Capítulo 5

1520 Words
EMMA Presente Septiembre de 2016 Le imprimí audacia a mis ganas de hacerle tragar sus palabras. Me dispuse a hacer el mismo recorrido con mayor soltura y seducción que la noche anterior, con un optimismo basado en enloquecerlo y noté que le gustaba lo que veía, que, a pesar de todo, él se sentía tan o más atraído por mí que en antaño. Sonreí con astucia, me agaché como una pantera y me acerqué a la esquina de la cama para encenderlo más de lo que ya estaba. Me apreció con una mirada diferente, una mirada cruda, desnuda y pude notar el creciente bulto en sus pantalones que me dio las respuestas que buscaba. Me relamí los labios para provocarlo más que de costumbre. Era una delicia verlo así. Me senté en mis rodillas al llegar a él y pasé mis manos por sus piernas para estimularlo, dándole un toque atrayente al momento que él no pudo evitar. No le quité la mirada a su rostro por nada del mundo, desabroché el cierre de su pantalón y metí mi mano para estimular lo que había causado. Dejó que bajase con facilidad su ropa, así que, ante ello, arqueé su ceja izquierda, incentivándome a seguir adelante, retándome a devorarlo y al mismo tiempo era una señal de que me detuviese, ya que con el simple gesto me indicaba que no era capaz de hacerlo. Era un arrogante que no me conocía. Había despertado a la bestia. Estaba levantado en toda su gloria, por lo que aproveché y lamí desde la base hasta terminar con mi lengua en la punta. Fue como un chute de adrenalina. Succioné un poco antes de introducirlo completo, así que enrosqué mi lengua mientras me deslicé con toda la astucia por su eje, cada vez más profunda y rápidamente, lo que acompañé con vibraciones de mi garganta para volverlo loco, para convertirlo en un maldito demente. Mantuvo sus ojos cerrados y disfruté del momento que le causaba, de que se retorciera a punto de perder la cabeza. Su expresión me hizo sentir poderosa e incrementé la rapidez en mi acción. La respuesta de él fue tomar el control y comenzar un bamboleo rápido al compás de mis movimientos. La sincronización que tuvimos fue magnífica a un nivel que no podía comprender, que debía ser una especie de bandera roja, pero que se convirtió en algo más. Supe que estaba cerca por la forma en la que se mordía el labio y la acción de echar la cabeza hacia atrás llevado por el más puro goce, por lo que lo saqué de mi boca y acaricié hasta que dejé que expulsase su semilla en mi barbilla. Escuché un profundo suspiro y mantuve mi sonrisa soberbia mientras abría los ojos y miraba cómo me llevaba a la boca el producto de su osadía. Este líquido recorrió el canal en mi pecho, como una escena gráfica de videos para adultos en las que el hombre se sentía poderoso por ver su marca sobre la mujer. En ese preciso momento vi la turbación en su rostro. ―¿Desea algo más? ―pregunté de forma coqueta mientras limpiaba mis labios y barbilla con los dedos, por el simple regocijo de incordiarlo sin remedio. No supe cómo, pero en menos de lo que preví, me levantó y tumbó boca abajo en la cama, estiró mis brazos por encima de mi cabeza, atrapándolos firmemente con una sola de sus manos, dejándome en una posición por completo sumisa que en vez de asustarme o molestarme, me acaloró. ―¿En esto te has convertido? ¿En una devoradora de hombres? ―cuestionó en un bramido de rabia mezclado con clara amargura en mi oído. Me daba risa que se atreviese siquiera a hacer eso. ―Se le llama acompañante, al fin de cuentas, eso es lo que soy —le respondí con odiosidad—. Y sí, me convertí en una dama de compañía de las grandes, no debería sorprenderte… Espeté con la misma amargura que él. Tenía un coraje inmenso por atreverme a montarme semejante espectáculo tonto. No me respondió y nos quedamos en esa posición un rato, respirando con dificultad y drenando la rabia hasta que soltó su agarre como si yo le quemase. No lo pensé mucho y decidí llevarlo al límite. —Cuando se te pase, te hago otra emocionante y te toco el punto G si gustas —le dije antes de darle un