SE ARREPENTIRÁ POR TODO

1270 Words
DANIEL Me encontraba realmente feliz una noche antes de mi boda. Fui a festejar con algunos amigos, mi última noche de soltería, al igual que Camille. El día de mi boda fue el mejor día de mi vida, el amor que sentía por Camille, en verdad que era incomparable y sé que ella lo hacía de la misma manera. Todo ocurría con normalidad, entre abrazos, el festejo y la emoción de unir mi vida a la de ella, fue en verdad una felicidad que jamás llegue a imaginar. No fue sino hasta que la noche llegó. Partimos directo al hangar, donde ya nos esperaba el avión para llevarnos al lugar donde pasaría algunos días en calma y a solas con el amor de mi vida. En cuanto llegamos, le pedí que se arreglara para mí, así que la deje sola para que hiciera lo que tenía que hacer. Abrí el computador, para mandar algunos e-mails y no pensar en el trabajo después, cuando de pronto llegó un mensaje de alguien a quien ni siquiera tenía entre mis contactos. Sinceramente, no pensaba abrirlo, pero al leer el asunto en el correo este llamó mi atención. “Felicidades a los señores West”, supuse que se trataba de algún invitado, así que abrí el mensaje, el cual, en realidad, era un video. En cuanto lo reproduje, la bilis subió por todo mi cuerpo. No quería creer lo que estaba viendo, pero era imposible que fuera un montaje. Lo reproduje una y otra vez, cada que lo miraba y escuchaba como Camille gemía y pedía más, sentía una rabia que para tratar de olvidar o por lo menos, digerir más rápido el engaño de esta zorra, tomé una botella y la empiné en mi boca. Sin embargo, no sirvió de nada, cada escena, se reproducía en mi cabeza una y otra y otra vez. El dolor en mi corazón era insoportable. ¿Por qué Camille se tuvo que acostar con mi mayor enemigo?, ¿por qué lo hizo? De pronto, un mensaje de ella llegó a mi móvil, diciéndome que se encontraba lista y me esperaba en la habitación. Estuve a punto de subir y follarla como un maldito demente, para hacerle saber que solo es mía y de nadie más. Pero no pude hacerlo. Unos minutos después, bajo. Preguntó que me pasaba y entonces estallé. Yo siempre la traté como se merecía, como una dama, pero ya no más. Ese derecho lo perdió al acostarse con el cabrón de Waller, y jamás la voy a perdonar. La haré pagar por cada lágrima que he derramado hasta ahora y por todo el dolor que me está causando. La abofetee, la maltrate y ni siquiera quería escucharla hablar. Le pedí que se largara, no soportaba ni siquiera verla, no quería tenerla frente a mí un segundo más, porque no quería hacer nada de lo que me arrepintiera después. Camille va a pagar lo que hizo en esta vida, así sea lo último que haga y le daré donde más le duela. Esa misma noche llamé a mi madre, le conté todo. Sé que sería un duro golpe para ella, puesto que mi madre la quiere mucho, pero al mandarle la evidencia, su tono de voz cambió. —Te apoyaré en todo lo que necesites, hijo, y esa zorra, obtendrá su merecido, te lo aseguro. Necesitaba pensar muy bien qué hacer, sé que sería una noche larga, no podría pegar el ojo en toda la noche, pero eso solo me servirá para meditar lo que sucederá de ahora en adelante con Camille y que ni sueñe que le daré el divorcio para que se vaya con ese hijo de puta, eso jamás sucederá. Le haré la vida imposible, y se arrepentirá por haberme engañado. Además, haré que Waller, también pague. Estoy más que seguro de que él fue quien la buscó solo para dañarme y lo logró, pero lo haré pagar con la misma moneda. Durante la noche, pensé en varias opciones y encontré una demasiado buena. Sé que Camille sufrirá con eso y, además, no solo ella, sino también su padre. Para él, le tengo preparada una buena jugada que no se va a esperar. Cuando Camille se entere, ya será demasiado tarde para hacer algo y sé qué hará cualquier cosa para salvar a su padre, entonces, en ese preciso momento, le arrebataré absolutamente todo. Por la mañana, la traté como si no fuera nadie, y regresamos inmediatamente a casa, o la que sería nuestra casa, donde pasaríamos los mejores años hasta llegar a viejos. Ahora solo será el lugar donde pasará los peores momentos de su vida. Llamé a mi madre, para decirle lo que tenía pensado hacer y ella estuvo de acuerdo, incluso me pidió que el primer lugar a donde comenzaría su sufrimiento sería en su casa. Ahí es donde Camille se daría cuenta de lo que estaba por venir. Mi madre pasó de ser una amiga para ella para convertirse en su peor enemiga, ahora no quería ni verla en pintura y la entendía a la perfección, puesto que, para mí, era lo mismo. Una vez que llegamos a casa de mi madre, puse al día a Camille. Le hice saber que sería una empleada más y que nadie, tiene ningún derecho en ayudarle en sus tareas diarias. Mientras ella se dedicaba a las tareas domésticas de una empleada, yo comencé también a trabajar con su padre. Él no tenía la menor idea de lo que sucedía con su hija, algunas noches le permití que lo llamara, solo para decirle que se encontraba muy feliz a mi lado, y obviamente, tenía terminantemente prohibido decirle acerca de lo que se encontraba haciendo en realidad, además, yo mismo supervisaba cada llamada. Cuando había algún evento social o algo parecido, tuve que llevarla para aparentar ser el matrimonio perfecto. Todos nos felicitaban por ser la pareja modelo, si supieran la realidad que estábamos viviendo, seguro que nadie lo creería. Los meses pasaron y entonces, al padre de Camille, lo llevaron preso por un desvío de recursos. Por supuesto, no le dije nada a ella, hasta un par de días después. Ella me imploró irlo a visitar, pero me negué rotundamente, alegando que podían acusarnos de complicidad. Sin embargo, días después, ella se hincó ante mí y con lágrimas en los ojos me pidió ayuda. —Por favor, Daniel, te suplico que ayudes a mi padre, haré cualquier cosa para que lo saques de la cárcel. —¿Cualquier cosa?, ¿segura? —asintió con vehemencia y sonreí con burla. —De acuerdo. Camille de verdad pensó que la ayudaría, y por supuesto que lo haría, pero la ayudaría a hundirse aún más. Trabajé con varias personas, para hacer parecer culpable a su padre. Falsificamos pruebas, compramos testigos falsos e incluso hasta me atreví a comprar al abogado que tenía que defenderlo. Días después, le expliqué toda la situación a Camille. Al ver su rostro lleno de sufrimiento, en verdad me alegro. Cada falsa prueba que le mostraba la hundía más y más y también le dije que su padre tendría que vivir por el resto de su vida en la cárcel. A no ser que por buena conducta lo dejaran salir antes, no creía que pudiera verlo nunca más. Ella pareció entenderlo; sin embargo, no tenía la menor idea de que alguien la ayudaba a comunicarse con su padre. Este fue avisado sobre la verdadera situación de su hija y comenzaron a enviarse cartas. Jamás imaginé que su padre tendría la valentía para hacer lo que estaba a punto de hacer.
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