1. El Regreso de Grazzia Olivari
Capitulo 1. El Regreso de Grazzia Olivari
Grazzia Olivari descendió del avión con la elegancia de quien ha nacido para dominar cualquier situación. A sus veintidós años, ya había logrado lo que muchos solo podían soñar, graduada con honores de la universidad femenina más prestigiosa del mundo, poseedora de un intelecto fuera de lo común, y con el futuro de una de las familias empresariales más poderosas de su país sobre sus hombros.
-- ¡Por fin de regreso! – exclamó feliz, Grazzia estiró sus brazos, soltó su cabello castaño claro y brillante, que había estado perfectamente peinado en una coleta alta, saco unos lentes oscuros de su cartera y se los colocó cubriendo sus hermosos ojos verde esmeralda, los que durante cuatro años estuvieron afilados y siempre analíticos, estudiando y memorizando cada libro que se le ponía en frente.
Grazzia suspiró observando a través de la enorme ventana que tenía frente a ella, espera ansiosa ver el rostro asombrado de su querido hermano mayor cuando la viera aparecer, en cuatro años su cuerpo había cambiado mucho, ya no era más esa chiquilla diminuta, plana, pecosa y sin curvas que salió del país, aunque de talla no había crecido mucho, las curvas que ahora tenía las contorneaba con orgullo. Era muy delgada, con una figura que hablaba de disciplina y elegancia. Cada movimiento suyo era calculado, como si su mente trabajara más rápido que el mundo a su alrededor. Vestía un sencillo pero impecable vestido de lino blanco, perfectamente adaptado a su cuerpo, sin joyas, salvo un reloj plateado en su muñeca derecha y una cadena de oro con un pequeño corazón en el pecho.
Durante los últimos cuatro años, Grazzia había vivido una vida tan estructurada como su propio intelecto lo exigía. El internado en Suiza no solo había sido su hogar temporal, sino también un santuario de conocimiento donde había aprendido a manejar sus habilidades innatas y perfeccionarlas hasta convertirlas en armas de precisión, podía hablar cuatro idiomas a la perfección y entendía a medias un par más.
Al finalizar sus estudios universitarios Grazzia, había recibido ofertas de algunas de las mejores transnacionales y empresas del mundo, pero ella decidió regresar a casa, a su familia, para tomar el control del imperio Olivari y llevarlo a nuevas alturas, tenía muchas ideas nuevas en mente, pero ahora lo único que quería era descansar, se había propuesto disfrutar de los meses que estaría libre al lado de su hermano, su única familia, antes de recibir tremendo compromiso de parte de él.
Al atravesar el pasillo del aeropuerto, notó algo que la inquietó. No había nadie familiar esperándola. No estaba su querido hermano mayor Marcos, siempre puntual y protector, en su lugar ella logró divisar a Héctor, quien fue el asistente y mano derecha de su abuelo por años, cuatro años cambian mucho a una persona, sobre todo a la edad de él.
Héctor era un hombre alto, de aspecto serio, vestía con una impecable camisa gris y gafas delgadas, y sostenía un sobre con su nombre. Grazzia lo miró detenidamente, sin perder un solo detalle de su porte y actitud, y sonrío antes de acercarse a él,
-- ¿Héctor? – le dice Grazzia con una sonrisa traviesa en el rostro, el hombre mayor la observa con detenimiento, hacía cuatro años que no veía a la jovencita Olivari y ahora la mujer que estaba frente a él, era alguien muy distinta a quien él recordaba,
-- ¿Grazzia? – responde sorprendido, y Grazzia asiente encantada. Le gustó muchísimo ver la cara de sorpresa del hombre, aunque la verdad era que ella también estaba sorprendida por no encontrar a su hermano recibiéndola a su llegada,
-- ¿Y Marcos? – le pregunta Grazzia intrigada, y al ver como cambio el rostro del hombre supo que algo no estaba bien, después de cuatro de ausencia, ella sabía que Marcos no faltaría a recibirla si no fuera por algo urgente.
-- Lo siento Señorita Grazzia, pero su hermano Marcos no pudo venir a recibirla – le dijo de pronto el hombre mayor, quien estiro su brazo para entregarle el sobre que tenía en las manos.
-- Él me ha pedido que le entregue esto – continúo, mientras Grazzia aún procesaba la fría recepción. Ella frunció ligeramente el ceño para tomar el sobre en sus manos, y sin decir una palabra más, lo abrió de inmediato, era una nota escrita con la inconfundible letra de su hermano mayor.
** Querida Grazzia,
No quiero que te alarmes, pero la situación en la empresa es delicada. Hemos sido atacados y las acciones han comenzado a caer. Lo tengo bajo control, pero necesito que confíes en mí. No quiero que sufras por esto ahora que acabas de volver, y prefiero que te mantengas alejada por un tiempo. Tómate unas vacaciones, disfruta de tu juventud y usa la tarjeta que te adjunto para tus gastos. No le digas a nadie sobre tu paradero, ni siquiera a mí o a Héctor, por el momento solo necesito que confíes en mí.
