CAMILLE
Carta de Samuel…
Camille, mi querida y adorada hija, no sabes lo mal que me siento al saber lo que te encuentras sufriendo desde que te casaste con Daniel. De verdad pensaba que era un buen hombre, que siempre te amaría y te respetaría como la admirable mujer que eres, pero me encontraba bastante equivocado.
Ahora, encerrado en estas cuatro paredes, no puedo hacer nada por ti. Ni siquiera sé si puedo hacer algo por mí mismo. Temo que algo muy malo va a pasar y no tengo ni idea si algún día saldré libre de este lugar.
Mi abogado no me da muchas esperanzas, aunque, al parecer, está haciendo todo lo posible por ayudarme. Él sabe que soy inocente, y confío mucho en él. Sé que no se dejará sobornar por nadie, así que espero que en verdad me ayude.
De verdad espero que Daniel recapacite. Su empleada me contó a grandes rasgos, así que no me quedó muy claro por qué te está tratando de esa forma. Espero que tú puedas aclarármelo. Por ahora, nos comunicaremos de esta manera.
Yo mismo te contaré cómo es que va mi caso, pero sí de alguna otra forma me llegan a inculpar, haré lo posible por ayudarte a ti. No quiero que sigas sufriendo, sé que amas demasiado a Daniel, pero nada te ata a él.
Es mejor salir corriendo mientras puedes, que cuando ya sea demasiado tarde. Aún tengo una duda si él también participó en este complot, pero de ser así, entonces solo recuerda mis palabras. ENCUENTRA A ALGUIEN QUE TE AYUDE, PORQUE YO NO PODRÉ HACERLO DESDE AQUÍ.
Con esas últimas palabras me despido, te quiero mucho, hija y recuerda, vales más de lo que tú misma imaginas. Ninguna persona que trate mal a una mujer tan valiosa como tú, merece ser llamado hombre.
Atentamente:
Samuel Santorini.
Al terminar de leer la carta de mi padre, no pude hacer otra cosa más que llorar desconsoladamente. Sé que me he puesto en bandeja de plata para que Daniel me pueda pedir lo que él quiera, pero no me importa, con tal de que mi padre salga ileso de prisión.
Lo que me dejó bastante desconcertada, fue el hecho de leer sobre las sospechas que mi padre también tiene sobre Daniel. Yo misma lo he pensado, y al parecer Yolanda piensa igual que yo, pero no puedo estar segura hasta no encontrar alguna prueba que lo delate y no creo que eso sea una tarea fácil de llevar a cabo.
Además, ¿qué razón tendría Daniel para hacer algo tan… cruel? Sé que me odia y quiere verme humillada y derrotada, pero mi padre es otro asunto. Además, ellos tienen bastantes negocios juntos, no creo que tiren todo eso por la borda, solo por dañarme a mí en el proceso, ¿o sí? Bueno, esa pregunta, sería respondida un par de meses después.
Me puse a escribir la carta a mi padre, necesitaba dejarla en el lugar que me dijo Yolanda, antes de que alguien se diera cuenta. Tuve que explicarle todo sobre mi situación y el porqué me encuentro ahora formando parte de la servidumbre de mi adorado esposo.
Sé que mi padre creerá todo lo que le diga en la carta. Yo jamás fui una mujer, que estuviera de cama en cama, con el único que me acosté, fue con Daniel. Me tragué mi vergüenza y le dije cómo fue que sucedieron las cosas.
Obviamente, no le daría los detalles sucios, pero sí traté de minimizar el mal trato que me están dando en esta casa, para no hacerlo sufrir más de lo necesario. De todas maneras, ya Yolanda lo puso un poco al tanto, no tiene caso seguir ocultando la verdad.
Le aseguré a mi padre que buscaría al verdadero culpable, y que, por favor, resista, porque solo nos queda confiar en nosotros mismos.
La mañana siguiente, muy temprano, me levanté, y dejé la carta, el lugar acordado. Regresé a mi habitación sin que nadie notara mi salida y esperé a que fuera mi hora de comenzar el trabajo, para volver a poner un pie afuera.
…
Yolanda, nuevamente, pudo escaparse para ir a entregarle la carta a mi padre. Aunque esta vez, no pudo quedarse más tiempo, debido a que, con el pretexto de que iría a comprar algunas cosas que le hacían falta para la comida, le dieron permiso.
Una vez que Yolanda se fue, Daniel me llamó para ir a escuchar unas cosas del abogado que se encontraba trabajando con mi padre. Jamás me esperé tan malas noticias de su parte. Entré a la oficina de Daniel, dentro de la misma casa de sus padres.
Ellos ya me esperaban, así que no me quedó de otra más que mantener mi cabeza en alto y no perder la poca paciencia que me quedaba. Además, aún tengo la duda de que me sigue carcomiendo la cabeza cada noche. ¿Qué es lo que Daniel me pedirá por ayudar a mi padre?
