La puerta roja

-        ¡Amalia! ¡Amalia! – gritaba mi amiga Sandra llamándome por los pasillos del colegio mientras yo caminaba hacia el salón, sinceramente cuando comienzan a contar historias de terror prefiero irme, soy muy miedosa. – Espérame, ¿Por qué te has ido? – dijo cuando estuvo más cerca de mí y solo la observe con cara de “¿Enserio me preguntas eso?” -        Ya sabes porque me fui Sandra – dije con voz cansina pues siempre que comenzaba la época de Halloween o día de muertos odiaba que tocaran temas de miedo y todos los años era siempre igual. – Odio esta época del año, tu más que nadie lo sabe – dije mientras ambas caminábamos hacia el salón. -        ¡Venga ya amiga! Ya tenemos dieciséis años, no puedes seguir teniendo miedo de las tontas historias que cuenta Javier todos los años, es más, no sé si él se ha dado cuenta, pero siempre cuenta la misma historia. -        No me importa, nunca la he escuchado completa, sabes que esos temas me causan mucho estrés y ansiedad – digo ya un poco molesta. -        Bueno, pero no te enojes, al final de la historia Carlos dijo que haría una fiesta en su casa de campo y que estábamos invitadas – dice con emoción ahogando un grito. -        No, ni lo pienses – digo pues sé que quiere que yo vaya, pero las fiestas de Halloween siempre son terroríficas y las odio. -        ¡Ándale Amalia! ¡Por favor! Si no vas no me dejaran ir mis padres, ya sabes que solo si vas tú me dejan ir, de verdad tengo muchas ganas de ir, Ulises me ha dicho que él también ira -        Y sigues con el tema de Ulises, - digo revirando los ojos - ¡Que no me gusta! -        Pues no parece lo mismo cada que te los encuentras – dice burlona -        Sandra ya, no ire, odio las fiestas de Halloween, mejor dime la verdadera razón por la que quieres ir. – Sandra siempre saca temas diversos para ocultarme la verdad, solo porque somos mejores amigas desde segundo de primaria conozco cuando me oculta algo. Ella suspira, me toma del brazo con ambas manos y me mira. -        Promete que no te enojaras – dice con algo de suplica -        Mmmm, siempre que dices eso nada bueno pasa. -        Es que quede de conocer a Felipe en esa fiesta y como esta algo lejos el lugar y Carlos dijo que nos podíamos quedar a dormir, me pareció buena idea, al menos tendré más tiempo de conversar con él en persona y estarán todos ahí, no me sentiré tan insegura – yo la miro seria y luego suspiro - ¡Porfis! -        Sandra, un tipo que te lleva seis años solo busca otra cosa, no conversar, ¡¿Por qué eres tan ilusa?! – digo mirando al cielo, estamos a unos pasos de llegar al salón, pues está por comenzar la clase de Historia. -        ¡Pero no estaré sola! Por eso quiero que vayas, ándale, al menos dime que lo vas a pensar, la fiesta es mañana e incluso Carlos dijo que sus papas estarán en la fiesta para cuidarnos, aunque creo que más que nada es para ver que no haya alcohol y destruyamos la casa- dice está encogiéndose de hombros. -        Lo pensaré, pero al menos tiene que haber algo que yo quiera en esa fiesta, si tú vas a estar con el tipo ese, estaré sola. -        Pues la fiesta comenzará a las seis de la tarde, será en la casa de campo de Carlos, la cual está a quince minutos de tu casa, habrá piscina, botanas, harán una fogata y música obviamente. María dijo que tratara de robarse una botella de vino de su madre, así podremos probarlo. – dice esto último en un susurro ya que hemos entrado al salón, aunque el profesor aún no ha llegado. -        Vale, solo porque me has dicho que está a quince minutos de mi casa puede que me lo piense, además, sabes que mi padre no me deja quedarme en casas ajenas, a lo mucho irá por nosotras a las dos de la madrugada. -        Está bien, así con mayor razón me dejaran ir y quedarme contigo, anda amiga, es la primera fiesta a la que nos invitan desde que entramos a la preparatoria, si no vamos seguramente no nos inviten después a ninguna otra. -        Está bien, pero si me siento muy aburrida llamare antes a mi padre ¿de acuerdo? -        Vale, acepto, te compensare con una ida al cine y palomitas de caramelo – dice sonriente -        Chantajista – digo en un susurro achinando mis ojos. -        Muchachos, el recreo ya termino, sentados por favor – dice el profesor entrando al salón mientras todos tomamos nuestros lugares.   Al final el día transcurre tranquilo entre clase y clase y todos están hablando de la fiesta que se dará en la casa de campo de Carlos, según Javier dice que es una casa muy grande y el patio esta increíble pues conecta con un bosque que lleva hacia un arroyo. Carlos es el niño riquillo de la escuela, bueno, el que sin duda se sabe que tiene dinero, entro al colegio apenas hace unos años, cuando estábamos por comenzar quinto grado y aunque es muy buena onda en ocasiones, otras veces se le sube la caca al cerebro y presume todo lo que tiene, lo cual a mi parecer es bastante molesto, pues al final de cuentas, lo que tiene son cosas que han ganado sus padres, no él.   Siempre he sido muy intuitiva y algo me dice que no debería ir a esta fiesta, quizás son solo ideas mías porque en un inicio estuve muy negativa respecto a ello, al menos mañana tratare de divertirme un poco más, quizás Sandra tiene razón en que deberíamos de salir con los chicos, nunca me he considerado una antisocial, pero a esta edad los niños son bastante tontos y burlescos.