Voces

1014 Words
Después de mil intentos por encontrar un baño, finalmente lo logré, al llegar lo primero que hice fue vomitar, me sentía verdaderamente mal, no sé cuánto tiempo estuve ahí pero cuando me sentí mejor salí para volver con mis amigos, otra vez me sentía perdida, entre al salón y estaba completamente solo, ¿acaso había terminado la fiesta? ¿Qué hora era? Comencé a buscar en mi bolsa mi teléfono, pues no la había soltado en ningún instante, cuando lo encontré vi que eran las nueve de la noche ¿me había ido por una hora? ¿Dónde estaban todos? Incluso tenía un mensaje de mi padre de hace cinco minutos, así que le respondí a como pude que todo estaba bien, aunque realmente veía borrosa la pantalla de mi celular, ahora tenía mucha hambre. Me dispuse a ir en busca del salón de la fiesta, realmente esta mansión era enorme, había muchos pasillos y puertas, incluso me sentía perdida y desorientada. Comencé a caminar por el pasillo, de un lado había un gran ventanal que daba hacia un bosque y del otro lado era la pared con algunas puertas, voltear hacia el bosque me dio escalofríos, comencé a sentir miedo pues parecía que no había fin, me sentía mareada, y la ansiedad comenzaba a hacerse presente en mi cuerpo, el pánico asomaba en él. -        ¡Sandra!¡Sandra! – gritaba desesperada pero no obtenía respuesta alguna - ¡María! ¡Sandra! – gritaba con todas mis fuerzas mientras comenzaba a sentir como temblaba mi cuerpo del miedo y pánico que se apoderaba de mí. -        ¡Auxilio! – escuché que alguien gritaba a lo lejos, lo cual me puso más alerta de lo que ya me sentía, era la voz de una chica, la desesperación se hizo presente en mí y comencé a correr, sentía que alguien me seguía por ese enorme pasillo expuesto hacia el bosque, no quería voltear, tenía miedo de lo que podía encontrarme. - ¡Auxilio! – volví a escuchar más de cerca, así que disminuí el paso para no hacer tanto ruido - ¡Por favor ayúdame! – gritaba una voz desesperada tras una enorme puerta roja, ¿qué debía de hacer ahora? Ni siquiera estaba armada o algo ¿y si era una trampa? -        ¿Hola? – cuestione en un susurro -        ¿Hay alguien ahí? Por favor ayúdame a salir de aquí – decía la voz de la chica llorando – Necesito huir de aquí por favor, van a matarme – dijo desesperada, escuchar aquello ultimo me congelo por completo, el temor se hizo presente en mí, ¿qué debía hacer? Si la ayudaba quizás después me mataban a mí. -        Ire por ayuda – dije pegándome a la puerta  -        ¡NO! – grito la voz al otro lado de la puerta – Si te vas ahora quizás después sea muy tarde y te encuentren -Por favor, por favor, necesito de tu misericordia – imploraba la voz -        ¿Pero por qué estás ahí? – Cuestione, al menos debía saber por qué la habían encerrado, tal vez era una mujer mala -        Porque no he querido ir a complacer al amo – dijo llorando otra vez la voz, ¿dijo amo? ¿Quién era el amo? – yo solo soy una criada más en esta casa, he trabajado aquí desde que nací, mi madre era la cocinera y mi deber era servir, pero aun soy muy joven, – contaba la voz entre sollozos, ¿acaso el padre de Carlos quería abusar de ella? -        ¿Cuántos años tienes? -        Tengo doce años, no me dejes por favor, déjame huir de aquí antes de que el amo llegue por favor – escuchar aquello me dejo en shock ¡¿doce años?! ¡Maldito anciano rabo verde! ¿Cómo era posible que obligara a una niña a tener algo con él? ¡que detestable! -        Te ayudare – dije decidida dejándome guiar por mi enojo ante lo que acababa de descubrir – pero antes debes de decirme tu nombre. -        Me llamo Isabella, prométeme que cuando salgamos de aquí me acompañaras hasta el patio trasero para poder huir, no me dejes sola, te lo compensare -        Te lo prometo, no necesitas compensarme, ahora dime como abro esta puerta – dije observando todo a mi alrededor, el miedo estaba instalado en todo mi sistema y no podía dejar de sentir que alguien me observaba, tenía mucho miedo, sabía que no debía de haber venido a esta fiesta. -        Sobre el marco hay una llave de repuesto – dijo la voz de Isabella un poco más tranquila, es una llave dorada – busqué donde ella me dijo y encontré una llave antigua, realmente la cerradura no parecía que era con este tipo de llave ¿Cómo iba a abrir? - ¿la encontraste? – realmente me sentía apenada de decirle que no era la llave para la cerradura. -        Si, solo que creo que no es la llave – dije observando la llave dorada que sostenía en mis manos -        Es que solo abre por dentro con esa llave, tienes que pasármela por debajo de la puerta – hice lo que me pidió y me quedé de pie esperando que abriera la puerta, se me hizo eterno, no abría la puerta ¿Qué había pasado? -        ¿Isabella? – dije dudosa y comencé a golpear la puerta hasta que por fin se abrió, la abrí ampliamente y busque a la chica que debía estar dentro pero no había nadie, era solo un cuarto vacío lleno de cajas, la piel se me erizo ¿Qué había pasado? - ¿Isabella? – volví a cuestionar, para al menos poder pensar que era cierta toda la plática que había tenido segundos antes – comencé a respirar con dificultad y aprete mis ojos con mis manos mientras decía no repetidas veces – tenía miedo, lo sentía, algo no estaba bien, ¿acaso esto también era el efecto del alcohol? Si era así, no volvería a tomar nunca más en mi vida.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD