¿Quién Soy?

8. No es un juego, tío.

Capítulo 8. No es un juego, tío. Es mi derecho.

Salvatore, consciente de la tormenta que se avecinaba, se limitó a asentir siguiendo a sus tíos hasta el salón principal, sabía perfectamente que ellos intentarían sabotear su matrimonio para mantenerse en el poder.

Ellos no iban a aceptar que él, y no ellos, consiguieran mantener el control de la familia y de las empresas Colombo. Pero, a pesar de todo, Salvatore también sabía que tenía algo a su favor, las reglas de la familia Colombo.

Casado, Salvatore era el heredero legítimo del imperio Colombo, y tenía derecho a exigir la totalidad de las acciones familiares. Si bien aún no sería el dueño absoluto de la compañía familiar, pues al morir sus padres y su abuelo la administración aprovechó el momento de luto para poner a la venta la mitad de las acciones que pertenecían a su familia, quedando para los Colombo el 47.5% de las acciones, una mayoría significativa si lograba obtener el apoyo de alguno del resto de los accionistas clave, por eso era indispensable para él obtener ese 5% que su abuelo le entregó a los Olivari sin ninguna razón lógica, según él. Con esas acciones Salvatore conseguiría hacerse del 52.5% una mayoría perfecta, el control total y el poder absoluto sobre su familia y sobre la empresa a puertas de ser la más poderosa en este país…

-- ¿Qué clase de juego es este, Salvatore? – le pregunta su tío Carlo con voz severa, acercándose a su sobrino de manera amenazante. Sabía que, según los términos del testamento de los padres de Salvatore, su sobrino podía tomar el control de la empresa si contraía matrimonio, algo que ellos no podían permitir. Salvatore nunca había mostrado interés en el poder de los Colombo, Carlo mismo estaba enterado de la empresa que su sobrino había fundado con su mejor amigo Estefano Hope muchos años atrás, y sabía que en los últimos años había crecido económicamente, lo suficiente para mantenerlo ocupado. Además, también sabía que no había tenido tiempo para pensar en el matrimonio, ellos no le habían dejado oportunidad siquiera de hacerlo, lo cual les aseguraba que sus planes de mantenerse en el poder continuarían sin interrupciones… hasta ahora.

Pero con su sobrino casado, las cosas cambiaban. Salvatore tendría derecho a reclamar el control de toda la familia Colombo, incluidas las acciones de la empresa, un poder que llevaban años tratando de mantener para sí mismos, y eso, no lo iban a permitir.

Alessia se mantenía al fondo del salón, con los brazos cruzados y con una expresión de disgusto en su rostro,

-- ¿De verdad crees que con una boda sospechosa vas a ganar todo lo que nos ha pertenecido hasta ahora? – le dice con un tono sarcástico. Salvatore, calmado y sin mostrar emoción alguna, les dirigió una sonrisa fría. Sabía que este enfrentamiento era inevitable, y ahora tenía todas las cartas a su favor.

-- No es un juego, tío. Es mi derecho. Estoy casado, tal como lo estipula el testamento de mis padres. En la asamblea de esta semana, reclamaré el control de las acciones familiares – le respondió con total seguridad, mirando a su tío con desdén.

-- Y ustedes no tienen nada que hacer al respecto – continúo, Alessia se acercó furiosa, iba a levantar la mano pensando darle una cachetada, pero al ver la mirada de demonio de su sobrino, se detuvo en seco.

-- ¡Esto es una farsa total! No puedes haberla conocido y luego haberte casado en tan poco tiempo. Esa chica no es más que una herramienta para tus ambiciones. Estoy segura de que la has contratado para montar todo este teatro, y todos lo verán tal y como lo veo yo – le aseguró, gritando mientras retrocedía hasta su lugar.

Salvatore ya había considerado todos los posibles obstáculos. La asamblea no solo era su oportunidad de tomar el control de las acciones familiares, sino también era la oportunidad perfecta para ganarse la confianza de los otros accionistas y así, asegurar su voto en la junta, obteniendo el control total de la empresa. Aunque solo pudiera reclamar el 47.5% de las acciones familiares, su influencia y sus aliados entre los accionistas restantes le daban una ventaja crucial, y él la necesitaba. Sobre todo, ahora, que su empresa le había declarado la guerra a las empresas Olivari.

Todo este juego de poder comenzó por culpa de ellos, si Marco Olivari no se hubiera metido con la familia de Luciana, Salvatore no habría atacado su empresa, él hubiese continuado su vida, su propia empresa estaba a punto de surgir como un fénix, convirtiéndose en la mejor. Pero las cosas no siempre son como uno las proyecta, y cuando Luciana pidió su ayuda él no pudo negarse, aun cuando sabía que los Olivari eran dueños del 5% de acciones de las empresas Colombo por un regalo que les hizo su abuelo y lo peor de todo fue que la familia de Luciana nunca lo vio así.

Como ellos ya tenían planes para su hija, Salvatore el heredero de los Colombo, que no había querido trabajar en las empresas familiares representaba un estorbo para ellos, cuando fue el único que salió en su defensa luego que Marco Olivari los sacara del mercado bursátil. Ellos mismos crearon un monstruo y ahora el único objetivo de Salvatore era acabar con todos sus enemigos comerciales, y los Olivari estaban encabezando la lista, pero para hacerlo él necesitaba del poder que su familia poseía.

