¿Será qué es amor?

HUMILLADA

CAMILLE

Daniel me tomó con fuerza del brazo, quería quejarme, pero sé que sería aún peor. Quería llamar a mi padre para que me sacara de este maldito lugar; sin embargo, no quería involucrarlo y que a él también le hicieran algo por mi culpa.

Daniel y Denise se fueron en un auto, mientras que a mí me mandaron en otro. El chofer de Daniel me saludó; supuse que el otro chofer era el de Denise.

—¿Cómo se encuentra, señora? —preguntó con alegría.

—Mal Charlie —respondí sinceramente— realmente me siento mal, todo se ha ido al carajo y ni siquiera sé si algún día podré recuperar el amor de Daniel, al parecer… —tomé un respiro profundo, para tener el valor de hablar— me odia.

—Lo siento mucho, señora, al parecer, todos en la familia e incluso los empleados, saben sobre… —Me miró con un poco de lástima— no hace falta decirlo, y no creo que el señor la odia, solo se encuentra herido —negué con la cabeza.

—¿Herido? —me burlé de mí misma, pero enseguida capté las palabras que me acaba de decir Charlie— ¿Todos lo saben?, ¿sabes cómo se enteraron? —pregunté un poco alterada.

—Así es señora, al parecer, una de las empleadas escuchó a la señora West y bueno, ya sabe cómo son todos.

—¿Sabes qué es lo que me pasará de ahora en adelante?, Daniel me trata como si no fuera nada en su vida, pero en verdad yo lo amo, jamás habría hecho eso para lastimarlo.

—Lo sé, señora, y creo que él también lo sabe; sin embargo, se siente traicionado y su ego se encuentra por los suelos, quizá logre olvidarlo dentro de unos meses.

—Sinceramente, Charlie, lo dudo —trató de animarme.

El resto del camino, solo pude mirar por la ventana y pensar en lo que Daniel estaba tramando, pero no se me ocurrió nada. Ni siquiera me di cuenta cuando estábamos por llegar, hasta que Charlie me avisó.

—Ya casi llegamos, señora, ¿se encuentra más tranquila?

—Gracias, Charlie —regresé a mi realidad— y la verdad es que no, la ansiedad se encuentra haciendo su trabajo a la perfección.

—Señora, no ha pensado que esto… pudo haberlo tramado alguien —fruncí el ceño—. Piénselo bien, ¿quién la odia tanto como para causarle tal daño? Debió ser alguien que…

—La verdad yo pienso que todo esto fue tramado por Waller, es la única persona que quiere ver destruido a Daniel y ¡vaya que lo logro!, lo hizo a través de mí.

—Pero… ¿Él que ganaría con eso?

—No lo sé, pero muy pronto lo averiguaré —anuncié tajante.

Una vez que el auto se detuvo, bajé de este mientras escuchaba que Charlie me deseaba buena suerte. Le agradecí, porque, al parecer, la voy a necesitar y mucho.

Caminé lentamente hasta donde Daniel y su madre me esperaban, ambos con mala cara, por supuesto; no obstante, lo que me esperaba una vez dentro ni en mis peores sueños lo llegué a imaginar.

—Vamos —habló Daniel, su madre se colgó de su brazo.

Una fila de empleados aguardaba en la entrada, y uno de ellos cometió el terrible error de darme la bienvenida.

—Bienvenida, señora West —anunció alegremente el empleado, mientras Daniel y su madre detuvieron su andar.

—Espero que esa bienvenida tan efusiva se la hayas hecho a mi madre y no a esta… —me miró de arriba abajo y yo solo pude agachar la mirada— zorra.

Unos cuchicheos fueron lo único que pude escuchar, me queda más que claro, que en este lugar seré la mujer más infeliz del planeta.

—Lo siento, señor, lo decía por su… esposa —ahora habló con miedo.

—Será mi esposa solo en papel, pero de ahora en adelante, la tratarán como a una igual, no habrá ninguna distinción entre ustedes y ella, así que no hace falta tanto formalismo.

Continuaron con su andar como si nada, mientras yo no podía siquiera mirar a los empleados, quienes, al parecer, no se esperaban esa respuesta de su parte.

—¡Oye, tú! —Daniel me gritó, pero me negué a darle la satisfacción de verme derrotada, por ello no me moví.

Entonces, lo escuché regresar, como aún mantenía mi cabeza, mirando hacia abajo. Solo pude ver las puntas de sus zapatos, frente a mí.

