Isabella

1381 Words
Abrí los ojos de golpe, debía salir corriendo de ahí. -        ¡Espérame! – grito la misma voz con la que minutos antes había estado hablando, comencé a respirar agitadamente mientras la piel se me ponía de gallina y un escalofrió recorría mi cuerpo, tenía miedo de girarme y no ver a nadie, ¡me estaba volviendo loca! – Prometiste acompañarme hasta el patio – dijo la voz, así que cerré mis ojos y aprete mis puños mientras me giraba lentamente para ver hacia donde provenía la voz - ¿qué pasa? – cuestiono la voz nuevamente cuando me giré, así que abrí un ojo y luego el otro y solté todo el aire que estaba conteniendo. Y ahí estaba Isabella, era una niña apenas, se notaba que su cuerpo comenzaba a desarrollarse, estaba vestida con un vestido gris que parecía ser muy viejo con un cuello bordado de color blanco, los zapatos negros desgastados, tenía unos ojos azules penetrantes y el cabello pelirrojo, era preciosa, no había duda de eso, la piel blanca y las pecas que decoraban su rostro, el vestido se ceñía en su cintura y parecía traer una crinolina debajo, era de manga larga y le llegaba a la mitad de la pantorrilla, traía también un pequeño delantal a juego con el cuello del vestido, parecía moda de los años treinta y la cofia bordada que traía en su cabeza lo parecía más. Me contuve de no juzgarla, no quería ofenderla, pues me había dicho que su madre era la cocinera, tal vez no le alcanzaba el dinero para más o era el uniforme que ella debía portar. Le sonreí amable después de verla y ella me devolvió la sonrisa. -        Creí que me abandonarías cuando te echaste a correr -        Lo siento es que no te vi y me asusté – dije apenada -        Estaba justo detrás de la puerta, quería asustarte y lo logre, pero huiste – dijo encogiéndose de hombros – tu vestido esta bonito – dijo señalándolo -        Ah sí, es de los picapiedras, mi amiga Sandra lo consiguió -        ¿Los picapiedras? – dijo ella extrañada y su pregunta me extraño más a mí, ¿acaso nunca había visto esa caricatura?, bueno quizás por su vestir esto me da a entender que no tiene celular o tele en su casa, no la juzgare. -        No importa, vamos al patio antes de que alguien venga y ella se acerca a mi – su cercanía me eriza la piel, que extraño, aun así, no le tomo importancia, solo quiero irme de ese lugar, sigo sintiendo miradas sobre mí. Mientras vamos caminando hacia los salones que yo estaba buscando, comienzo a escuchar la música más cerca lo cual me tranquiliza en cierta parte, sin duda cuando vea a Carlos le reclamare, como es posible que su padre a***e de una niña de doce años, el alcohol se me ha bajado ya, creo que ha sido el miedo lo que me ha regresado a la sobriedad. Isabella me va contando como es su vida aquí, que ella es hija del antiguo dueño de la mansión, me cuenta de los bailes que se han hecho y los pretendientes que ha tenido a su corta edad, pues su madre esperaba casarla antes de que el amo se fijara en la belleza de su hija. Me platica que huira con una tía que tiene en un pueblo cercano y allá podrá conseguir algún marido y un empleo lejos de aquí. Sinceramente todo lo que dice me asombra, ella ya está pensando en casarse ¿acaso no piensa estudiar?, pero que tonta, si me ha dicho que ha trabajado aquí siempre. Antes de que lleguemos al patio me detiene. -        Ten – dice entregándome la llave dorada con la que abrimos la puerta roja, yo la miro extrañada sin entender para que querría yo una llave de una casa ajena – Esta llave siempre debes llevarla contigo, aunque no nos volvamos a ver, siempre me recordaras y esta es mi muestra de agradecimiento por haberme ayudado a huir de