Asiel intentó calmar un poco sus nervios, esa era la primera vez que su padre le encomendaba un asunto tan importante como lo era ir a la ciudad de Kang, él quería cumplir con sus expectativas, no quería defraudarlo, quería que todo saliera bien, sobre todo por qué lo que tenía que entregar en la ciudad de Kang era algo sumamente importante, su padre se lo había repetido tantas veces antes de su viaje que lo único que había logrado era que se sintiera más nervioso.
Daniel los llamo para cenar, Asiel volvió al interior del carruaje para intentar dormir un poco, sin embargo la calor era casi asfixiante así que no tardó en volver a salir, Daniel se había acomodado en el suelo y parecían dormir, él se acercó a ellos con una manta, la tiró en el suelo y se acostó cerca de ellos usando su brazo como almohada.
_ ¿No puedes dormir?
Le preguntó Rita en voz baja para intentar no despertar a Daniel mientras jugaba con un cuchillo.
_ No, hace mucha calor, el interior del carruaje es sofocante.
_ Me imaginé que así sería, pero como entraste en el carruaje después de cenar no quise decir nada.
_ ¿Tú tampoco puedes dormir?
_ Estoy de guardia mientras Daniel duerme, ¿Te puedo hacer una pregunta?
_ Puedes hacer la que quieras, que la conteste es otra historia.
_ ¿Qué vas a hacer a la ciudad de Kang?, No llevas dinero, ni joyas, ni objetos preciosos, se me hace raro que el hijo de un mercader viaje con tanto sigilo cuando no lleva nada de valor consigo.
Asiel se quedó en silencio, Rita supo que no obtendría ninguna respuesta de su parte, ella le dijo.
_ Supongo que no me lo dirás.
_ No necesitas saberlo.
Asiel se dio la vuelta y le dijo.
_ Buenas noches.
Al día siguiente Daniel los despertó cuándo comenzaron a salir los primeros rayos del sol. Comieron algo rápido y reanudaron su viaje, Daniel y Rita se turnaban para conducir el carruaje, Daniel iba dentro del carruaje, sentado frente a Asiel mirando a través de la ventana, contemplando el paisaje.
Después de varias horas de silencio Asiel se sintió aún más incómodo que cuando había estado con Rita y quiso hacerle plática, él le preguntó.
_ ¿Tú y Rita son pareja?
Su pregunta captó la atención de Daniel, él lo miró directamente a los ojos y respondió.
_ Para nada, solo somos amigos.
_ ¿Tienen mucho tiempo de conocerse?
_ Si, desde que éramos niños.
_ Ustedes son guerreros Kiniry, ¿Verdad?
_ ¿Tu padre te lo dijo?
_ No, pero lo deduje por el color de sus ojos, se dice que solo los guerreros Kiniry de sangre pura tienen los ojos grises.
Daniel se rió y le dijo.
_ No todos tienen los ojos grises.
_ Lo sé, también escuché que hay personas normales que se convierten en guerreros Kiniry, pero que sus habilidades nunca llegan a ser iguales a las de un guerrero de Kiniry de sangre pura.
_ Hum... Un guerrero se define por sus habilidades, por su fuerza y no por su sangre, por lo menos es lo que pienso yo.
_ ¿Entonces son guerreros Kiniry?
_ Si.
_ ¿En verdad viven en una aldea oculta en las montañas?
_ Si.
_ ¿Por qué ?
_ Si algún día encuentras quien te contesté esa pregunta me avisas, yo me la he hecho miles de veces, pero sigo sin encontrar quien me de la respuesta.
Rita detuvo el carruaje, Daniel abrió la puerta y le dijo.
_ Me despido, cambio de lugares.
Daniel se bajó del carruaje tomando el lugar de Rita, cuando ella se subió al carruaje preguntó.
_ ¿Cómo han ido las cosas con Daniel por aquí atrás?
_ Bien.
Esa noche pararon en una posada, donde Daniel compró forrajes para los caballos y algunas provisiones para el camino.
Ellos pidieron solo dos habitaciones, Asiel pensó que Rita se quedaría con Daniel sin embargo se llevó una gran sorpresa a la hora de repartir las habitaciones, Daniel le dio la llave a Rita y le dijo.
_ Partiremos mañana temprano, asegúrate de no quedarte dormida.
_ No lo haré.
Daniel se metió en su habitación cerrando la puerta, Asiel le preguntó.
_ ¿Y yo dónde me quedaré?
_ Que no es obvio, conmigo.
Asiel sabía que era así, sin embargo había deseado que fuera una equivocación ya que le dijeran que había otra habitación para él.
Rita abrió la puerta de la habitación y al ver que Asiel no entraba le preguntó.
_ A qué esperas.
Asiel obligó a sus pies a moverse, en cada paso que daba sintió como si se dirigiera a la guarida de un lobo que estaba esperándolo para ser devorado.
Tras cruzar la puerta Rita la cerró, la habitación era pequeña, solo había una cama lo suficientemente grande como para que durmieran dos personas, una pequeña mesita en un esquina y una ventana.
Rita se dirigió a la ventana pasando a su lado, la habitación estaba caliente y era sofocante por el calor que hacía, ella abrió la ventana y sintió alivio al sentir una cálida brisa acariciar su rostro.
Asiel se quedó quieto, inmóvil sin saber qué hacer. Rita comenzó a quitarse sus armas.
_ Hay un baño detrás de esa puerta.
Le dijo Rita mientras señalaba con la mano.
_ Puedes entrar a refrescarte primero si quieres.
Asiel se sentía pegajoso por haber sudado tanto, él sacó un cambio de ropa de su bolsa de viaje, se metió en el pequeño cuarto de baño y se lavó lo mejor que puedo con un cubo de agua que había dentro.
Cuando salió vio a Rita colocando todas sus armas sobre la pequeña mesita, sin mirar ella dijo.
_ Eso ha sido rápido.
_ He dejado un poco de agua para ti.
_ Gracias, ahora iré a lavarme, odio estar tan sudada.
Rita sacó un camisón de su bolsa, se metió en el cuarto de baño y salió un rato después, ella llevaba un pequeño y ligero camisón de seda blanca, sus cabellos planteados caían como una cascada por su espalda y por sus hombros. Se veía hermosa. Simplemente hermosa, Asiel quedó con la boca abierta, por un momento sintió que todo lo demás se volvía borroso y solo quedaba ella de pie frente a él, brillante y hermosa como la luna.