—¿Estas sorda?, ¿no escuchaste que te llame?

—Me llamo Camille, no, “tú”, si quieres que haga caso, por lo menos... —al parecer ya se le estaba haciendo costumbre el abofetearme, porque volvió a hacerlo nuevamente.

—Bien, Camille —lo miré, su sonrisa era completamente malévola—. Tú misma te estás ganando que me comporte de esta manera contigo, si eso es lo que quieres, entonces así lo haré.

Me tomó del cabello con fuerza, para llevarme dentro de la casa de su madre, ni siquiera sabía hacia donde nos dirigíamos, así que solo lloré durante todo el trayecto, hasta que finalmente nos detuvimos frente a una pequeña habitación.

Yo sabía que esa parte de la casa era donde dormían todos los empleados, aunque no imaginé para qué me traía aquí.

—Necesito que tomes el uniforme que está sobre la cama y lo lleves a la sala, te esperaré allá, no me hagas venir por ti, porque te aseguro que no te gustará.

Se dio la vuelta y se marchó, dejándome ahí. Entré a la habitación, y miré a mi alrededor, solo había una cama, un pequeño mueble y un baño. Agarré el uniforme entre mis manos, no tenía idea de para qué me hizo hacer esto, pero no quería que me volviera a maltratar.

Una vez que llegue a la sala, Daniel y su madre ya me esperaban ahí, al igual que todos los empleados, y cuando me refiero a todos, es todos.

—Pueden darle la bienvenida a su nueva compañera de trabajo —abrí mis ojos como platos, ¿su nueva compañera?, miré a Denisse y ella solo reía con satisfacción, después miré a Daniel, quien ni siquiera me miraba a mí— ahora, cámbiate, Camille, ese uniforme es lo único que podrás portar todos los días, espero que te acostumbres.

Sinceramente, no tenía ganas de que Daniel me volviera a maltratar, por ello, me armé de valor, y me di la vuelta para regresar a la habitación y cambiarme, pero Daniel me detuvo.

—¿A dónde crees que vas?, he dicho que te cambies, o necesitas que te lo deje más claro.

—Iré a la habitación a…

—No te pedí que regresaras a cambiarte a la habitación, lo harás aquí, frente a todos. Si no te importó meterte en la cama con otro, mucho menos te importará algo tan… sencillo.

—Pero Daniel… —miré a todos los empleados, mientras ellos me miraban con pena.

—¡He dicho que aquí, Camille! —anunció, sin derecho a réplica.

—Señor, no creo que esto sea necesario, yo puedo salir y… —Charlie, trató de ayudarme, pero fue en vano.

—Quien guste salir puede hacerlo, si no quieren mirar, también pueden hacerlo; pero… será con despido inmediato —apreté la ropa contra mi cuerpo, porque de alguna u otra manera, lo tendría que hacer.

Después de esas palabras, ningún empleado se atrevió a moverse, entonces fue mi turno. Me armé de valor y me giré para empezar a quitarme la ropa. Total, no quedaría completamente desnuda, aunque la humillación, era mucho peor.

Una vez que termine de quitarme la ropa que tenía encima, comencé a ponerme el uniforme que usaría, la mirada de todos fue demasiado para mí, me moría de la vergüenza, pero le demostraré de una u otra manera a Daniel, que estoy dispuesta a hacer todo lo que me pida con tal de hacerle entender que no hay nadie que me interese más que él.

—Bueno, ahora que ha quedado claro que Camille —al pronunciar mi nombre, lo hacía con burla y asco a la vez— será una empleada más en esta casa, les debe de quedar una cosa grabada en la mente. Queda terminantemente prohibido que alguno de ustedes le ayude en sus tareas diarias; si los descubro, serán despedidos.

—No hace falta que los amenaces, haré todo lo que me pidas y te demostraré que…

—A ti, ¿quién te dio permiso para hablar? De ahora en adelante, te quedará lo bastante claro de que no debiste traicionarme —se levantó de su asiento para guitonearme, y enseguida salió de casa de su madre.

Una vez que Denisse me dijo todo lo que tenía que hacer, me puse manos a la obra, les demostraré a todos que no podrán acabar conmigo tan fácilmente. Obviamente, eso lo pensaba antes de saber por todo lo que tendría que pasar en esa casa.

Y aunque al principio no me rendí, con el tiempo, no me quedó de otra más que aceptar que no volvería a recuperar a Daniel, por más que me esforzara, además de que ahora no solo me odiaría él, sino yo también.