guiño de ojos. Molestarlo de esa forma era caer bajo, pero yo estaba en modo venganza, así que me importaba muy poco. ―¿Por qué haces esto? Bufé por su cinismo. —Lo he dicho mil veces, yo no… —No me refiero a cómo te metiste en esto, sino a por qué te convertiste en esta mujer que no es la sombra de la chica dulce que conocí. —No le voy a contar mi maldita vida —espeté con rabia sabiendo que el tratar a usted lo enervaría más—. No merece ni siquiera un hola de mi parte, pero le acabo de dar la mamada de sus sueños, debería conformarse con eso. Mi trabajo es satisfacerlo con mi compañía, no lo es contestar preguntas que no le interesan. Aclaré antes de girarme. ―¿Qué te hace pensar que no me interesa? Y no pude evitar mostrar una mueca de incredulidad por su horrenda astucia. ―Porque lo hecho, hecho está y tú no eres nadie para preguntar por ello. —Emma… —Mire, señor Basciano, acabemos con esta situación de una vez, me dice que más quiere o puedo suspender esto, no tengo ningún problema con ello… Eso sí, resuelve el pendiente con mi jefe o este no lo dejará en paz, pague bien por no sé… Una noche con el pasado. —Maldita sea, Emma, yo no estoy recordando viejos tiempos. —Claro que no, porque nunca se lo mamé, así que deme una buena bonificación por aplicarle garganta profunda. ―¿Cuánto dinero quieres? Su molestia colada en la pregunta me hizo reír a carcajadas. Era un tonto. ―Lo que el señor Basciano considere ―respondí falsamente animada. —Si quieres el dinero, espérame aquí, iré a buscarlo, si te marchas… —Créame, me merezco el maldito dinero por soportarlo, no me iré hasta tenerlo en mis manos. Me vio con resentimiento, pero no dijo nada más, solo se fue como alma que lleva el diablo y me dejó ahí hecha un desastre. Fui directo al baño a lavarme, aproveché de cambiarme de ropa y no dudé que sería una maldito tortura esperarlo, por lo que me puse a ver televisión. Una hora en la que básicamente todo lo que hice fue zapping antes de decantarme por una película en blanco y n***o titulada Adiós problemas. Eso era lo que necesitaba, decirles adiós a mis problemas. El timbre de mi teléfono sonó, miré el identificador y comprobé que eran Alice y Lilly haciendo control de daños. Bien, tenía algo más con qué entretenerme. ―¿Estás bien? ―preguntó preocupada la pelirroja. ―Sí ―contesté para calmarla―. Me iré en un rato, mejor cuéntame de tu noche. —De eso nada, dinos dónde estás y por qué demonios tu servicio se extendió tanto —cuestionó Lilly. —Estoy en un motel a las afueras de la ciudad, ya voy a terminar, en casa les cuento todo. —Emma… ¿Qué demonios sucede? —No sucede nada… —Eso no es lo que dice Rocco —expuso Alice con preocupación—. Dice que de haber sabido que eras tan rentable con gente de la lista VIP, te hubiese rotado desde mucho antes. —Olviden eso, y cálmense un poco, en casa les cuento todo mejor. Dime cómo fue el servicio con los árabes. —No hubo servicio alguno. —¿Cómo es eso posible, Alice? —Se tuvieron que ir por alguna cosa en su país, tenían que tomar un vuelo de emergencia… Y bueno, ellos solo querían hablar con alguien sobre sus fantasías, no querían hacerlas. Lilly se echó a reír y yo me sorprendí. —Un hombre no paga por eso, menos tres. —Sí, lo hacen y más cuando siguen unos lineamientos estrictos, el chiste es que me pagaron el triple por escucharlos y llegué a casa temprano. A mí eso no me preocupa, me preocupas tú. —Estoy bien, tú eres la que debería estar alterada con los exámenes finales. ―Estoy en eso, pero no me calmaré hasta que llegues a casa. —Mira, por mí no te preocupes, céntrate en las ciencias administrativas, serán tu salvación, lo sé, serás una gerente fenomenal que pateará traseros y dejará a todos con la boca abierta, confía en ello ―le dije la misma frase que siempre le repetía. ―Bien, yo la haré estudiar mientras esperaré solo cinco horas antes de salir a buscarte. Lilly se colgó y yo suspiré con una sonrisa. ―¿Cuál es tu salvación? ―preguntó Luc desde la puerta.
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