde la vendaron y ataron, ella sentía el pánico en su piel, no podía respirar, sentía que se volvería loca o que se desmayaría, nada de eso pasó, sintió cuando la llevaban y la pusieron sobre una silla, ella chillaba y solo sentía la presencia de esos hombres caminando alrededor de ella. Pronto escuchó los pasos sobre la madera, esta vez parecían como unas zapatillas de mujer, no estuvo segura, pero sintió esa cercanía De pronto le arrancaron la venda de los ojos y de la boca, cuando sus ojos se pudieron adaptar a la luz, la imagen que tuvo frente a ella la aterrorizó —¿Agatha? —balbuceó con estupor —Hola, mi querida niña —dijo mientras lanzaba una siniestra carcajada —Mira como acabaste, pobrecilla, igual de tonta que su madre. —¿Por qué lo haces? —exclamó sollozando —¡Porque te odio! Has tenido todo desde que naciste, cuna de oro, dinero fácil, no te has tenido que esforzar para nada, mientras yo, ¿Sabes cómo llegué hasta aquí? —dijo con rencor—. Mate a tu mamita querida, ¿Quieres verlo? —las pupilas de Ámbar se dilataron al observar cómo su madre era asesinada por esa mujer, en la pantalla de un móvil —¡Te odio! —sollozó Agatha se burlaba de ella con crueldad —Y ahora es tu turno, mi amada Roberta ya te dejó sin marido, todo fue nuestro plan, que fueras a la empresa, que Arturo te besara, que Augusto te viera justo a tiempo, y la traición que Roberta te dio al final, fue brillante, yo le dije que lo hiciera, ahora, ¡Estás acabada! Morirás y nadie te buscará porque todos los que juraron amarte ahora te odian, y es gracias a mí, yo le dije a tu padre que tú no eres su hija, ¿Por qué crees que te odia tanto? Cree que tu madre le fue infiel, por eso ha sido mi amante por años, porque cree que ella lo engañó primero, yo soy una hiedra, pajarita, he crecido entre tus rosas, y ahora no podrás salvarte de mí veneno. Agatha se fue y Ámbar tuvo pavor, de pronto la liberaron, pero fue en vano, porque sintió esos golpes tan duros sobre su cuerpo frágil, patadas en su abdomen, y ella gritaba por piedad, ¡Su bebé moriría! No podía defenderlo, cada golpe era más fuerte, ella gritaba, suplicaba, hasta que sintió que alguien pateó su cráneo, y sintió que estaba aturdida, mareada, tenía un ojo morado, su nariz sangraba. El tiempo pareció ir tan rápido, de pronto sintió unas manos grandes que la tomaban, sentía que estaba en una especie de tela, que la cubría, ella no podía ver, intentó removerse, sus piernas estaban atadas, sus manos también y su boca cubierta, supo entonces que iba a morir. Bruno ató bien el saco donde la había puesto, la llevó al mar, y la tomó en sus manos, respiró profundo, pensaba que era ligera como pluma y eso le costaba menos para lanzarla al mar, sentía temor, algo de remordimiento, pero pensó en su hijo, esa mujer no era nada suyo, poco le importaba, su hijo, en cambio, era todo lo que debía importarle, quería darle una vida mejor, y no caer de nuevo en la miseria que siempre había estado, la lanzó al mar, y regresó en el bote a la orilla. POV Ámbar «El agua moja mi cuerpo, no puedo evitarlo, voy a morir, ha llegado mi final. Dios salve mi alma, ¿Habrá un lugar para los mártires? ¿Habrá un reino para los traicionados? ¿Acaso Dios escuchará las plegarias de los oprimidos? ¿Habrá algún día justicia para los inocentes? Siento que el oxígeno me abandona, no tengo más que veintitrés años, ¡Devuélvanme mi inocencia, era mía! ¡Devuélvanme mis ilusiones! Muero, abandono el mundo, voy a las penumbras, dejó esta tierra manchada de sangre, donde un padre odió a su hija, donde un amante no creyó en su amada, donde una amiga se convirtió en una maldita, donde la hipocresía, la maldad y el odio se vistieron de una mujer, lastimando a otra mujer. No habrá una tumba que lleve mi nombre, mis heridas permanecerán abiertas, los recuerdos felices me destrozan, peleo todo el tiempo. Dios le dé descanso a mi alma. Cierro mis ojos, y veo esa luz, ¡Qué brillante luz! Puedo imaginar el mismo universo, es como si las estrellas fueran un camino ante mis ojos, es un puente luminoso, puedo caminar en él, puedo no sentir dolor. ¿Dónde estoy? ¿Acaso es el paraíso de los cuentos de hadas? Tal vez, he sido perdonada, tal vez mi alma ha sido salvada, ahora estoy en el reino de los buenos, o solo he muerto»
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