Rita siguió aquel hombre con sigilo, hasta una estrecha calle empedrada con casas amontonadas, aquél hombre entró a una taberna y como Rita solo llevaba puesto un camisón y una bata tuvo que esperar entre las sombras a que aquel hombre saliera.
Después de un rato él salió y Rita lo siguió, ella estaba aburrida de estar asechando entre las sombras, así que atrapó aquél hombre y lo arrastró a un callejón vacío, apretó una de sus dagas contra su cuello y preguntó.
__ ¿Quién eres?
Aquel hombre se retiró la capa que ocultaba su rostro, era Asiel.
__ ¡Asiel!
__ ¿Que crees que haces y vestida de esa manera?
__ Yo podría preguntar lo mismo.
__ Primero podrías retirar tu daga de mi cuello.
Rita bajo su daga y le preguntó.
__ ¿Que hacías aquí?
__ Eso no te importa, ¿Por qué me seguías?
__ Has salido de tu casa como un ladrón, te veías sospechoso y por eso te seguí.
__ Ya vez que no soy un ladrón, así que vuelve por donde has venido.
__ ¿Y si no quiero?
__ Entonces quedate aquí, yo me largo.
Rita le bloqueó el paso y le dijo.
__ Voy a descubrir que hacías aquí, te lo aseguró.
Asiel la rodeó y dijo.
__ Buena suerte con eso.
Mientras Asiel se alejaba Rita sonrió, ese chico le pareció interesante, deseaba desvelar sus secretos y romper esa actitud arrogante que tenía.
Ella volvió a la mansión del mercader, ella escaló hasta su balcón, al entrar en la habitación Daniel la estaba esperando.
__ ¿Dónde estabas?
__ Sali a dar un paseo.
__ ¿vestida así?
__ ¿Que quieres Daniel?
__ Recordarte las ordenes que nos dio la matriarca, nuestra misión es proteger al hijo del señor Beker, así procura controlarte y no hacerle nada.
__ Si, no te preocupes, no lo he olvidado, y ahora vete, tengo sueño.
Daniel se levanto, camino hasta la puerta y le dijo.
__ Buenas noches Rita.
Una vez sola Rita se tiró en su cama, estaba cansada así que no tardo en quedarse dormida. A la mañana siguiente saco un vestido verde con pequeñas flores blancas en el pecho y en la falda. Poco después alguien toco su puerta, era la misma sirvienta que les había atendido el día anterior, Matilde.
__ El señor Beker le espera para desayunar.
Rita estaba terminando de hacerse una trensa y dijo.
__ Ahora iré.
Antes de que la sirvienta se marchará, Rita le dijo.
__ Podrian lavar mis ropas, están mojadas y sucias.
Matilde recogió las ropas que estaban tiradas en una esquina de la habitación y dijo.
__ Por supuesto señorita, las tendrá listas por la noche.
__ Gracias.
Cuando Rita llegó al comedor se quiso sentar junto a Asiel, pero Daniel ya le había ganado el lugar, así que tuvo que sentarse enfrente de ellos. Durante todo el desayuno Asiel se mantuvo callado e ignoro la mirada penetrante de Rita, cuando todos se retiraron Rita lo siguió hasta el jardín, cuando estuvieron solos Asiel se detuvo de golpe y le dijo.
__ ¿Por qué me estás siguiendo?
Rita puso su mano en su cadera y contesto.
__ No tengo nada más que hacer.
__ Si no tienes nada que hacer busca a tu novio y juega con él.
__ ¿Mi novio?, no te estarás refiriendo a Daniel, ¿Verdad?
__ ¿Acaso no son novios?
__ Para nada, solo somos amigos y compañeros.
Rita se acercó a Asiel, deslizó su mano por su pecho y le dijo.
__ Daniel es muy soso, nunca me ha gustado de esa manera, a mi me gustan los hombres mas como tú.
Esa mujer era hermosa, se suponía que era una mercenaria, pero ella se veía tan delicada como un lirio, sus labios rojos y sus ojos grises eran sumamente atrayentes, pero su padre ya le había advertido que no se atreviera a caer en los juegos de esa mujer, ya que si lo hacía iba a terminar con el corazón roto, ella era una guerrera Kiniry y ellos siempre volvían a su aldea, nunca se quedaban con nadie demasiado tiempo.
Asiel retiró su mano y le dijo.
__ Pero tu no eres de mi interés, así que aléjate de mi.
Rita se sintió herida, a ella ningún hombre la rechazaba, ella retiró su mano y dijo.
__ Bueno, supongo que entonces ocuparé mi tiempo en otra cosa, como en descubrir que hacías ayer en aquella taberna.
Ella se dio la vuelta y camino a grandes zancadas, alejándose rápidamente de Asiel.
Él se quedo mirando como se marchaba hecha una furia y se arrepintió profundamente de no haberle seguido el juego. Rita salió de la mansión y se dirigió a la taberna en la que Asiel había entrado la noche anterior, aquella taberna era pequeña y sucia, ella no entendía que hacía el hijo de un importante mercader el cual era comparado a un noble, en aquel lugar.
Ellas se acerco a la barra y pidió un trago y le pregunto al tabernero.
__ Ayer tenía que venir para ver a mi amigo pero al final no pude, el era alto y fornido, llevaba un capa negra que ocultaba su rostro, ¿De casualidad sabe que hizo o con quién estuvo hablando?
El tabernero se quedo mirándola, era obvio que aquella hermosa joven no era cliente de la taberna.
__ Los siento pero no recuerdo haber visto a nadie así.
__ ¿Esta seguro?
__ Si, ¿desea algo mas?
Rita resoplo, era obvio que aquel hombre no quería darle ninguna información sobre Asiel, ella puso una moneda de cobre sobre la barra para pagar el trago y luego se marchó, era obvio que no iba a conseguir nada en aquel lugar.
Ella fue a dar un paseo por la ciudad para desahogar su enojo, visitó varias tiendas y compro varias joyas preciosas, algo que a ella le encantaba, después fue a la playa y se sentó en la blanca arena desde donde pudo observar el mar tranquilo, las olas se movian como brazos y formaban una espuma de color nácar . Un poco más a lo lejos vio como algunos barcos se aproximaban al puerto, varias gaviotas estaban pescando en el mar, aquel paisaje era hermoso, muy diferente al de su aldea la cuál estaba rodeada por un enorme muro de tierra.
Ella se quedo disfrutando de los rayos del sol que acariciaban su piel hasta el atardecer, cuando el cielo se tiñó de naranja, dándole el mismo color al inmenso mar que había frente a ella.