Capítulo 10. Nos veremos en la junta doc.
Al final de la semana, cuando llegara el momento de volver a la realidad y ellos tuvieran que asistir a la asamblea, Salvatore no solo tendría el control de las acciones de la familia Colombo, sino también tendría el corazón de la mujer que todos creían era su esposa por amor, lo que no espera él, es que, en algún rincón profundo de su corazón, él también comenzara a sentir algo por esa pequeña, dulce y hermosa mujer.
La última noche en la villa, antes de regresar a la ciudad, listo para asistir a la asamblea, Salvatore la sorprendió con una cena en la playa. La arena estaba decorada formando un camino con velas sobre y luces en unas antorchas, al final del mismo una pequeña mesa esperaba por ellos junto al mar.
-- No tenías que hacer todo esto... – le dijo Grazzia, sonriendo mientras se sentaban.
-- Quería que este fuera un momento especial, uno que no pudieras olvidar nunca, incluso cuando recuperes la memoria. Quiero que recuerdes que, pase lo que pase, siempre estaré a tu lado – Grazzia lo miró fijamente, intentando desentrañar si había algo más detrás de sus palabras, pero todo lo que veía en él era sinceridad. No podía negar que su corazón latía más rápido cada vez que Salvatore la miraba de esa manera, y para Grazzia era verdad que los días que pasaron juntos no le sirvió para recuperar su memoria, pero era también verdad que le sirvieron para que su corazón recuerde los sentimientos que debía tener por el hombre con el que se iba a casar, porque ella estaba segura ahora más que nunca, que lo que sentía por él era amor, y que lo que él sentía por ella también lo era. Pues así la hacía sentir él, como si ella fuera la única persona que existiera en el mundo.
Y así, los días en la villa no solo fortalecieron la imagen de un matrimonio feliz ante los ojos de los demás, sino que también crearon un vínculo que ni siquiera Salvatore Colombo esperaba. Lo que empezó como una estrategia, se estaba convirtiendo en algo mucho más complicado. Ahora, al volver a la realidad de la mansión y a la asamblea, Salvatore se enfrentaba a una verdad inesperada, no solo debía engañar a los demás, sino que también se debía engañar a sí mismo sobre lo que realmente sentía por esa jovencita de quien no sabía nada además de su nombre, Grazzia. Y a quien había convertido en su esposa…
De regreso en la ciudad, Salvatore observa a sus tíos con una mezcla de desdén y satisfacción contenida. Sabe que al día siguiente era la reunión y él marcaría el inicio de su control sobre la familia Colombo y, si todo salía como esperaba, también sobre la empresa familiar. El haber regresado casado era la carta que necesitaba para exigir el respeto y el poder que por derecho le pertenecían. Su matrimonio era más que una simple unión, era su garantía al poder absoluto y a la estabilidad de su compañía.
Grazzia, por su parte, se sentía más segura y reconfortada tras su estancia en la Villa. A pesar de sus dudas y de su falta de recuerdos, había comenzado a aceptar la idea de su matrimonio y, aunque las actitudes frías de los tíos de Salvatore seguirían incomodándola, estaba decidida a apoyar a su esposo en todo lo que fuera necesario.
Sin embargo, Alessia la tía de Salvatore, tenía otros planes preparados para ella. Esa mañana, con una sonrisa cuidadosamente disimulada, se acercó a Grazzia fingiendo simpatía, no podía permitir que su sobrino se presentara con su esposa en la junta, menos después de ver la conexión que ambos parecían tener, y la actitud con la que volvió la jovencita luego de su luna de miel,
-- Querida, sé que has pasado por mucho, y todos aquí somos conscientes de ello. He estado pensado en nuestra terrible actitud, mi esposo y yo no hemos sido precisamente los mejores anfitriones, el problema es con nuestro sobrino y no contigo. Pienso que un gesto de paz entre nosotras dos, sería lo mejor antes de la junta – sonrió extrañamente mientras no dejaba de observar el comportamiento de Grazzia,
-- Después de todo, ahora somos una familia – le dijo, y le entregó un bocadillo cuidadosamente preparado por ella.
Grazzia, sin motivo para desconfiar, y recordando que en este momento no tenía ningún recuerdo de una familia, además de su esposo aceptó el pequeño bocadillo que Alessia le ofreció. Sin saberlo, comió parte de él, sin embargo, al minutos después comenzó a sentir un extraño dolor abdominal, luego tuvo que correr hacia el baño de su habitación. Un poco débil y mareada, sintiéndose incapaz de acompañar a su esposo al evento más importante de su vida, Grazzia caminó hasta llegar a la cama, con la piel pálida y el cuerpo tembloroso se acostó sobre ella. Para cuando Salvatore fue a buscarla, Grazzia apenas podía levantarse de la cama,
-- ¿Estás bien? ¿Ocurrió algo durante mi ausencia? – le preguntó confundido y algo intrigado, no llegaba a comprender lo que había pasado en solo unos cuantos minutos que estuvo alejado de ella,
-- Me siento mal, creo que lo que comí, no me ha caído bien – le dice Grazzia tocando su estómago con ambas manos y encogiendo sus piernas de dolor, Salvatore frunce el ceño tratando de entender, iba a bajar y despedir a toda los empleados de la mansión, cuando Grazzia menciona a su tía…
La furia de Salvatore fue instantánea al comprender lo que estaba ocurriendo. Sus tíos sabían que Grazzia era su carta más fuerte y, si ella no estaba presente, la legitimidad de su matrimonio quedaría en entredicho, molestó se acercó a la puerta del dormitorio y al abrirla se encontró con la culpable frente a frente, él lanzó una mirada amenazante a Alessia, quien había estado esperando ver su triunfo todo el pasillo, con una sonrisa apenas perceptible en sus labios.
-- Espero que disfruten de esto mientras dure – les murmuró entre dientes Salvatore, decidido a no permitir que este incidente frustrara sus planes. Al final, la junta de accionistas lo vería llegar solo, pero eso no evitaría que presentara el certificado de matrimonio con Grazzia y mucho menos que exigiera la posición que había planeado obtener. Sus tíos habían ganado esa pequeña batalla, pero Salvatore no tenía intención de perder la guerra que apenas comenzaba.
El hombre se comunicó con el médico de la familia y le pidió que fuera a la mansión para atender a su mujer, algo que sus tíos no esperaron que hiciera. Pues el doctor Parker era uno de los accionistas minoritarios en la empresa, y estaría presente en la reunión.
Al llegar, el doctor Parker asombrado al enterarse que Salvatore estaba casado subió a la habitación y se encontró con Grazzia, la jovencita visiblemente aturdida lo recibió intentando ser amable. Salvatore de pie al lado de la cama mostraba un rostro lleno de preocupación,
-- ¿Dime Salvatore que fue lo que paso? – le preguntó el doctor, mientras revisaba a su esposa.
-- Mi esposa comió algo pesado esta mañana doc., salí un momento y al parecer mi tía Alessia le ofreció uno de sus bocadillos especiales – le dice el empresario en tono severo observando la puerta de su habitación, el doctor que conoce muy bien a la familia frunce el ceño el oírlo, luego observa los ojos de la jovencita, le pide que saque la lengua para observarla en detalle, luego nota algo en ella.
-- ¿Qué tipo de síntomas tienes? – le pregunta, y Grazzia comienza a detallar todo lo que siente, el galeno asiente comprendiendo al segundo lo que pasa con ella, y sonríe al notar la forma como habla, su entonación, el uso de palabras, todo indicaba que la joven pertenecía a una familia excelente, y por su tono parecía no ser del país.
Luego de terminar, el doctor mira a Salvatore y le hace una seña para que salgan de la habitación,
-- ¿Sabe tu esposa que hoy es la junta de accionistas? – le pregunta el doctor a Salvatore, y él asiente serio.
-- Mi esposa sabe todo referente a mi doctor, no guardo ningún secreto con ella – le informa de lo más sínico. El doctor suspira comprendiendo la situación,
-- Al parecer tu tía no quiere que tu mujer te acompañe Salvatore, ella estará bien. No fue mucho lo que comió, pero debes tener mucho cuidado con ella, no es tan fuerte como tú. Además, no debe estar acostumbrada a los alimentos que comemos en este país – le informa el Doc. y Salvatore asiente, esa confirmación de que su tía fue la culpable de su malestar era un gran punto a su favor, ahora sabe que, de haber cualquier malentendido en la junta, tiene alguien que saldrá en su favor.
-- Me gustaría quedarme con ella, pero si lo hago mis tíos se saldrían con la suya – susurra Salvatore, y el doctor mueve la cabeza aceptando su comentario, abre su maletín y saca una medicina de él,
-- Tu esposa debe tomar una pastilla cada seis horas, con esto ella se pondrá bien. No dejes que esto vuelva a pasar muchacho – sus palabras son recibidas con una sonrisa en los labios, Salvatore, un hombre de veintinueve años de edad y todavía a alguien que lo llama muchacho.
-- Nos veremos en la junta doc. – se despide Salvatore, ingresando a la habitación con la botella de pastillas en la mano, Alessia y Carlo estaban en su habitación, ambos arrepentidos por la pésima jugada que hicieron.