Capítulo 5. ¿Quién eres tú?
Grazzia lo miró fijamente, no podía recordar nada, pero ese hombre le acaba de decir que sufre de amnesia, no solo eso, sino que acaba de llamarla “cariño”. Ella parpadea un segundo intentando pensar, su mente continúa en blanco, no le queda de otra que preguntar lo siguiente aun cuando se sentía una tonta por hacerlo,
-- ¿Quién eres tú? – su voz salió débil de sus labios, más de lo que hubiera querido ella. Salvatore viendo la oportunidad perfecta, sonrió con una falsa amabilidad, le estaba costando demasiado fingir ser buena gente con la culpable de su desgracia, pero debía seguir así, si quería conseguir ganar en este juego de poder.
-- Soy tu prometido mi amor. Íbamos a casarnos hoy cuando ocurrió el accidente – le dijo, y Grazzia parpadeó, intentando recordar algo, pero su mente continuaba completamente en blanco. Sin embargo, era el rostro de ese hombre lo que le resultaba extrañamente familiar y tranquilizador. De alguna manera, sentía que podía confiar en él.
-- Mi Prometido... – susurró ella, dejando a Salvatore en silencio por un momento, y Estefano pensando que las cosas podrían complicarse se acercó rápidamente a ellos, con su sonrisa falsa se colocó al lado de su amigo y le sonrío a la muchacha,
-- Bienvenida a la vida cuñada – le dijo, llamándola de una manera que pensó sería la más natural, Grazzia frunció el ceño un segundo, no se sentía identificada con aquella forma tan íntima y personal como fue llamada, incluso no se sentía a gusto con quien se acercó a ella de pronto, pero permaneció inmóvil intentando leer dentro de su mirada.
-- ¿cuñada? – repitió lentamente las palabras, intentando familiarizarse con el nombre, sin obtener ningún resultado.
-- Así es, tú eres la prometida de Salvatore, y yo soy Estefano su mejor amigo y socio. Él es como un hermano para mí, si hubieran llegado a tiempo al registro civil, ahora serías como mi cuñada. ¿De verdad, no te acuerdas de mí? – le pregunta utilizando un tono de dolor en su voz, aunque quien lo conoce bien sabe que está siendo un tanto sarcástico al hablar, Grazzia niega moviendo la cabeza, y no solo no lo recuerda, sino que a medida que habla un poco más con él, Estefano le cae peor, pero ella intenta disimularlo, y mira a Salvatore intentando creer en las palabras que él le ha dicho, en todo lo que ambos hombres le han dicho.
-- Así es cariño, nosotros estamos comprometidos y justo hoy nos íbamos a casar. Estuve en el registro civil esperándote, sino fuera por este accidente ahora estaríamos en nuestra luna de miel – ahora Salvatore utiliza un tono algo más íntimo con ella, consiguiendo que Grazzia se sonroje por completo, ella recuerda la imagen de él sobre ella, es una imagen muy íntima y piensa que quizás ellos dos en realidad si son una pareja como le dice él. Además, Grazzia piensa que él no tendría por qué mentirle…
Aunque Grazzia lo escuchaba hablar seguía preguntando en su mente quien era él y sin saber que estaba entrando en una vida llena de mentiras, ella aceptó la historia que Salvatore le contó.
Los días en la clínica pasaron casi en un suspiro para Grazzia, aunque el vacío en su memoria seguía siendo un constante eco que la atormentaba. Cada vez que intentaba recordar algo, su cabeza comenzaba a doler intensamente, obligándola a desistir. Lo que más le inquietaba era la desconexión que sentía con Salvatore. A pesar de ser su supuesto prometido, él apenas iba a visitarla.
Salvatore siempre encontraba una excusa para no hacerlo, aduciendo que al haber estado con los preparativos de la boda durante el mes anterior el trabajo pendiente en su empresa se había acumulado demasiado. Para Grazzia, era difícil extrañarlo porque no tenía recuerdos de su vida juntos, pero la soledad comenzó a calar en su estado de ánimo, y sin saber por qué, empezó a desear su presencia, y a sentir un vacío cada vez que él no aparecía por su habitación.
Pasaron dos semanas desde el accidente, y finalmente, el día de su alta llegó, Salvatore no había pasado por su habitación desde antes que le quitaran los vendajes del rostro, ahora no había marcas ni moretones en él, Grazzia se veía hermosa, todavía debía permanecer con el yeso en su brazo y en la parte superior de su cuerpo. Lo único que hizo por ella, fue contratar a una enfermera para que este a su lado día y noche, pero no lo hizo porque quisiera cuidarla y que estuviera bien, sino porque temía que alguien apareciera buscándola y ella terminara abandonándolo. Necesitaba casarse de una vez, en dos semanas era la junta de accionistas y debía estar casado para ese momento.
