EMMA
Presente
Septiembre de 2016
No me deshice del cheque como pensé hacerlo.
Ganas de romperlo en pedazos fueron lo que sobraron, no obstante, lo usé en algo que realmente lo necesitaba: el refugio de mujeres.
Este era mi secreto, mi lugar escondido para ayudar a todas las mujeres que como yo tuvieron momentos difíciles, tuvieron que huir lejos y tuvieron que dejar de ser ellas mismas para convertirse en alguien más.
Las chicas me ayudaban con el refugio, así que cuando el lunes cobré el dinero y lo envié a la asociación, no solo hubo fiesta y felicidad, sino que se pudo dar luz verde al proyecto de ampliación del mismo.
—Estoy muy agradecida, Emma, has sido un ángel para estas mujeres —me dijo la directora Chan.
—Solo hagan de cuenta que fue alguien más.
—Será imposible, pero creo que puedo ayudarte con algo.
Ella se giró para buscar unos papeles por lo que fruncí el ceño.
—¿Con qué sería?
—Supe que te gusta mucho la fotografía y que buscabas especializarte en esta, así que creo que esto te puede interesar —dijo antes de entregarme un papel—. La academia BXS abrió sus puertas para que personas no especializadas puedan inscribirse en cursos iniciales.
—Eso es increíble.
—Lo sé, en esa academia están los mejores fotógrafos del mundo, así que aprovecha.
—Esto es gigante —le dije antes de abrazarla—. Me has hecho el día.
Se rio feliz por mí.
—Aprovecha, ve mañana a buscar información, no tardes porque seguro las plazas se llenarán, tengo entendido que están dando ofertas muy buenas, solo aprovecha.
Y eso fue lo que hice.
La mañana siguiente me acomodé en mi ropa bohemia, en la que me sentía totalmente yo, más auténtica. Con esa paz me dirigí a la academia BXS con una meta clara, la cual no era más que matricularme en un curso de fotografía publicitaria.
Contaba con una licenciatura en mercadeo a la que no le daba uso, pero con los ahorros listos podía montar un pequeño negocio y comenzar de cero. Solo necesitaba el impulso y la directora Chan me lo había dado.
Siempre había querido estudiar ahí, pero las conexiones lo eran todo y costaba mucho acceder, por lo que fue más que una bendición recibir ese papel.
Llegué con prisa y sin perder más tiempo, fui directamente a la taquilla a preguntar lo que tanto deseaba saber, contenta de la idea de por fin aprender sobre luces, enfoques y más, pero mi mente no estaba preparada para procesar lo que mis ojos vieron en ese momento.
La sorpresa que me llevé fue intensa, tanto como la corriente furiosa que me recordó al ver a Chloe. Era una de las personas que más daño me había hecho y no entendía qué demonios hacía en Nueva York.
―¿Qué se le ofrece, señorita? ―preguntó con un tono educado, sin siquiera verme.
Por eso esperé que no me reconociera.
―Deseo obtener información sobre los cursos de actualización en diseño y fotografía ―dije con firmeza, en un tono calmado e inteligente.
Ella levantó la mirada y la sorpresa la golpeó en el rostro. Ahí me di cuenta de que estaba demacrada, ya no era la chispeante Chloe. Realmente perecía un cadáver andante, un trazo olvidado de la preciosa rubia que tenía todo a sus pies.
Ella sacudió la cabeza y respiró hondo antes de darme unos papeles.
―Aquí tienes los requisitos, el programa y la matrícula —indicó señalando a cada uno—. Las inscripciones comienzan el veinte de octubre, así que la recomendación es que tenga todos los papeles en regla antes de hacer un depósito previo al número de cuenta de la academia.
Asentí sin decir alguna palabra.
Asumí que era un agradecimiento tácito de la información. Tomé los otros papeles que me tendió y me volteé sin querer verla ni un mísero segundo más. En ese momento, verla así me producía algo parecido a la lástima, por eso me giré para marcharme enseguida, solo que sus palabras me detuvieron.
―Emma… ¿Sabes algo de tu madre?
No sabía a qué venía la pregunta, pero tenía que esquivarla.
―Disculpe, señorita, pero a usted no la conozco y de paso, no tengo familia —dije con simpleza.
