CAMILLE
La noche de bodas, por supuesto, había sido arruinada. ¿Cómo es posible que no me haya dado cuenta de que no era Daniel? Bueno, supongo que por mi estado era natural que no lo hiciera.
Además, no solo le hicieron llegar el video, sino también la conversación que tuve con las chicas, donde me jactaba lo bien que lo había pasado aquella noche. Obviamente, no pudo haber sido ninguna de ellas, sé que no me traicionarían de esta manera, además de que tanto Verónica como Julieta, también creían que con quien había pasado la noche era con Daniel.
—Te habría perdonado si hubiera sido cualquier hombre, Camille, pero no puedo hacerlo porque quien te folló fue el cabrón de Vaughan Waller. ¿Por qué lo hiciste?, ¿por qué él? De tantos que existen en el maldito planeta, te acostaste con mi peor enemigo.
—Hablas como si yo misma lo hubiera planeado Daniel, y no fue así. Yo creí que eras tú, él se encontraba en mi habitación o no lo sé, yo estaba algo intoxicada y no recuerdo mucho de aquella noche y…
—Mejor cállate, Camille, no sigas cavando más profundo tu tumba, de mi parte todo se ha jodido y ni creas que te daré el divorcio, no dejaré que seas feliz con ese pendejo y de ahora en adelante nada será igual.
No pude quitar la vista del jodido video una vez que se fue. ¿Quién fue la persona que se lo mandó?, ¿habrá sido el mismo Waller? Seguro que sí. Debió haber sido él, y solo lo hizo para causarle este dolor a Daniel; sin embargo, quien salió más perjudicada fui yo.
Daniel no solo me cree una ramera, sino también piensa que estoy enamorada de ese idiota o algo parecido. No entiendo por qué piensa eso, si yo siempre lo he amado a él, jamás le falté.
Sé que el video es una prueba contundente, pero… me quede callada al escuchar el estruendo en la habitación. Quería subir y calmarlo, no obstante, nada de lo que haga o diga ahora lo va a calmar, sino todo lo contrario.
Me recosté en el sofá y coloqué mis manos en las orejas para no escuchar nada, excepto el sonido de mi llanto. No puedo creer que esto esté pasando, sobre todo en la que se supone, tenía que ser nuestra noche más especial.
Ahora todo está arruinado, por culpa del maldito de Waller, que lo único que le importa es destruir todo a su paso. Por ello es por lo que nadie lo soporta en la ciudad y todos le temen, porque siempre encontrará la manera de acabar contigo.
Aunque no entiendo por qué se metió con nosotros, o por lo menos conmigo, yo nunca lo había visto hasta esa noche, a decir verdad, pienso que ni siquiera lo hubiera reconocido. El punto es que yo jamás me he metido en su camino, no concibo por qué porque hizo esto para perjudicarme. Sin embargo, ya nada importa, Daniel me odia y no sé lo que va a pasar conmigo de ahora en adelante.
…
La mañana siguiente, fui despertada al caer del sofá. Daniel se encontraba frente, con cara de pocos amigos y los ojos hinchados. Sus puños se encontraban rojos, seguramente por golpear algunas cosas. Su mirada era aterradora y en general, me causaba cierto miedo, sobre todo por el daño causado la noche anterior.
—Sube a la habitación por tus cosas, regresamos a casa —únicamente mencionó esas palabras y me volvió a dejar sola.
No había mucho que recoger, excepto por la ropa que me quité al ducharme, por ello en cuanto entre a la habitación me di cuenta de que todo era un completo desastre. Vidrios y espejos rotos, vasos estrellados en la pared, puertas con rastros de golpes. Seguro por eso traía sus manos de esa manera.
En fin, seguramente todo era pérdida total, entre al baño para recoger mis pertenencias, pero al verlas destrozadas, al igual que todo lo que se encontraba en la habitación, decidí salir, sin esperar que Daniel se encontraba mirándome desde la entrada.
—Agradece que me contuve y no termine de destrozarte ese bello rostro, porque te aseguro que ni el imbécil de Waller te querría volver a ver —me quedé callada y decidí irme, pero me detuvo antes de que pudiera hacerlo— ¿no dirás nada?
—No tiene caso que lo haga, todo lo que diga será usado en mi contra y piensas lo peor de mí, así que…
—En eso tienes bastante razón, pero, aun así, no te he escuchado pedirme una disculpa —¡Dios!, el odio sí que lo ha cegado por completo.
—No te pediré una disculpa por algo que… —me dio una bofetada que hasta me hizo ver estrellas.
—Lo harás, así que ponte de rodillas y pídeme perdón, si no quieres que esto sea mucho peor para ti.
—Dije, ¡que no lo haré! —grité, estaba harta de cómo me estaba tratando por algo que yo no provoque, pero mi valentía solo causó que Daniel se alterara aún más.
Me tomó del cabello con fuerza, haciendo que del dolor me hincara frente a él, me miró con furia y entonces habló.
—Si no me pides perdón ahora, te juro que no tendré compasión de ti, Camille, por mucho que te haya amado. Ahora ya no significas nada para mí y muy pronto te lo demostraré. Llorarás lágrimas de sangre, te haré sentir en carne propia el dolor que ahora yo estoy sintiendo. Te juro, Camille que te arrepentirás de haberte acostado con ese imbécil.
—Daniel, por favor, para. Me estás lastimando, si tan solo me dejaras explicar lo que verdaderamente sucedió, no es como tú piensas, yo no tengo nada que ver con ese hombre, es más, solo lo conocía por revistas o reportajes en la televisión, pero te juro que…
—¡Cállate, Camille! No quiero seguirte escuchando, me lastimaste de una manera inimaginable y sufrirás las consecuencias. Ahora, PÍDEME PERDÓN, NO LO REPETIRÉ, así que comienza —habló tan agresivamente, que terminé cediendo.
—Daniel —lágrimas de coraje comenzaron a correr por mi rostro—, perdóname —una risotada llena de sarcasmo resonó por todo el espacio.
—¿Crees que eso es una maldita disculpa? —Su mirada era aterradora y su voz aún más. Si alguien me hubiera dicho el infierno que viviría a partir de mi boda, jamás me habría casado.
—Lo siento Daniel, yo…
—¡Vámonos!, es hora de regresar, tenemos mucho tiempo por delante —ahora su rostro cambio por una sonrisa bastante macabra.
Se enderezó y empezó a caminar, dejándome ahí, tirada y maltratada por el hombre que alguna vez creí que jamás me faltaría al respeto.
Durante el regreso, viajé sola en un auto y él en otro. Cuando llegamos al hangar y subimos al avión, él se sentó unos asientos delante de mí, mientras yo no pude pegar ojo en todo el trayecto.
Unas horas después, ya nos encontrábamos de regreso en la que sería mi nueva casa, pero el recibimiento fue bastante… desagradable. Denise nos esperaba, la verdad cuando la vi pensé que me apoyaría; sin embargo, al acercarme a ella, me abofeteo.
—Jamás lo esperé de ti, Camille, eres una maldita zorra barata. Lo único que me resta decirte es que te prepares —miró a Daniel y enseguida le cambió el rostro, me empujo para correr a su lado—, hijo, ya todo está listo.
No alcancé a escuchar lo que Daniel le respondió, así que solo pude quedarme quieta y esperar lo peor. Mi calvario empezaría esa misma tarde y mi padre, también terminaría pagando por algo que él ni siquiera cometió.