15. Felicitaciones entonces Salvatore

1592 Words
Capítulo 15. Felicitaciones Salvatore, has conseguido lo que querías. Grazzia asintió, procesando cada palabra sonriendo de alegría al confirmar que las cosas hayan resultado bien para su esposo, aun sin que ella estuviera a su lado. -- Felicitaciones entonces Salvatore, has conseguido lo que te propusiste y eso es un gran mérito para ti – Grazzia lo felicita de todo corazón, en realidad ella se siente feliz por su esposo y sus logros. Pero todavía Salvatore necesitaba explicarle algunas cosas más. -- Grazzia, cariño – el hombre tomó las manos de su esposa entre las suyas, Grazzia comenzó a sonrojarse, pero le agradaba sentirse protegida por él, le gustaba mucho sentir el calor de sus manos mientras acogían las suyas. Grazzia no estaba segura, pero en su interior sentía como si, hubiera pasado mucho tiempo luego de que alguien le hubiera hecho sentir esa seguridad. -- Necesito de tu apoyo, mi amor, y no solo como una mera formalidad, sin ti en estos momentos mi poder se tambalearía y mis tíos encontrarían la manera de sacarme de mi posición – comenzó a decirle su esposo, Grazzia lo escuchaba mientras Salvatore hablaba, pero por alguna razón, comenzó a sentirse extraña. Ella quería poder recuperar sus recuerdos, escuchar a su esposo decir que ella es una pieza fundamental para mantener su poder, la hizo cuestionarse todo. Pero, cuando lo mira a los ojos, siente que el amor que podría haber sentido por él, estaba ahí, estaba presente en cada poro de su piel, negándose a pensar que podría estar siendo utilizada por Salvatore. Así que, mientras su cerebro pensaba en milésimas de segundos lo que debería hacer, el solo saber que no tendría que volver a la cocina era un punto a favor de su esposo, además de una noticia maravillosa para ella, y sabiendo que los tíos de Salvatore estarían todo el día en la mansión, ella no siguió torturándose, prefería cien veces más trabajar al lado de su esposo, que quedarse sin hacer nada en la mansión. -- Si es tan importante para ti, entonces también lo es para mí. Ahora dime cómo esperas que te apoye. Todo esto… con mi memoria es blanco todavía, siento que de algún modo estoy viviendo una vida que no es para mí – susurra al final, Salvatore vio la vulnerabilidad en su mirada y se esforzó por controlar su respuesta. Sin querer reconocerlo, él estaba descubriendo una extraña admiración hacia esa su esposa, la fuerza tranquila que ella proyectaba, y el apoyo desinteresado hacía el, aun cuando no comprendía por completo la situación. -- Por ahora, todo lo que necesito es que estes de mi lado, sé que no puedes recordar lo que sientes por mí, y quizás te resulte extraño. Pero mi amor, ellos no saben que has perdido la memoria, y es mejor que esa noticia no salga de aquí. Solo conocemos tu condición Estefano, tú y yo. Por eso, ahora más que nunca necesito que seas quien tú, quien sostenga esta imagen de nuestro matrimonio perfecto junto a mí – le dijo, dándole una leve sonrisa mientras presionaba suavemente sus manos y estiraba su cabeza para besar la frente de la mujer. Grazzia lo observó en silencio, su expresión se comenzó a suavizar levemente, comprendía muy bien lo que su esposo quería de ella, y estaba dispuesta a poner todo de su parte, ella pensaba que él no era responsable de su perdida de memoria y no tenía porque verse perjudicado. -- Está bien, Salvatore – le respondió asintiendo, Grazzia aceptó el pedido de su esposo con voz firme. -- Solo… espero que me des el tiempo necesario y el espacio para comprender bien lo que sucede. Esto… es algo apresurado para mí – Grazzia estaba tranquila de ayudar a su esposo, lo que la ponía nerviosa, era tener que actuar como alguien tan cercana con él, pero debía hacerlo delante de los empleados de la empresa y de cualquier persona ajena a la mansión. Salvatore asintió, reconociendo el nerviosismo en su voz. -- Todo saldrá bien, tienes mi palabra cariño – lleva su mano a los labios y besa suavemente el dorso de su mano. Esa noche ambos se fueron a dormir sin decir más. Compartir la misma cama esa noche y cada noche siguiente fue una constante prueba de autocontrol para Salvatore. Su postura era rígida, y se mantenía siempre del lado derecho, asegurándose de no invadir el espacio de su esposa. Sin embargo, cuando la escuchaba respirar al otro lado, o cuando, por momentos, ella se giraba en sueños y lo rozaba inconscientemente, un impulso contradictorio lo invadía, llevándolo a darse una ducha fría a mitad de la noche. Y en la quietud de la madrugada, Salvatore se sorprendía observándola, cuestionándose a veces, si su enfado con ella era realmente justo. Grazzia, por su