Capítulo 13. Procederemos a registrar en Matrimonio legal.
La intervención del doctor Park había generado un cambio inmediato en el ambiente de la sala. Su palabra era siempre respetada, tanto por su integridad como médico, como por su lealtad a la familia Colombo y a todas las familias presentes. Su intervención disolvió la desconfianza de muchos de los accionistas más jóvenes. Y ahora las palabras de Marco Olivari terminaron por confirmar que la esposa de Salvatore y su matrimonio eran tan real como la presencia de todos en aquella reunión. La mayoría, tras intercambiar miradas de aprobación, parecieron relajarse al aceptar finalmente que el matrimonio de Salvatore Colombo era genuino.
Con el respaldo del presidente, del doctor Park y la aceptación de la junta, Salvatore se permitió un ligero gesto de satisfacción, sabiendo que había superado uno de los mayores obstáculos para consolidar su posición en la familia, ahora tendría todo el poder de la empresa Colombo.
-- Procederemos a registrar en Matrimonio legal del único heredero de la familia Colombo – señala el presidente Cerdeña, y Marco frunce el ceño tratando de entender lo que estaba pasando, de pronto como en cada reunión, la secretaria lee las acciones que deberían seguir a dicho registro. El rostro de la cabeza de los Olivari, así como el de los más veteranos fue de sorpresa total, ellos porque no esperaban que las cosas pasaran tan rápido, y él porque al oír lo que seguía comprobó que no estaba equivocado, Salvatore Colombo buscaba el poder de la empresa y en ese momento estaba a punto de conseguirlo…
Con el registro oficial del matrimonio de Salvatore en el acta, la asamblea se preparó para una votación crucial, la transferencia del 47.5% de las acciones que todavía pertenecían a la familia Colombo, y que habían sido hasta entonces administradas por Carlo y Alessia, y que en ese momento pasarían a nombre del joven heredero.
Carlo y Alessia, conscientes del cambio que esto representaba para ellos, se mantenían en silencio, aunque sus rostros reflejaban la evidente incomodidad que sentían.
A medida que avanzaba la votación, las divisiones en la sala se hicieron evidentes. Los miembros más veteranos, algunos de los cuales mantenían una estrecha relación de amistad con el tío de Salvatore, optaron por respaldar la continuidad de su gestión, aduciendo que la empresa se encontraba en una excelente posición gracias a ellos.
-- Que quede claro que no cuestiono la legitimidad del matrimonio de Salvatore, pero prefiero la estabilidad de la empresa – dijo uno de ellos, sin temor a enfrentarse a su verdugo si Salvatore ganaba esa votación.
-- Voto por mantener las cosas como están, no pienso alterar la posición que Carlo y Alessia representaban – menciono otro, que también prefirió votar en contra del heredero, aun sabiendo que, de acuerdo con lo registrado en el testamento familiar, Salvatore era el único heredero y debía asumir el control de la empresa luego de contraer matrimonio.
-- Yo pienso similar a mis colegas, por eso mi voto es en contra – continuó otro más.
Sin embargo, la nueva generación de socios más jóvenes y con ideas renovadas, miraba hacia el futuro. Muchos veían en Salvatore una oportunidad para revitalizar el legado de su familia, y en silencio compartían una determinación común, apoyar al hombre que estaba por convertirse en el más poderoso del país, así su ascenso al poder sería equitativo para ellos y sus familias.
Con el peso de estos votos, el apoyo a Salvatore comenzó a superar la resistencia de los antiguos aliados de Carlo.
Marco Olivari, por su parte, se mantuvo firme en su negativa de apoyarlo en esta toma de control, recordando las razones por las que no confiaba del todo en Salvatore, sabía muy bien que aunque ellos tuvieran ese cinco por ciento de las acciones y estas estén a nombre de su hermana, Salvatore con el poder que obtendría podría destruirlos con mayor facilidad, Marco no confiaba en que los conocimientos de su pequeña hermanita, superen la maldad de un hombre experimentado como Salvatore, aunque la amaba demasiado, él era un hombre machista y sobre protector y si tenía que mantenerla escondida para protegerla, lo iba hacer.
Marco se mantuvo fiel en el bando de los veteranos, sin embargo, sus votos negativos no fueron suficiente para frenar el avance de la oposición.
Finalmente, con una ligera mayoría, el voto inclinado hacia el "sí" resonó en la sala de juntas, y el 47.5% de las acciones familiares pasaron oficialmente a manos de Salvatore Colombo, quien fue nombrado Director General. Esté, con una expresión serena y controlada, ocultaba el orgullo y la satisfacción que sentía por haber logrado lo que parecía un imposible.
Salvatore, sabía que había ganado una batalla, pero no la guerra. Su tío Carlo junto con su esposa Alessia, sintiéndose humillados por la derrota, fueron los primeros en retirarse de la sala de juntas sin decir una palabra, pero sus miradas aterradoras y furiosas, no dejaban lugar a dudas de lo que estaban sintiendo, advirtiéndoles a todos, que no se quedarían de brazos cruzados.
