Durante casi todo el viaje Asiel se la paso dormitando en el carruaje, Rita lo veía dormir, sus facciones se veían hermosas, Rita siempre había tenido debilidad por las cosas hermosas, Asiel era un hombre atractivo eso había llamado su atención, pero su rechazo lo había hecho aún más, el conquistarlo se había convertido en un reto para ella.
Rita sabía que esa noche él casi no había dormido nada por ella, que lo había abrumado al dormir con él, ella sonrió y pensó.
Falta poco para que seas tú el que haga el primer movimiento.
Cuando faltaba poco para que llegara la noche buscaron un lugar para montar su campamento, después de la cena Rita sacó una botella e hizo girar el líquido ambarino a la luz de la fogata que les brindaba luz.
_ ¿Les apetece una copa?
_ No
Replicó Daniel y Asiel.
_ Guárdalo ahora.
Rita ladeó la cabeza, revolvió el coñac una vez más en su botella de cristal y le dio un trago y lo dejó. Daniel suspiró y le dijo.
_ No olvides por qué estamos aquí.
Rita sonrió y respondió.
_ Qué aburridos son, se complementan muy bien.
_ Tu nunca cambias.
_ Tienes tantos años de conocerme y aún sigues esperando que cambie, vaya, creí que te habías dado por vencido hace tiempo.
_ El hablar contigo me agota, me voy a dormir primero, haz guardia y no continúes bebiendo.
_ Si, ya duérmete.
Daniel se acomodó en su capa, lejos del calor del fuego. Él se durmió inmediatamente.
Asiel estaba al otro lado, Rita fue a su lado con la botella de coñac, se sentó a su lado y le preguntó.
_ ¿Quieres un poco?
_ Gracias pero no.
Rita se encogió de hombros, le dio otro sorbo a la bebida y le dijo.
_ Tú te lo pierdes.
_ Daniel dijo que dejaras de beber.
_ Daniel no me manda, me vale un pepino lo que haya dicho.
_ Por qué eres tan...
Rita ladeó la cabeza, abrazando sus rodillas y le preguntó.
_ ¿Tan que?
_ Asiel le quitó la botella de coñac y le dijo.
_ Estás de guardia, deja de beber.
_ Pero estoy aburrida, ¿Por qué no hacemos algo divertido?
_ Yo estoy cansado, solo quiero dormir, mañana nos espera un largo día.
_ Puedes dormir en el carruaje, que importa si duermes o no.
_ Prefiero mantenerme despierto y alerta durante el día así que te agradecería que me dejaras dormir.
_ Bueno, tú te lo pierdes, duérmete y déjame aquí sola, sin nadie con quien hablar
_ ¿Estás borracha?
_ No, no me emborracharía ni bebiéndome la botella entera, tengo muy buena tolerancia al alcohol.
Rita le dio otro trago a la botella, alzó su cabeza hacia el cielo admirando el cielo estrellado, era una noche oscura ya que no había luna, gracias a eso se podían admirar mejor.
_ El cielo se ve hermoso esta noche, ¿no crees?
Asiel alzó su cabeza, él ni siquiera se había dado cuenta de lo hermoso que se veía el cielo, desde que había salido de la ciudad de Bratis él solo tenía una cosa en mente, la misión que su padre le había encomendado, Rita era la única que hacía que él pensara en otra cosa, que lo hacía olvidarse por momentos de qué trataba ese viaje.
_ Tienes razón, es hermoso.
_ Siempre me ha gustado el cielo, es tan grande y basto, las nubes viajan libres por él, sin ataduras, solo dejándose llevar por el viento, desearía algun dia tener esa libertad.
_ ¿Creí que los guerreros Kiniry eran iguales?
_ No podríamos ser más distintos, nosotros no somos libres de elegir donde queremos estar, siempre estamos ligados a nuestra aldea, cuando eres un guerrero Kiniry nunca dejas de serlo, no es algo que puedas dejar atrás.
_ Al parecer las historias sobre los guerreros Kiniry no son todas ciertas.
_ Nuestras historias las contamos nosotros mismos, no creas demasiado lo que se dicen de ellas, aunque todas las historias tienen algo de verdad en ellas.
_ Entonces cual seria la verdad.
_ Que somos guerreros fuertes, habilidosos, somos los mejores en lo que somos, eso no es una exageración.
Rita le dio otro sorbo a la botella de coñac, después la levantó en alto y dijo.
_ Estás seguro que no quieres un trago.
Asiel tomó la botella, le dio un sorbo y al sentir el fuerte sabor del alcohol deslizándose por su garganta frunció el ceño y le dijo.
_ Esto sabe horrible.
_ Supongo que es demasiado fuerte para ti.
Asiel se quedó hablando con Rita un rato más haciéndole preguntas sobre los guerreros Kiniry hasta que llegó la hora del cambio de turno. Rita le dijo que intentara dormir mientras despertaba a Daniel. Después de que él tomara su lugar se acostó a dormir, el sueño tardó en llegar, ella se quedó dormida rápidamente.
Al día siguiente Rita se despertó un poco atontada por el alcohol, al final ella se había acabado la botella entera, Daniel le dijo.
_ Por eso te dije que no bebieras.
_ No estoy ebria si es lo que piensas.
_ Se que el alcohol no te afecta con facilidad, pero hace que te adormezcas al día siguiente.
_ De todas maneras aún falta mucho para llegar al bosque donde están los bandidos y tampoco creo que sean tan madrugadores.
_ Descansa en la carreta, yo conduciré el carruaje, aunque te advierto que luego será tu turno.
_ Ese me parece un buen plan.
_ Rita se subió al carruaje después de recoger sus cosas, Asiel ya estaba en su asiento, ella se sentó a su lado en vez de sentarse al frente como solía hacerlo, cuando Daniel se puso en marcha ella apoyó su cabeza en su hombro.
_ ¿Qué crees que estás haciendo?
Le preguntó Asiel un poco sorprendido.
_ Tengo sueño, préstame tu hombro para descansar, no seas egoista.