este lugar y liberarme, debes saber que esta llave es especial y poderosa, no cualquiera podrá verla - ¿pero de qué está hablando? – Se que no entiendes nada ahora, pero tu vida tendrá un propósito a partir de ahora, esta será la llave que abrirá las puertas de tu camino, cuídala. – escucho como gritan mi nombre desesperado. -        ¡Amalia! – grita Sandra como si me estuviera buscando -        ¡Aquí esta! – grita Carlos acercándose a mí, ¿qué? ¿qué está pasando? - ¿¡Donde diablos estabas Amalia!? – grita histérico -        Estaba aquí con Isabella – digo girándome para ver a Isabella, pero ya no hay nadie a mi lado ¿A dónde se fue? Seguramente huyo al ver a Carlos si es el hijo del que ella dice Amo. -        ¿Isabella?, ¿De que estas hablando? -        ¡Eso deberías de decírmelo tú! – digo molesta recordando la historia de Isabella y el me mira sin entender. - ¿Por qué tu padre quiere abusar de una niña de doce años? ¡¿Acaso esta demente?! -        ¿De qué hablas Amalia? – pregunta el bastante sacado de onda -        ¡De Isabella! ¿De quién más?, la he rescatado pero seguro huyo en cuanto te vio – digo bastante molesta. -        ¿¡Quién es Isabella!? – Pregunta ya bastante sacado de onda, mirándome como si estuviera loca. -        ¡Ay por favor! ¿Ahora resulta que no conoces a la hija de la cocinera?, Estaba encerrada en la puerta roja y la he ayudado a escapar por que tu papá quería abusar de ella ¿acaso están locos? – después de decir eso, veo como el rostro de Carlos cambia a uno más serio y asustado, incluso se pone pálido. - ¿Qué pasa, ahora ya recordaste? – en ese instante mi cuerpo tiembla ante otro escalofrío, ¿Pero que me está pasando? -        ¿Has dicho la puerta roja? – pregunta Carlos con miedo en sus ojos ¿acaso no me ha escuchado?, en ese momento llega Sandra hasta mí. -        ¡Por fin! ¿¡Pero donde estabas!? Llevamos horas buscándote, ¡Me tenías bastante preocupada! – dice abrazándome fuertemente -        ¿Horas? – si apenas eran las nueve -        ¡Si! Son las doce de la noche, te fuiste al baño a las ocho – escucharla decir aquello me deja en shock -        No es cierto, mi reloj dice las nueve – digo buscando mi celular en mi bolsa, al abrirla veo la llave que me estaba dando Isabella ¿Cómo llego aquí? ¿acaso la metí?, la ignoro y tomo mi celular, en donde señala las doce con siete minutos, - ¿¡Qué!? Pero si la última vez que revise mi celular eran las nueve ¿Cómo es posible? – digo mirando a mi amiga y ella me mira sin entender. -        Amalia, no me has respondido – dice Carlos interrumpiendo nuestra platica -        Si Carlos, dije puerta roja, esa que esta junto a las grandes ventanas de vidrio, de ahí saque a Isabella – digo como si fuera lo más obvio pues es su casa. -        Es que esa puerta roja no existe – dice bastante serio ¿no existe? Pero si yo la abrí, ¿de qué está hablando? -        Si es una broma lo que dices, es de muy mal gusto Carlos, tú sabes lo mucho que odio las cosas de miedo – digo pues mi corazón está latiendo desbocado ante lo que estoy escuchando. -        Es enserio Amalia, en esta casa no hay cocinera, nunca ha habido desde que mi papa compro esta casa, pues no vivimos aquí como para que este pagándole a alguien que haga la comida, y la cocinera que está en mi casa no tiene hijos, es una señora mayor que se llama Berta y nunca tuvo hijos, te contare la historia de la puerta roja… – En este momento me doy cuenta que lo que me está diciendo es real, lo que escucho acelera mi pulso, la ansiedad y el estrés me invaden sobrepasando mis límites y haciendo que todo se vuelva borroso y obscuro. 
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