—Seño… —el abogado se quedó callado, al no saber cómo llamarme.
—No hace falta que te dirijas a ella con respeto o con formalidad, no es nadie en esta casa, solo llámala por su nombre, si se encuentra aquí ahora, es porque mi ayuda, no será gratis, ella misma puso esas condiciones.
—De acuerdo —el abogado carraspeo un poco para tratar de romper un poco el tenso ambiente entre los presentes y yo dirigí mi mirada hacia él.
—Lamento decirte Camille, que tu padre se encuentra bastante hundido, todas las pruebas en su contra no lo ayudan y no creo que sea nada fácil hacer que el verdadero culpable caiga, puesto que la firma de tu padre se encuentra en todos los papeles.
—Entonces… lo que estás queriendo decirme es… que mi padre no saldrá libre nunca —el abogado miró a Daniel, quien asintió para que él pudiera responderme.
—Por lo menos, por ahora no. El señor West, está tras una pista y me pidió un par de semanas para ver si encuentra algo que pueda ayudar a tu padre —lo miré con los ojos muy abiertos, sinceramente, no podía creer que Daniel se encontrara haciendo algo semejante.
—Así es, necesito un poco de tiempo. Sé que me crees un monstruo, pero debes recordar que tengo muchos negocios con tu padre, y mi credibilidad está en juego — ya decía yo, no lo hace por mi padre, sino por él, aunque no me importa en lo absoluto, con tal de que mi padre salga cuanto antes.
—Necesito tu firma en estos papeles —habló el abogado, sacando una carpeta de su portafolio— tu padre me ha pedido que te entregue todos sus bienes en caso de… —fuimos interrumpidos por Benjamín, el jardinero.
Ahora conozco el nombre de cada empleado de esta casa, Benjamín fue quien me dio la bienvenida aquel día que puse un pie en esta casa y aunque sus labores son fuera de casa y por lo regular solo viene una o dos veces por semana, siempre trata de ayudarme en lo que puede. Claro, siempre y cuando no lo vean.
—Disculpe por la interrupción, señor West —ni siquiera me miró, es como si no existiera y lo entendía, puesto que Daniel había amenazado a cada empleado si se acercaban a mí—, pero he terminado mi trabajo —este arrugó su ceño ante la interrupción—, me pidió que lo buscara una vez terminara.
—Lo siento, Benjamin, lo olvidé por completo, por ahora busca a mi madre, ella te dirá qué hacer —este asintió y salió de la oficina.
Ahora que lo pensaba bien, necesito preguntarle a mi padre si es bueno firmar esos papeles, prefiero estar segura a cometer otro grave error.
—Como te decía —continuó el abogado— necesitas firmar…
—¿Puedo leerlos? —interrumpí— quiero saber exactamente lo que voy a firmar.
—¿Para qué quieres leerlos? Ni siquiera entenderás nada —espetó Daniel, claro signo de que sería mejor esperar y no firmar absolutamente nada, hasta no estar segura.
—¿Cómo estás tan seguro de que no sabré? ¿Qué tal que estoy firmando mi sentencia de muerte y yo ni enterada? —Daniel dejó escapar una risa burlona.
—Créeme que eso es lo último que haré, te prometí jamás dejarte libre y lo cumpliré hasta el último día de mi existencia, por cierto, en un mes regresaremos a casa y por supuesto no regresarás como la señora sino como una simple empleada —con esas palabras, salió de la oficina, dejándome sola junto al abogado.
Este comenzaba a guardar todas sus cosas en silencio, sin mirarme y sin prestarme atención. Yo solo me quedé inerte, como si mis pies se hubieran anclado al suelo. Supongo que jamás podré ser feliz mientras viva en esta casa, necesito pensar en algo que me ayude a salir de aquí o, por lo menos, a tratar que Daniel no siga con la idea de seguir a mi lado.
—Camille, tengo que aceptar que fuiste bastante inteligente al pedir leer los papeles antes de firmar —me miró con los ojos entrecerrados, sin mostrar ninguna emoción que me hiciera saber lo que está pensando— sigue así —fueron sus últimas palabras, antes de dejarme completamente sola en esa habitación.
¿Qué significa?, porque me dijo todo eso, ¿será una advertencia?, ¿serán solo palabras al aire?, quizá solo se está burlando de mí. De cualquier manera, no puedo quedarme con la duda, será mejor preguntarle esto a mi padre o de lo contrario, puedo hundirlo aún más.
Además, ¿por qué quiere regresar a la que sería nuestro hogar?, ¿qué estará planeando ahora? Necesito saberlo antes de poner un pie allí, esta vez, no pienso quedarme de brazos cruzados, no cuando mi integridad se encuentra en juego.