Capítulo VI: ¿Aquí puede haber amor?

1551 Words
—¿Pero, es que estás loca o te inventas? —Leonel, yo te amo, no quiero riquezas, ni fama, ni nada, yo te quiero a ti, en mi vida, para siempre —la joven se colgó a su cuello, Leonel apenas pudo alejarse unos pasos, y apartarla, la miró quejarse de su herida, y eso lo preocupó —¿Estás bien? —Sí, no te preocupes —Savannah hizo una mirada de misericordia—. ¿Vas a echarme de tu lado? Lo sé, no soy nadie para exigir nada, al amor no se obliga, lamento haberte lastimado, juro que nunca fue mi intención, haré lo que sea para remediar el daño —dijo con ojos brillantes, llenos de lágrimas por derramar. Leonel se quedó estupefacto, la miraba con intriga, ¿Quién era ella? ¿De verdad era tan inocente y buena como decía? ¿O tal vez solo era una maldita trampa siniestra? Leonel conocía el mundo, sabía cómo eran las personas, no, él no podía fiarse de una joven dulce y bella, solo porque ella lo decía —Si quieres llegar, siquiera, a retribuirme por el daño que me ocasionaste, te advierto que no te será fácil, Savannah Rose, la gente afuera me odia, diciendo que soy el culpable de tu dolor, pero, tú, me secuestraste, arruinaste mi boda. —¡Espera! —exclamó—. Sí, yo te traje con engaños a isla de Alba, porque quería decir que no te casarás con esa bruja de Sasha, todo el mundo sabe que esa mujer es solo una interesada y maligna, pero yo no tuve la culpa de que ella cancelara el compromiso, ella lo hizo de propia voluntad y se fue con otro, esa no es mi culpa. —Ah, vaya, y ahora me contradices. —Te dije que nunca miento. Leonel la miró incrédulo, una burla se formó en su cara —Ya no hay como remediarlo, Savannah, el daño está hecho, pero ahora, nos toca salvar la paz. —Haré lo que sea, lo juro —dijo segura Leonel no sabía qué hacía, había vuelto aquel día a la disquera y había aceptado los términos y condiciones, todos habían quedado conformes, todos, menos él, él no quería eso, desposar a una desconocida, fingir ante el mundo un amor inexistente, eso no solo era una mentira universal, sino también algo que odiaba hacer —Nos vamos a casar. Savannah se quedó perpleja, sus ojos avellanos se abrieron enormes ante él —¡¿Qué?! —exclamó —¿No es lo que querías? Savannah estaba irresoluta, caminó unos pasos alejándose, solo un poco, miró el cielo azul, no sabía que pensar, sí, era su sueño, pero en realidad, siempre había creído que cuando se encontrara cara a cara con Leonel Sagan, las cosas serían muy diferentes a este destino encontrado —¿Qué te pasa, niña? Ella lo miró, pero su semblante no era dichoso, melancólico tal vez —¿Sabes? Siempre creí que, cuando te encontrara, frente a frente, sentirías lo mismo que yo —dijo sutil —¿Y qué era lo que según tú debía sentir? —Amor… —dijo con ojos brillantes, pero Leonel se rio en su cara —¡¿Amor?! —exclamó entre risas —. ¡Qué graciosa! ¡Savannah Rose, Savannah Rose! Este es el mundo real, no uno de tus sueños, o un cuento de hadas, no soy el príncipe encantado que te salvara de las pesadillas, ¡Despierta! Esto es el mundo real, te metiste en mi camino, como un estorbo, y ahora pagaremos juntos las consecuencias, te casarás conmigo, firmarás un acuerdo, fingirás ante todo el mundo ese sueño de amor que tienes en tu cabeza de espuma, y luego, cuando mi última gira musical termine, te harás a un lado de mi vida, te compensaré lo suficiente para que cierres la boca y regreses a tu mugroso pueblo, y se habrá acabado el trato. ¿Qué ganarás? ¿Quién sabe? Tal vez después de mí, encontrarás a otro imbécil, a quien puedas treparte, como sabes bien hacerlo. Savannah le miró con pesar, lo miraba con terror, iba a decir algo, pero no la dejó —¡Nada! Se acabó, lo harás y si no, entonces, te voy a mandar al peor de los hospitales psiquiátricos, donde la luz del sol, será una utopía para ti. Leonel estaba gélido como el mar del norte, furioso, ni siquiera se creía capaz de cumplir sus amenazas, pero en ese momento solo quería liberar la frustración que esa situación le provocaba, se fue de su lado, y ella se quedó petrificada, sintió frío en pleno verano, sintió que las lágrimas recorrían su