Capítulo 17. Entonces, ¿por qué esperar más?
La conversación fluyó con una facilidad que los sorprendió a ambos. Hablaron de temas triviales, rieron de comentarios espontáneos, recordaron los días que pasaron en la Villa, el único recuerdo en común que podrían compartir por ahora, prometiendo volver ahí en algún momento en que la empresa este menos demandante con su Director General, y compartieron miradas que, de algún modo, se sentían más sinceras y extrañas que nunca.
La tensión habitual entre ellos se desvaneció y Salvatore sintió en ese momento, al estar junto a su esposa, algo muy parecido a la paz.
Al final de la cena, cuando se dirigían de vuelta a la mansión, Salvatore decidió continuar con lo que había planeado. Se bajo del auto, lo rodeo y le abrió la puerta de este a su esposa, él esperó a que Grazzia bajara del auto para tomar su mano e ingresar juntos a la mansión. Los ojos de Salvatore estaban fijos en su esposa, quien había bebido una copa de vino, algo que no la había visto hacer desde que la conoce, él intentaba descifrar cada expresión de su rostro, y lo que ella estaría pensando en ese momento tan especial.
Ya en la habitación, él se quitó la chaqueta con tranquilidad, caminando hasta Grazzia, que lo miraba con una mezcla de expectativa y nervios. Tenían cerca de dos meses de casados y Grazzia sentía como su corazón latía acelerado.
-- Salvatore – le dijo ella en voz baja, no sabía que esperar, pero toda la velada fue demasiado encantadora, casi irreal.
-- ¿Qué esperas que suceda esta noche? – él no respondió de inmediato; en cambio, se acercó lentamente hasta quedar tan cerca que podía escuchar su respiración, posando su mano en la mejilla de su esposa le susurro.
-- Espero que las cosas pasen sin pensar – murmuró, con una intensidad que la hizo estremecer,
-- Espero que esto sea suficiente para ayudarte a recuperar algo de lo que has olvidado, lo que siento por ti… – de pronto se quedó en silencio, comenzaba a arrepentirse de lo que había anticipado, pero Grazzia respondió rápidamente, ella temía que él se fuera a retirar, y respirando con dificultad mientras sentía su cercanía, sin apartarse respondió.
-- ¿Y estás seguro de que es la solución? –
-- No lo sé – admitió su esposo con honestidad.
-- Pero, esta noche... solo quiero averiguarlo –
En la penumbra de la habitación, Salvatore la observa en silencio. La cena, los detalles y las palabras dulces que habían compartido parecían crear una atmósfera diferente a la que Grazzia estaba acostumbrada, una que ella pensaba reflejaba el amor sincero de su esposo.
-- Yo… digo tú has sido tan… atento. No pensé que fueras el tipo de hombre que se preocupaba tanto por los detalles – le dice Grazzia mostrando una sonrisa tímida, ella también había pensado que todo cambiaria después de esta noche, y que quizás la ayude a recuperar algunos de sus recuerdos,
-- ¿Y qué tipo de hombre pensabas que era? – le pregunta él mientras se acerca más a su esposa,
-- Alguien… distante, tal vez. Alguien que nunca se detendría a observarme como lo has hecho esta noche – Grazzia hace una pausa, levanta la mirada y lo mira directamente,
-- Pero siento que esta vez hay algo… diferente –
-- Tal vez… soy yo el que finalmente está descubriendo lo que tengo frente a mi – susurra, mientras baja su cabeza buscando sus labios,
-- Entonces tal vez no sea solo tú has descubierto lo que tienes frente a ti, yo también lo he hecho y quiero que esta noche sea el inicio de algo más… de algo real – Grazzia podía sentir la respiración agitada de su esposo, mientras besaba su cuello con suavidad,
-- ¿Y si te dijera que no estoy seguro de merecer esto? – Salvatore respira sobre oído mientras susurra las palabras con dificultad, intentando medir cada una de ellas, pero sintiendo que estaba a punto de perder el control.
-- ¿De merecerte? – susurra antes de tomar los labios de su esposa, él la beso apasionadamente, sin dejarla ir hasta que ambos se quedaron sin aliento,
-- No entiendo por qué dices eso. Yo… Salvatore, todo lo que quiero es que estemos juntos. Que dejes de lado esa distancia que a veces siento en ti. Para mí eres… eres todo – Grazzia hizo una pausa, llena de emoción antes de terminar su dialogo.
-- Grazzia, si tan solo supieras… – se interrumpe, mirándola a los ojos, atrapado entre sus propios deseos y las sombras de sus planes,
-- No hay nada que desee más que eso – el hombre estaba perdido y lo sabía, pero no estaba dispuesto a dar marcha atrás, su esposa sorprendida y sonriendo suavemente, se acercó más a él,
-- Entonces, ¿por qué esperar más? – le susurro. En ese instante, cualquier palabra quedó en el aire mientras Salvatore finalmente se rendía a la cercanía y la conexión que habían esquivado hasta ese momento, consciente de que el amor verdadero de Grazzia era más poderoso de lo que había previsto.