-- Lo que tú pienses no me importa, Alessia. En una semana, cuando me presente en la asamblea, estaré casado y en posición de reclamar lo que me pertenece por derecho. Y ni tú, ni Carlo podrán detenerme – le dice seguro de sí, pero su tía se acerca rápidamente, estaba mucho más molesta ahora y no estaba dispuesta a perder,

-- Eso lo veremos, sabes muy bien que todos los miembros son viejos amigos nuestros, dudo mucho que puedas engañarlos tan fácilmente. Se nota a leguas que no existe amor entre ustedes dos – señala y ríe histérica, intentando parecer segura de lo que afirma.

Salvatore cierra sus puños al lado de su cuerpo, no había pensado en eso. Él creía que tenía todo bajo control, pero no contaba con una clausula del testamento, pues era verdad que para recibir la totalidad de las acciones debía demostrar que su matrimonio era realmente por amor, como lo hubiera sido, si Luciana Novoa fuera la novia… algo que ahora era imposible, él mismo mira hacía el lugar donde se ha quedado Grazzia y sabía perfectamente que lo dice su tía era verdad…

Salvatore estaba jugando una partida peligrosa, y cualquier duda sobre su matrimonio podría arruinar su plan. El consejo de la junta directiva y los otros accionistas no se impresionarían solo con un anillo en el dedo de Grazzia; necesitaban pruebas de que su matrimonio era auténtico. Cualquier sospecha sobre su relación podría desmoronar el control que estaba a punto de obtener. Fue entonces cuando decidió un cambio de estrategia.

Salió del salón dejando a sus tíos malhumorados, fue en busca de su esposa. Aunque le había prometido que respetaría sus deseos y no la tocaría hasta que recuperara sus recuerdos, Salvatore entendió que la clave no estaba solo en mantener las apariencias, sino en convertirlas en algo real. Debía ganarse la confianza de Grazzia y, más que eso, debía ganarse su corazón. Solo así podría crear la imagen perfecta de un esposo enamorado.

Una idea comenzó a formarse en su mente. Si quería que los miembros de la junta creyeran en su matrimonio, primero tendría que hacer que Grazzia creyera en él.

-- Esta semana tendrá que ser nuestra luna de miel – murmuro para sí mismo mientras planeaba sus nuevos movimientos.

Decidido, Salvatore se acercó a su esposa con una sonrisa encantadora, aquella que siempre utilizaba cuando quería obtener algo de los demás, pero esta vez debía ser más genuino. Estaba dispuesto a hacer todo lo necesario para lograr su objetivo, y eso implicaba jugar el papel del esposo perfecto.

-- Grazzia cariño, he estado pensando… Si bien, es cierto que no recuerdas nada sobre nosotros. Eso no significa que semana no deba ser especial. Después de todo, estamos recién casados, quizás esto te ayude y tus recuerdos lleguen naturalmente – le dijo, tomando su mano entre las suyas con suavidad.

-- Además, la presencia de mis tíos en estos momentos no es bueno para nosotros. Quiero que tengamos tiempo para conocernos nuevamente, para disfrutar de este momento como una verdadera pareja. ¿Qué te parece si vamos a un lugar tranquilo, lejos de todo? Solos tú y yo – Grazzia lo miró confundida. Aunque le resultaba difícil recordar cómo había llegado a enamorarse de él, no podía negar que Salvatore parecía sincero con sus palabras. Algo en su interior la empujaba a confiar en él, al fin de cuentas era al único que parecía recordar, aunque sea vagamente, aun cuando su mente no pudiera darle las respuestas que tanto buscaba, el rostro de Salvatore era el único que ella tenía a sensación de recordar.

-- ¿A dónde te gustaría ir? – le preguntó con algo de cautela, pero su voz tuvo un tono de curiosidad que Salvatore notó al instante y del cual se pudo aprovechar.

-- A mi Villa en la costa, ¿la recuerdas? – le preguntó ansioso y al verla negar se sintió desilusionado, algo que la hizo sentirse culpable. Él la observó por el rabillo del ojo mientras continuó,

-- Es un lugar hermoso, perfecto para relajarnos y disfrutar el uno del otro. Sin presiones, ni expectativas. Sin mis tíos que nos molesten, solo nosotros dos – su tono era suave, pero lleno de determinación.

La propuesta de su esposo le resultó tentadora, y Grazzia, aunque insegura, no pudo evitar sentirse atraída por la idea de estar a solas con él, en un lugar tranquilo, apartado de todos y tan idílico como parecía ser. Quizás estar lejos de la mansión y de la constante presión de aprender a cocinar, para luego tener que limpiar sus propios desastres, la ayudarían a recordar.

Y ahora con los tíos de su esposo recién llegados, quienes al parecer no la consideran digna para su sobrino, alejarse de aquella mansión era su mejor opción, y al menos, la ayudaría a sentirse más en control de su vida, pensó ella mientras aceptaba la propuesta.

-- Está bien Salvatore aceptó, creo que también puede ser beneficioso para mi memoria – culminó, esperando que, en aquella Villa, algunos de sus recuerdos volvieran a su mente.