rostro, no podía creerlo «¡Es una pesadilla! Él no es así, no es así, él es bueno, es mi alma gemela» Caminó por el jardín, envuelta en llanto, se sentó sobre el césped con dificultad. POV Savannah Rose «Te vi tras una pantalla de cristal, eras una preciosa canción inolvidable, era demasiado joven para decir nada. Fuiste el secreto de mi sonrisa, en cada uno de mis sueños, siempre fuiste tú. Y cada año alineado al sol, seguí amándote, prometí que te olvidaría, pero me quede adorándote. Y me perdí en tus ojos brillantes, como si fueran míos. Sigo enferma de esta fiebre de amor. Ahora soy esta mujer que sigue extrañándote. Y te convertiste en mi marca personal a vencer. Tú eres una sombra dentro de mí. Leonel ochenta y uno, como has cambiado, ¿O quizás nunca te conocí? ¿Cómo se ama a quien no se conoce? Pero, yo juro que te conozco, no eres tú este hombre, solo yo sé quién eres tú» Leonel llegó más tarde a casa, su madre lo miró con esos ojos severos, que él conocía bien —¿Y ahora que hice? —¿Puedes explicarme que le hiciste a Savannah? Él la miró con estupor —¿Yo? Nada, ¿Qué te dijo? —Nada, pero desde la mañana no ha entrado a la casa, no ha querido comer, absolutamente nada, solo está ahí, triste, mirando el horizonte, de vez en cuando llora, ¡Pobre chica! ¿Qué sucede contigo, Leonel? ¿Cuánto más vas a decepcionarme? Carlota dio media vuelta, mientras Leonel se había quedado irresoluto con sus palabras, sintió rabia, y salió al jardín para encontrarse con ella, la miró bien, parecía tan ausente, se sentó a su lado, ella lo notó y casi se asustó, pero contuvo el miedo —¿Qué pretendes, Savannah Rose? Ella le miró de reojo, pero siguió mirando al frente —Nada —dijo con voz suave, sin mirarlo —Mira… —Ya tomé una decisión. —¿Decisión? —exclamó él irresoluto —Sí, voy a casarme contigo, todo se hará como lo digas. Leonel la miró incrédulo, con las cejas alzadas, como si no le creyera —¿Acaso no pensabas aceptar? Vamos, no finjas que no es tu mejor oferta en la vida. —No —dijo severa al mirarlo—. No es mi mejor oferta, no en esos términos —dijo con amargura. —¿Y entonces, porque lo aceptas? —No es obvio —dijo clavando su mirada en esos ojos celestes—. Te amo, y es la única forma que tengo para demostrártelo. Leonel se quedó perplejo ante su seguridad, estaban tan cerca, pudo sentir su perfume, su respiración, él no podía fingir que ella no le gustaba, era una chiquilla hermosa, pero él no estaba para esos amores —Mañana revisaremos el acuerdo de matrimonio —aseveró Leonel —No importa, ¿Sabes?, ese acuerdo no terminará con el tiempo, solo tiene un final. —Ah, ¿Sí? ¿Y según tu cuál es? —Con nuestro amor, cuando por fin te enamores tú de mí, entonces ese acuerdo será destruido, y seremos felices y libres. Leonel se largó a reír en su cara —Eres demasiado ingenua, o soñadora, no te equivoques, Savannah y acéptalo de una vez y por todas, aquí no hay amor —sentenció con firmeza Ella le miró con dolor —Eres demasiado amargado y cruel, no te equivoques, Leonel Sagan, acéptalo de una vez y por todas, aquí solo hay amor —ella acunó su rostro sin que él pudiera reaccionar y lo besó, él se quedó congelado, no lo esperaba, cuando sintió esos suaves labios acariciando los suyos, no pudo detenerlo, no cuando su piel entera se estremeció al tacto, en cambio, apremió el beso, dejándose llevar, recordó las palabras de Alfonsina, solo dejarse llevar, él era el mar y Savannah era la corriente que lo llevaba al cauce de mil sensaciones. Sus lenguas se acariciaron, sintieron la humedad, el corazón de Savannah latía rápido, temblaba, Leonel sentía encendida una parte de su anatomía que le obligó a profundizar el beso, hasta dejarla sin aliento, cuando la vocecita de Savannah liberó un ligero jadeó, por fin se detuvo, sus ojos se miraron fijamente, tenían los rostros cubiertos de rubor, Leonel se sintió un extraño frente a ella, Savannah creyó que, por fin, la esperanza volvía a ella —No te emociones, niña, he tenido mejores besos —sentenció con frialdad, dejándola impactada, mientras se levantó dejándola sola, otra vez.
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