Capítulo V: La peor de las locas

1119 Words
Pasó un largo mes, Savannah abrió los ojos como cada día y desde que llegó ahí, para confirmar que era una realidad, estaba en la mansión Sagan en Mayrit, habían volado desde Malvarrosa a la Capital, admiró su habitación, nunca había tenido una igual, la pequeña casa de los Rose no se comparaba siquiera, se levantó despacio, y caminó al espejo, levantó su camisón, para ver la herida en su costado izquierdo, hizo una mueca pero no era dolor lo que sentía, sino solo un mal recuerdo, cuando la puerta se abrió, Leonel la miró, la joven bajó rápido su vestido de dormir, aunque él ya había podido ver el color de sus bragas, él bajó la mirada —Lo siento, debí tocar, antes de entrar. —Es tu casa, soy yo quien lamenta no estar vestida a tiempo —dijo para después brindarle una linda sonrisa Leonel no dijo más, solo que necesitaba verla en el jardín, ella asintió. Antes de irse, Leonel no evitó que su mirada recorriera ese joven cuerpo, pudo admirar sus pezones que se transparentaban como botones de flor que decoraban, ella no se dio ni cuenta, Leonel se burló de su ingenuidad y salió de ahí. Caminó por los jardines, era apenas el amanecer, miró bien la propiedad, llena de jardines verdes, una gran piscina, árboles frondosos, desde niño había trabajado, pero su madre siempre estuvo ayudándolo, su padre los había abandonado desde que era un niño pequeño, sin embargo, hace doce años ese hombre había aparecido ante los medios, queriendo un reencuentro, pero Leonel Sagan inclemente, lo condenó ante las autoridades, y el hombre recibió una orden de restricción para nunca más acercarse a él. Pensaba en el problema que atormentaba desde hace más de un mes su cabeza, se había ahorrado cualquier encuentro con la prensa o fanáticos, pero ayer había estado con la disquera y su mánager Edelmiro «Flashback: Estaba sentado frente al dueño de Ibero Music, ahí también estaban otros dos socios, Alfonsina, su asistente, y Edelmiro, no era una reunión fácil, todo parecían molestos —Estamos preocupados, Leonel, el siguiente álbum es arriesgado, ya lo habíamos platicado, pero ahora, con este gran escándalo, las cosas se complican. —¡Vamos al grano! Odio los rodeos, mejor háblame con claridad, Moran. El hombre se cruzó de brazos, le miró con firmeza, aunque Leonel no tenía la mejor reputación, antes de eso, en el espectáculo; era respetado, amado y venerado, aunque la realidad era un hombre estricto, perfeccionista e inmanejable —Leonel, no puedes fingir que eres la joven promesa de la música, ese es Lex Dalmau, y viene pisándote los talones, desde México con mucho esfuerzo, te necesitamos en la cima, seamos claros, hace mucho que esto dejó de ser solo talento, esto también es actitud, promoción, y fama. Ahora estás cayendo en picada. —¡Yo no estoy cayendo! —exclamó levantándose y golpeando la mesa, todos reprobaron su conducta, sin entender, porque era tan necio —Ya basta, siéntate, Leonel —dijo en voz baja Edelmiro. Leonel lo obedeció, lo conocía desde muy niño, siempre había estado a su lado y más que un mánager, era como su padre, aunque le demostrara todo lo contrario —¿Y que pretenden que haga? No he sido el culpable de nada, me secuestraron, me intentaron matar, me dejaron plantado en mi boda, no soy un mártir, ni me haré la victima de nada, solo, déjenme demostrar mi talento, yo soy quién ganará a sus fanáticos, yo soy quien venderá discos, no por esta bazofia de escándalos, sino por mí, por mi talento. —Estamos conscientes de tu gran talento, lo has demostrado en estos largos años de carrera, pero entiende, los tiempos cambian, estar de pie sobre un escenario y ser aplaudido tiene su reto, tómalo como una prueba de fuego, Leonel, si quieres grabar tu nuevo álbum, deberás casarte con esa chica, Savannah Rose, callar todas las voces del odio, y asegurar la fidelidad de tus fanáticos. Leonel abrió ojos enormes, sentía la furia hervir su sangre, odiaba que le dijeran que hacer, pero miró esos rostros, ninguno parecía rendirse a él —¡Tú no vas a decirme que hacer! ¿Sabes quién soy? ¡Leonel Sagan, el Rey de Oros! Y deberían estar arrepentidos, si yo me voy de aquí, ¡Nunca encontrarán a nadie mejor que yo! —se levantó y salió golpeando la puerta Leonel caminó furioso por el lugar, cuando salió su chofer fue detrás, hasta que alguien le lanzó tomates rojos que encontraron camino en su pecho, Leonel no podía creerlo, maldijo en silencio, miles de flashes de cámaras capturaron el momento, mientras otros grabaron, el hombre fue ayudado por el personal de seguridad de la disquera y volvió adentro. Fue al baño, limpió su ropa, Alfonsina entró para traerle una nueva camisa, la mujer vio el pecho desnudo de su jefe, estaba acostumbrada, Leonel Sagan no era un jefe fácil, la miró con coraje —¿¡Crees que merezco esto?! —No, señor, la gente se ha vuelto loca, debe darles tiempo. —¿Tiempo? ¿Tiempo? Estoy cansado, tantos años luchando, dando lo mejor de mí, trayendo buena música, controlando mi imagen, ¿Para qué? Llega una loca y acaba con todo —exclamó limpiándose el rostro de restos de tomate —Mi abuela solía decir, que, es mejor dejarse llevar por la corriente del río, en lugar de nadar en contra. —¿Qué dices, Alfonsina? ¿Tú también me traicionas? —No, señor, pero, piense, está nadando contra tiburones, siempre lo ha hecho, pero es momento de mantenerse, a veces solo es una apariencia, pero las apariencias engañan. Leonel la miró con ojos enormes, luego frunció el ceño, ella le había dado una idea, una gran idea» Leonel volvió a la realidad, giró para mirar a Savannah venir a él —Hola —dijo ella con una inocencia que ahora detestaba, frunció el ceño y sus ojos se empequeñecieron —Estoy cansado de los juegos, Savannah Rose, es hora de hablar con la verdad, tú y yo. Ella le miró confusa, con la cara llena de angustia y un gesto inocente que Leonel no le creía —Siempre habló con la verdad, te lo juro. —¿Qué quieres ganar con todo eso? La mirada de Savannah fue aguda, y Leonel supuso que era la hora en que esa mujer, por fin, sacaría su verdadera personalidad, esperaba ese golpe, ver sus garras a plena luz del día —Sí, yo quiero ganar, solo una cosa; a ti, quiero ganarte a ti. Leonel no esperaba esa respuesta, y la miró como si fuera la peor de las locas.
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