parte, sentía la tensión. A pesar de no estar con él todo el tiempo, pues ambos decidieron que Grazzia debía prepararse antes de ingresar a trabajar en la empresa, había momentos en los que la mirada de Salvatore se endurecía de la nada, solo para ablandarse segundos después, como si él mismo luchara contra algo que lo estaba atormentando. Aquellos días en la villa, aunque llenos de cautela y palabras calculadas, habían despertado en ambos una conexión tácita. Pero el regreso a la mansión parecía haber restaurado la frialdad inicial de su esposo. A pesar de dormir juntos, Salvatore se mostraba un tanto distante, aunque cada vez que Carlo o Alessia estaban cerca, Salvatore cambiaba su actitud, algo que confundía mucho a la jovencita. Salvatore se portaba como el esposo perfecto, desplegaba gestos de afecto hacia ella, cuidando de que cada mirada y cada caricia parecieran genuinas. En los desayunos, el hombre colocaba su mano en la de ella mientras le pasaba el pan; al caminar por los pasillos de la mansión, le rodeaba la cintura con firmeza; y al final del día, cuando volvía cansado de trabajar se aseguraba que sus tíos los vieran subieran juntos hacia su dormitorio, mostrándose como un hombre absolutamente devoto y enamorado de su mujer. Sus palabras eran suaves cuando sus tíos estaban presentes, e incluso le dedicaba miradas profundas que no dejaban lugar a dudas sobre la aparente devoción hacia su esposa. Sin embargo, las noches eran cada vez más complicadas, aunque ellos dormían en la misma habitación, compartiendo la misma cama Salvatore se mantenía en su lugar, ocupando su lado de la cama sin cruzar la línea invisible que él mismo había impuesto entre ambos. A pesar de la cercanía física, la barrera emocional seguía intacta, recordándole a él lo que significaba esa mujer en su vida… Aunque la cercanía del otro incomodaba un poco al principio, con los días se fue acostumbrando a ella, sintiendo una seguridad y un calor inesperado al tenerse a su lado. las noches en la mansión Colombo adquirieron una nueva complejidad para Salvatore. Aun si él intentara negárselo, los días pasados durante su luna de miel, en la villa. Lo habían afectado más de lo que estaba dispuesto a admitir. Algo en su esposa, ya sea su fragilidad, su belleza escondida, o quizás simplemente su inocencia, lo estaban por volver loco. Salvatore había empezado a remover partes de él que creía reservadas solo para Luciana. Sin embargo, se obligaba a reprimir cualquier atisbo de emoción, recordándose que Grazzia era la razón por la cual su amada Luciana no estaba junto a él. Durante las semanas siguientes, Grazzia pasó horas en la biblioteca de la mansión, como lo hizo apenas llegó a vivir ahí, sumida en los libros de economía, finanzas y estrategias empresariales cada vez que abría uno de ellos, la información le resultaba extrañamente familiar, como si todo aquello formara parte de un conocimiento previo que solo necesitaba revivir. Salvatore había acordado que ella ingresaría a la empresa tras dos semanas de preparación, pero cuando ese plazo terminó, su actitud hacia ella había cambiado. Cuando por fin pasó el tiempo Salvatore había conseguido meterse en el bolsillo a varios miembros clave, dándose cuenta de que la presencia de Grazzia ya no resultaba tan esencial para respaldar su matrimonio. A pesar de eso, no dejó de notar la dedicación de ella y se cuidó de no mostrar que la mantenía en la mansión por una razón más concreta. Ya que sus tíos, Carlo y Alessia, en lugar de quedarse en la mansión a intentar hacerle la vida imposible, solicitaron cargos ejecutivos en la empresa, solicitud que fue aprobada sin mayores inconvenientes por mayoría. Ya que Marco Olivari se encargó de enviar su voto a favor, además de que el propio Salvatore debió votar por el sí, si no quería que todos sospechen de él. Ahora tenerlos en la compañía le planteaba una amenaza más directa, con ellos rondando por las oficinas, Salvatore prefería posponer la entrada de Grazzia lo más que podía. Una noche, tras una sesión intensa de lectura, Grazzia fue a buscarlo a su despacho. Estaba algo tensa, sospechando que había más razones detrás de su retraso para ingresar a la empresa de las que él le había expuesto. -- Salvatore – le dijo con suavidad, observándolo mientras él revisaba unos documentos en casa. Salvatore se recluía en ese lugar para no tener que subir junto a Grazzia a la habitación, sin embargo, a ella se le pasaba en tiempo en la biblioteca, mientras esperaba que su esposo se libere para subir junto a él, mientras uno comenzaba a huir de las nuevas sensaciones, la otra se acercaba más.
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