Su sobrino era ahora el titular del 47.5% de las acciones de la empresa y el nuevo Director General, y si a eso le sumaban el apoyo de los votos a favor que recibió, lo ponían en la misma o incluso mejor posición de poder que ellos acababan de perder…
Cuando la reunión se disolvió, Salvatore se alistó para salir del salón acompañado de sus nuevos aliados, quienes lo felicitaban por su éxito y murmuraban entre ellos las posibilidades de cambio que vendrían para la empresa, pues la mayoría no llegaba a los treinta y cinco años de edad. Los más jóvenes siempre fueron minoría en la junta y ahora con Salvatore veían que por fin podrían tener voz. Sin embargo, apenas cruzaron el umbral de la salida, se encontraron cara a cara con Marco Olivari, quien había esperado pacientemente la salida del nuevo Director General de la empresa Colombo.
-- Felicidades, Colombo. No muchos tienen el estómago para hacer lo que tú has hecho hoy – le dice en tono sarcástico, Salvatore manteniendo la misma expresión fría de siempre, lo miró serio y respondió,
-- Eres un invitado aquí, Olivari. Te sugiero que recuerdes eso –
Marco sonrió al oírlo, pero sus ojos reflejaban cierta satisfacción. Él no pensaba que hubiera sido derrotado, ya que su verdadera lucha contra Salvatore apenas estaba comenzando. Marco todavía tenía el 5% de las acciones a nombre de Grazzia, y aunque parecía una cantidad insignificante, si conseguía poner al 47.5% en contra del Director, alcanzaría la mayoría en la siguiente junta, suficiente para sacar de su posición a su enemigo, sabía que no podría quitarle ese 47.5% de acciones, pero podrían quitarle el cargo de Director General y con ello una buena parte de su poder. Marco continúo mirándolo, sabiendo que para preparar su plan tenía bastante tiempo.
-- Te sugiero que seas tu quien recuerde que poseo el 5% de las acciones de tu empresa, no soy un invitado Colombo, soy un accionista – le recordó Marco y observó como alguno de los accionistas Jóvenes lo miraron de reojo, mostrando su admiración al ver la forma como se enfrentaba a Salvatore, y luego de notar el creciente interés de esos mismos accionistas por él, pensó que debía acelerar sus propios planes.
Salvatore se quedó en la empresa luego de recibir su cargo, el presidente de la junta lo llevó a lo que sería su nueva oficina, la misma que se encontraba en el último piso del edificio.
-- Acá empezaras a trabajar, Director – el presidente Cerdeña le dio una palmada en el hombro antes de salir, Salvatore había pedido algunos documentos, quería revisar como estaba la empresa ahora que iniciaba como Director General, el máximo cargo que existía en ella.
-- Muchas gracias por el apoyo presidente Cerdeña. Sin sus palabras el resultado pudo ser otro – le dice Salvatore y el hombre asiente aceptando el agradecimiento,
-- Es lo que tu abuelo hubiera querido Salvatore, no olvides que él y yo éramos muy amigos – menciona el anciano, al recordar la hermosa amistad que tuvo no solo con el abuelo de Salvatore, sino también con el abuelo de Marco Olivari. Los tres hombres en su juventud eran los mejores amigos.
-- Espero conocer a la señora Colombo pronto – le dice al momento de cerrar la puerta, dejando a Salvatore solo y rodeado de muchos documentos.
Salvatore revisó todo lo que pudo en el tiempo que estuvo ahí, además, de unos gastos excesivos de parte de sus tíos no veía nada sospechoso en los movimientos de la empresa en el último año, y al sentirse cansado reviso su reloj, eran cerca de las ocho de la noche, había pasado todo el día en la empresa, se levantó de su silla, dejando todavía algunos documentos por revisar y salió de regreso a la mansión Colombo.
Al llegar, Salvatore se encontró ahí con sus tíos, el hombre había pensado que Carlo y Alessia luego de su derrota volvían de donde vinieron, pero se equivocó. Los encontró en el salón principal, ambos cómodamente sentados como si nada hubiera cambiado. Alessia, con una copa de vino en la mano, lo miró con su acostumbrada soberbia, no había ni una pisca de cariño en su mirada, mientras que su tío Carlo apenas desvió la mirada de su teléfono para fijarse en él.
-- Salvatore – lo llamó su tío con un tono seco, apenas mostrando una sombra de interés –
-- Parece que no perdiste tiempo en tomar el control de la empresa – levanta la mirada de su teléfono, donde tiene imágenes de su sobrino revisando todos los documentos de la empresa. Salvatore sin mostrar ninguna reacción ante su comentario, pues sabe muy bien que su tío esta dolido por haber perdido su poder, solo finge no haberlo escuchado, e intenta presionarlos para que abandonen la mansión,
-- Tío Carlo, no esperaba encontrarlos a mi regreso. Pensé oír que dejarían la ciudad si las cosas en la reunión no salían como esperaban – le respondió Salvatore, ignorando su comentario mientras los observa detenidamente. Alessia soltó una risa suave, una mezcla de desdén y desafío.
-- Querido, ¿por qué deberíamos irnos? Después de todo, esta casa es más nuestra que tuya, antes solías venir… ¡nunca! – exclamó ella recordándole que quienes vivían en la mansión eran ellos, y no él.