Cuídate. Te quiero, Marcos **
Las palabras de Marcos cayeron como una bomba sobre sus pensamientos. Grazzia no se alarmaba fácilmente, pero esto era más de lo que había esperado. La empresa familiar, su legado, estaba en peligro, y su instinto inmediato era correr hacia las oficinas, averiguar qué estaba sucediendo y resolverlo por sí misma. Pero Marcos no era de los que pedían algo sin ninguna razón. Grazzia sabía que, si su hermano le pedía mantenerse al margen, debía haber un motivo de peso y ella tenía que respetarlo.
Dentro del sobre también había un teléfono nuevo, además de la tarjeta de crédito negra que Marcos mencionó, obviamente sin límites de gasto, y lo que ella notó fue que en la tarjeta solo estaba gravado un nombre, Grazzia. Parecía que Marco había previsto hasta el último detalle para mantener su llegada en el anonimato, y eso Grazzia lo agradecía en el alma.
Sostuvo en su mano la tarjeta y el teléfono, mirando fijamente la pantalla apagada de este. Si algo más sucedía, Marco podría contactarla a través de ese teléfono, así que suspiró aceptando su destino, además era lo que había querido hacer desde que recibió su título en la graduación, divertirse y disfrutar de su juventud.
-- ¿Hay algo más que deba saber? – le pregunta a Héctor, pero este niega. No estaba autorizado para decir nada más,
-- Lo lamento, señorita Grazzia, mi tarea es entregarle el sobre, el teléfono y – de pronto pareció dudar, luego estiró su brazo, el hombre sabía que estaba frente a la futura presidenta de la corporación, pero debía cumplir las órdenes que le dieron.
-- ¿Sí? – le pregunta ella mirándolo asombrada,
-- Necesito que me entregue la tarjeta y su teléfono por favor, debo llevármelos. Debemos revisar que no se encuentre chipeado su teléfono y es mejor que ahora solo utilice esta tarjeta – Grazzia lo escucha y ahora esta más preocupada aun, piensa un segundo, pero decide entregarle la tarjeta y su teléfono, su hermano le pidió confiar en él y eso es lo que haría.
Grazzia asintió, guardando la nueva tarjeta y el teléfono en su pequeña cartera de mano, ella le devolvió el sobre con la nota al asistente, estaba claro que no tendría más respuestas allí. Sabía que, si Marco le decía que todo estaba bajo control, eso sería así.
Su hermano ha manejado la empresa familiar durante años, siendo el mayor sería él quien debía heredarla y conducirla al éxito, pero desde joven siempre fue independiente. Él fue claro con su abuelo luego que sus padres fallecieron, formó su propia empresa y dijo que debía ser Grazzia quien se encargue se la empresa familiar. Y aunque todos sabían que Grazzia tenía una mente brillante, Marco tenía la experiencia suficiente para triunfar, pensando así él abuelo lo convenció de tomar el mando hasta que su hermana cumpla los veintitrés o contraiga matrimonio con alguien que ellos dos aprueben con anticipación… Grazzia se despidió tomó su pequeña maleta y alejándose del hombre mayor caminó rumbo a la salida.
Mientras caminaba pensando en su hermano y la empresa, algo o, mejor dicho, alguien irrumpió bruscamente en su camino. Un hombre de aspecto imponente, vestido de traje oscuro y con el ceño fruncido, pasó a su lado con tal velocidad que casi la tira al suelo.
-- ¡Cuidado! -- exclamó Grazzia, tambaleándose, pero logrando recuperar el equilibrio justo a tiempo, el hombre se detuvo solo por un segundo, lo suficiente para voltear y mirarla con irritación. Sus ojos oscuros y penetrantes se encontraron con las oscuras y enormes lunas de los lentes de Grazzia, y por un instante, el tiempo pareció detenerse para ella.
Había algo en él que la hizo sentir una extraña incomodidad, como si estuviera ante una figura poderosa y peligrosa, pero intrigante al mismo tiempo, él por el contrario casi ni la miró.
-- Lo siento – fue lo único que dijo con una voz seca, apenas mirando de reojo antes de apresurar su paso de nuevo, claramente el tipo estaba apurado.
Grazzia observó cómo se alejaba entre la multitud, su figura dominante desapareciendo rápidamente entre la masa de gente.
-- Qué tipo tan arrogante – pensó para sí, mientras continuaba su camino hacia la salida. Sin embargo, no pudo evitar que la imagen de ese hombre permaneciera en su mente por más tiempo del que le gustaría.
Con pasos decididos, salió del aeropuerto y se quedó momentáneamente inmóvil en la acera, sintiendo el calor de la ciudad envolviéndola como un antiguo conocido. Cuatro años lejos, y la ciudad había cambiado, pero no lo suficiente para que dejara de sentirse su hogar. Sus pensamientos eran un torbellino de posibilidades, pero ninguno parecía claro…
Salvatore Colombo maldecía en voz baja mientras aceleraba su auto. El reloj seguía avanzando implacablemente, y él seguía atrapado en el espantoso tráfico de la ciudad. Todo lo que podía pensar era en Luciana, la mujer que lo esperaba en el registro civil, y en cómo este retraso podría costarle mucho más que una boda.
-- ¡Maldita sea! – susurra presionando la bocina, mientras intenta que los autos frente a él se muevan de su lugar, abriéndose para que pueda avanzar…