Mi afirmación le sorprendió, aunque no tanto como para que siguiera.
―Pues te equivocas, aún te queda una madre que pide verte y se está muriendo…
Intentó decirme y le corté el rollo antes de exasperarme.
Cuando decía que no quería saber de nada, me refería a nada y me valía tres pepinos.
―Lo siento, señorita, creo que me acaba de confundir con otra persona ―indiqué con seriedad y la dejé con la palabra en la boca.
Eso serviría.
O eso esperaba.
Tras el encuentro tan agrio, llegué a casa con una sensación de malestar.
Tenía que cerrar el maldito ciclo, por mi propio bien.
Me quité los zapatos con fastidio, me senté en el sofá y resoplé con toda mi fuerza, harta, desganada de siquiera pensar en el pasado que solo quería sepultar. Alice salió de la cocina y al verme, fue tan jodidamente intuitiva que enseguida supo que algo me había sucedido.
—¿Qué te sucede?
―Encontré a mi prima Chloe en la academia donde dictan los cursos de fotografía ―le confesé como si ella fuese una especie de cura esperando porque soltase todos mis pecados y arrugó la cara por la mencionada, una que conocía por las historias que le había contado―. Ella dijo algo como si… mi progenitora estuviera muriendo y quiere verme.
Me observó sorprendida.
Sabía muy bien que odiaba a mi familia, especialmente a mi madre, pero ella tenía una opinión respecto a cómo asumir el pasado.
—¿Cómo te sientes al respecto?
—Me impactó —admití.
Me sentía contrariada.
Al final de todo, era mi madre, la mujer que me gestó por nueve meses.
Era algo muy difícil de procesar.
―¿Qué harás? ―preguntó con tacto y fruncí el ceño.
El solo pensamiento de pensar en eso estaba fuera de la mesa.
―Nada, no tengo familia y menos una madre ―declaré con firmeza y sé, por su vistazo, que, aunque no está de acuerdo con mi decisión, la respeta—. Olvidaré ese asunto y me dedicaré a los míos.
Me lo repetí mentalmente para que me quedase grabado de una maldita vez.
Jamás de los jamases tenía que tocar el tema.
―Sé que sabes lo que haces, pero recuerda que la muerte llega a ser aterradora y es en ese momento en el que se busca liberar la verdad.
—Lo tendré en cuenta.
—Por cierto —tomó una caja que estaba en el comedor—, este paquete llegó hoy, es del señor Basciano.
Mis cejas se alzaron hasta el cielo, ella lo abrió y sacó trajes de baño, ropa y lencería roja.
—Maldito imbécil —espeté.
—Creo que está jugando un juego muy malo… Y tienes que salir de esto, Emma, parece ser más grande de lo que es.
―Si lo es o no, me es indiferente —dije en un burdo intento de restarle importancia a lo obvio—. Necesitamos el dinero, uno que nos servirá para mandar a la mierda todo y él puede dármelo sin ningún problema. Es una especie fácil de ganar-ganar… No es algo gratis, así que en el momento que termine no volveremos a vernos.
—No uses esa excusa, mejor respóndete si de verdad lo dejaste de amar.
Era una pregunta que jamás esperaba que ella, de entre todas las personas, me hiciese.
―Desde el instante que huyó sin mirar atrás, sin pensar en mí… Lo odié con todas mis fuerzas ―espeté sin dudar.
Mi amargura se filtraba a pesar de los años, a pesar de todo, del dolor.
Sin embargo, lo que le dije no respondía a su pregunta, una que ni yo me atrevía a contestarme con plena y completa sinceridad. Era una cuestión de enfrentarlo, pero no estaba dispuesta a hacerlo, no cuanto lo había enterrado para olvidar.
Era simple de entender.
Ella asintió, me dio un abrazo de hermana, con el que me transmitió que siempre estará para mí pasase lo que pasase, sería mi maldita roca. Ella, junto a Lilly, eran mi única familia y no las defraudaría, no cuando nos teníamos a nosotras después de tanto sufrir, después de encontrarnos rotas y hechas pedazos.
Me dije que comenzaríamos algo nuevo y dejaríamos esa vida de perversión atrás, lejos de lo que un día fuimos y lo que éramos.
Nos centraríamos en lo que seríamos.
Lo juraba por lo más sagrado que tenía.