Sin decir más palabras, la besó en los labios. Un beso que comenzó suave y que, lentamente, se intensificó. La duda que había en él se fue disipando por el calor del momento y, ambos se entregaron al deseo que habían reprimido desde su Luna de miel…
Horas después, Grazzia dormía, tranquila y apacible, mientras Salvatore la observaba en silencio, fue la primera vez que ella tuvo relaciones con un hombre, y ambos se asombraron de aquello, ella porque el dolor que sintió la hizo reaccionar en el momento, pensando que su esposo realmente la respeto durante su etapa de enamoramiento, y él intentando pensar si lo que estaba haciendo, estaba bien…
Salvatore había esperado sentirse liberado luego de consumar su matrimonio, que el fuego que ardía cada noche se apagara luego de tener a la mujer, que la distancia emocional que intentaba mantener volviera a colocarse entre ellos. Pero, en lugar de eso, el Director General de la empresa Colombo terminó sintiendo una necesidad aún mayor por su esposa, por estar cerca de ella y por poseerla una y mil veces más.
Él se llevó una mano a la frente, frustrado y confundido. Aquella noche había cambiado algo en su interior, algo que, lejos de liberarlo, lo estaba atando mucho más a Grazzia. Había intentado apagar el fuego y, sin embargo, ahora ardía más fuerte y feroz que nunca.
Salvatore despertó en medio de la noche cuando Grazzia, aún dormida, rodó y se apoyó sobre él. A diferencia de las noches anteriores, esta vez él no necesitaba salir corriendo para darse la acostumbrada ducha de agua fría. El vínculo que habían compartido durante la cena y el instante de entrega que siguió parecían haber roto la última barrera entre ellos. La observó por unos segundos, tomando conciencia de que la cercanía de su esposa ya no era algo que le resultara desagradable o incómodo, sino que se sentía natural, como si hubiera sido así desde siempre.
Salvatore beso los labios de su esposa, murmurando su nombre con suavidad. Ella se movió apenas, y sus ojos se abrieron lentamente, sorprendida de la posición en la que estaba, pues ella era quien estaba sobre él, al percatarse de esto una sonrisa vergonzosa y somnolienta apareció en sus labios.
-- ¿Salvatore…? ¿No puedes dormir? – le dijo con voz suave mientras intento regresar a su lugar, pero su esposo la abrazo por la cintura, impidiéndole que se mueve de donde estaba,
-- Desperté y te vi aquí, y me di cuenta de cuánto había deseado este momento – susurro acariciando su cintura y levantando una mano para acodar un mechón de cabello detrás de su oreja,
-- ¿De verdad? Es extraño oírte hablar así… pero me gusta. No sabía que todo esto sería así entre nosotros. Yo… no recordé nada anoche, pero pude darme cuenta de como me has respetado hasta hoy – le dice tímidamente, acercándose un poco más, mirándolo con ternura.
-- Ni yo… pero aquí estamos. Tal vez por fin estoy entendiendo lo que todo esto significa -- respirando hondo, en un tono casi vulnerable.
Grazzia sonrió y dejó caer su cabeza sobre su pecho. El silencio entre ellos ya no era distante, sino que ahora se sentía cómodo. En ese momento, mientras su esposo giraba sobre él para colocarla debajo suyo, Salvatore comprendió que estar con ella se estaba volviendo más importante de lo que había anticipado, como si en su búsqueda de poder hubiera encontrado algo aún más valioso.
A la mañana siguiente, Salvatore despertó antes que Grazzia y, al verla dormir tan plácidamente, decidió sorprenderla. Salvatore cargó suavemente a su esposa para llevarla a darse un baño con él, ver su cuerpo perfecto y desnudo lo despertó nuevamente, y ellos estuvieron juntos por tercera vez, entre risas y miradas cómplices, compartieron ese momento lleno de ternura e intimidad, sintiendo que eso era su refugio mutuo.
Después de su baño, bajaron tomados de la mano para desayunar. Grazzia aún sonreía, recordando la noche que habían compartido, todo para ella era un sueño del que no quería despertar, pero cuando Salvatore, sin previo aviso, dejó una pastilla en su mano antes de que tomara su jugo ella lo miró sin entender lo que pasaba.
-- ¿Qué es esto, Salvatore? – le preguntó mirando la pastilla desconcertada,
-- Es para evitar un embarazo no deseado. No quiero que tomemos decisiones apresuradas, cariño. Aún hay cosas que… que debo poner en orden – le dijo en tono casual, pero la sonrisa en el rostro de Grazzia se desvaneció de inmediato. Algo en esas palabras apagó la ilusión que había sentido al despertar esa mañana, y el ambiente entre ellos de pronto cambió.