Cuando Rita regresó a la mansión Daniel le preguntó.
_ ¿Dónde has estado todo el día?
_ Distrayendome.
_ No estamos aquí para eso.
Rita vio que Daniel tenía una marca de beso en el cuello, él debía haber salido a jugar con alguna mujer, ella le dijo.
_ Me parece que tu has estado haciendo lo mismo así que no me digas nada.
_ Mañana partiremos, asegúrate de descansar, no sabemos cómo va a ser nuestro viaje.
_ No te preocupes, lo tendré en cuenta.
Rita estaba sudada y llena de arena después de ir de un lugar a otro por la ciudad y de visitar la playa, así que se fue a su habitación a darse un merecido baño antes de que los llamaran para cenar.
Al entrar a su habitación Rita vio sus ropas bien dobladas y limpias sobre la cama, ella las puso en una silla y busco algo para ponerse en el armario, ella sacó un vestido gris con decoraciones de flores rojas, era ligero y fresco, perfecto para el calor que estaba haciendo.
Ella fue al cuarto de baño y después de darse un merecido baño se cambió, ella estaba terminando de peinar sus cabellos cuando una de las criadas tocó su puerta anunciando que la cena ya estaba lista.
Después de la cena se despidieron, cada uno volvió a su habitación, al día siguiente marcaharian muy temprano así que debían ir temprano a dormir.
Al día siguiente Rita se puso sus habituales ropas negras, en las fundas que llevaba atada a la cintura y a las piernas enfundó sus cuchillos y en su espalda enfundó sus dos espadas gemelas, sus preferidas para pelear.
Todos se reunieron en la entrada de la mansión. Cuando Rita llegó, se estaban ultimando los últimos preparativos para el viaje. Había un carruaje que se veía maltrecho y viejo, los sirvientes estaban cargando algunas cuantas cosas, Rita le preguntó a Daniel mientras señalaba con desprecio aquel carruaje.
_ ¿Dime que no iremos en eso?
_ Lamento informarte que si, ese es nuestro transporte, el señor Beker ha dicho que así pasaremos desapercibidos.
_ Yo dudo que lleguemos a las afueras de la ciudad sin que esa cosa se haga pedazos.
_ Él dijo que aguantara, que a pesar de su apariencia es un buen carruaje.
Rita miró a Daniel y le dijo.
_ Mis ojos me muestran otra cosa.
El señor Beker estaba dándole un abrazo a su hijo un poco retirados de ellos y le susurró algo al oído a Asiel, Rita y Daniel tenían muy buen oído y podían escuchar a ciertas distancias sin embargo parecía que el señor Beker ya sabía eso porque su voz había sido tan suave que ellos solo escucharon el murmullo de sus palabras sin llegar a entender nada
Antes de que Asiel se subiera al carruaje su padre le puso una mano en el pecho y le dijo.
_ Que tengas un viaje seguro y sin contratiempos.
_ No se preocupe.
Contestó Rita mientras estaba detrás de ellos, con un macuto con provisiones en su mano.
_ Llevaremos a su hijo sin ningún problema.
El señor Beker suspiró y respondió.
_ Eso esperó.
Asiel subió al carruaje y Rita se subió con él en el interior, Daniel tomó las riendas de los caballos ya que al parecer querían que fuera un viaje discreto y no había chochero. Pronto se pusieron en marcha rumbo a las afueras de la ciudad y a la ciudad de Kang.
A medida que se fueron alejando de la ciudad de Bratis Asiel comenzó a tensarse en su asiento, parecía algo nervioso y se veía muy pensativo. Rita no dijo nada hasta que hubieron recorrido un largo trayecto.
_ ¿En qué piensas?
Le preguntó apartándose un mechón de pelo de la cara.
_ En lo largo que es el viaje a la ciudad de Kang.
Era una responsabilidad casi sincera, Rita sabía cuándo le mentían y en ese momento no le pareció que fuera el caso.
Ella sonrió y le sostuvo la mirada.
_ ¿Te preocupa que te pueda pasar algo en el camino?
_ Mi padre dice que ustedes son los mejores en lo que hacen, pero a mí me cuesta un poco creerlo, se ven demasiado jóvenes a mi parecer.
_ A veces las cosas no son lo que parecen, hay personas corpulentas, grandes que intimidan con su sola presencia, de las cuales se piensa es un gran guerrero, debe ser muy fuerte, pero la realidad es otra, a veces son personas que ni siquiera pueden cuidar de sí mismas, también hay personas como yo, hermosa y de apariencia delicada, pero tan peligrosa y mortal como una víbora de cascabel, a veces la belleza misma puede ser un arma si sabes cómo utilizarla.
_ Mi padre me dijo lo mismo sobre ti, que me mantuviera alejado, que tú hermosa apariencia solo era un engaño.
_ ¿Y tú qué piensas de mí?
_ No te conozco, así que no lo sé.
Después de decir eso Asiel no volvió a abrir su boca hasta que el carruaje se detuvo y preguntó.
_ ¿Por qué nos hemos detenido?
_ No lo sé.
Rita se asomó por la ventana, ella no vio ningún peligro así que bajó del carruaje y le preguntó a Daniel.
_ ¿Por qué nos hemos detenido?
_ Pronto empezará a oscurecer, será mejor que busquemos un lugar para pasar la noche.
_ Estoy de acuerdo contigo, se lo diré a Asiel.
Rita se asomó al interior del carruaje y le dijo.
_ Buscaremos un lugar para pasar la noche ya que pronto comenzará a oscurecer, puedes bajar a estirar las piernas si quieres.
Asiel le hizo caso a Rita, sentía las piernas entumecidas de estar sentado durante tantas horas.
Cuando hubieron montado el campamento y Daniel ya estaba preparando la cena Rita se sentó junto a Asiel quien no paraba de ver a su alrededor, temeroso como si fueran a atacarlos en cualquier momento, Rita le dijo.
_ No tienes que tener miedo, he revisado los alrededores, es seguro, además aún falta mucho para llegar al bosque de Faren, se supone que es ahí donde se esconden los bandidos, además estoy a tu lado, no dejaré que te pase nada, te lo prometo.
Rita puso su mano sobre la de Asiel, él pudo sentir los cayos en sus manos por el uso de la espalda, él sabía que para tener unas manos así debía pasar mucho tiempo practicando con la espada, él se sintió un poco más tranquilo, con una sonrisa ella le dijo.
_ Así que relájate, todo estará bien.