-- ¿Sabes si hoy vendrá Salvatore por mí? – le pregunta Grazzia a la enfermera contratada por él, su doctor ingreso temprano para avisarle que hoy podría volver a casa, la muchacha se sintió angustiada, no recordaba donde era su hogar y mucho menos como llegar a él, si su prometido no llegaba por ella, estaría completamente perdida. La enfermera la miró con lástima, había visto el progreso que realizó la jovencita y lo hermosa que se había puesto, sin embargo, no comprendía porque su novio no acudía a verla, solo la llamaba por teléfono para saber de ella, y nada más. La mujer no entendía que tipo de relación mantenía la pareja.
-- Hable con él esta mañana señorita Grazzia, me dijo que vendría por usted para llevarla a casa – le dijo la mujer, sin dejar de sentir lástima por la joven. Grazzia le agradecio la respuesta y observaba cada cinco minutos la puerta de su habitación, después de sentirse sola por tantos días ella quería salir de ahí y conocer como era la casa donde vivía, y el lugar que compartiría con el hombre que se supone debía amar.
Cerca del mediodía, Salvatore llegó al hospital con unas bolsas de ropa para ella, mandó llamar a la enfermera mientras se encargaba de cancelar la cuenta de Grazzia y le pidió que la alistara para salir, una vez terminado los procedimientos él ingresó a la habitación, su mirada quedó paralizada al encontrarse con los ojos verde esmeralda de Grazzia.
Salvatore nunca se imaginó encontrar a la muchacha que estaba sentada en el sillón, el hermoso rostro de Grazzia mostraba una dulce y tímida sonrisa, sorprendiéndolo por completo, aunque Salvatore deseaba sentir rechazo y repulsión por ella, algo en su interior se lo impedía, sus ojos lo hipnotizaban de tal manera que su corazón dejaba de latir por milésimas de segundos, suspendiendo su respiración hasta que su mente se percataba de su reacción y enviaba la orden de actuar con normalidad.
Molesto por tener esa actitud con la culpable de haber perdido al amor de su vida, él frunció el ceño y desvío la mirada, no necesitaba fijarse en una chiquilla así, y menos sentir compasión por ella, porque él pensaba que lo sentía por ella cada vez que la veía a los ojos era compasión y lástima, por su estado de amnesia.
-- ¡Viniste por mí! – exclamó emocionada Grazzia, había estado mirando la puerta cada cinco minutos y dejo de hacerlo cuando la enfermera salió y volvió con la bolsa de ropa para ella, ahora con ese traje de dos piezas una talla más grande Grazzia se paró lista para dejar aquel hospital.
-- Así es, además hay algo más que debes saber – le dijo Salvatore sin mirarla a los ojos, Grazzia se detuvo en seco, no sabía que podía pasar, estaba asustada de lo que le dijera, asustada que las cosas entre ellos acabaran ahí, pues sin recuerdos, ella no tenía a donde ir. Grazzia levanta la mirada esperando lo peor, Salvatore camina hacia ella, de pronto sus manos toman las suyas, Grazzia baja la mirada para ver esa unión, ella se sentía bien, se sentía segura estando al lado de él.
-- En una semana te quitaran el yeso, después de que lo hagan iremos directo al registro civil – le anuncio él, con una sonrisa controlada en el rostro que tanto la confundía. Pero al escucharlo sin ninguna referencia de lo que significaba "el amor" entre ellos, Grazzia simplemente asintió, pues fuera de algunas palabras románticas, su supuesto prometido no se había comportado como tal. Sin embargo, ella no lo culpaba por eso, pues no recordaba cómo se comportaba él antes de que perdiera la memoria, pero saber que al menos la promesa de matrimonio se cumpliría, tenía la esperanza de que podría recobrar la memoria en cualquier momento y recuperar la vida que había perdido por culpa de aquel accidente.
-- Todo está listo, amor. Solo debemos esperar una semana más y podremos volver al registro civil –
Mientras tanto, en otro rincón de la ciudad, Marco Olivari estaba inquieto. Él continuaba luchando una batalla contra su terrible enemigo en los negocios, Salvatore Colombo no le daba tregua, desde que fue plantado por Luciana y tuvo el accidente con Grazzia se desquito con las empresas Olivari a su gustó. Ingresó a sus servidores día y noche, intentando averiguar todo lo que pudo sobre la nueva heredera de la familia.
Por suerte Marco había desaparecido cualquier rastro de su hermana menor de ahí, no había nada que involucre a Grazzia Olivari, su nombre estaba borrado de los registros y mientras él no se comunique con ella, nadie podría hacerlo, así que mientras tanto, él no había hecho el menor intento de llamarla a su nuevo teléfono, y no lo haría mientras Salvatore Colombo estuviera involucrado…