Capitulo IV: Fácil decir te amo

1724 Words
«—¡Leonel, Leonel! ¿Dónde estás? —gritaba buscándolo, era un lugar lleno de pasto verde cielos despejados grises, pero no podía sentir nada, en lo absoluto —Hija. Cuando se giró la vio, era su madre, como en cada fotografía, corrió a ella, y la abrazó, pero tampoco podía sentirla —Mami, ¿Dónde estoy? —No lo sé. —Dime, mami, voy a morir, no quiero, no quiero morir si lo voy a olvidar, lo único que quiero es amar a Leonel. —Mi pequeña, no lo dudes, el amor siempre está más allá de la memoria» Los doctores luchaban por salvarla, al fin tomaron la bala de su cuerpo, y se alegraron de que no se hubiese fragmentado, por otro lado, intentaban salvar la vida, era muy joven para morir. Leonel no sabía que pensar, la policía lo interrogó respecto a sus enemigos, ni siquiera creía tenerlos, pero ese hombre se negaba a declarar la verdad. Cuando el doctor vino a dar información, indicó que la joven estaba en terapia intensiva, estable, pero grave aún, y que iban a esperar unos días para ver como evolucionaba —¿Podemos verla? —preguntó Carlota, ante el desenfado de sus tíos —Por ahora, no, esperemos a mañana. Luego de que el doctor se fuera, los tíos comenzaron a decir que ya se iban, debían atender una tienda que tenían de comida —Pero, no pueden dejarla, un familiar debe estar aquí por si le dan alguna indicación de salud. —Mire señora, la verdad, esa niña siempre ha sido un problema constante, primero de chica que tenía asma, luego que quería estudiar, por supuesto que la sacamos del colegio a los dieciséis para que por fin se mantuviera sola, y ahora esto, pues no, mi hermano el ebrio, me disculpará, pero no voy a cargar con su Karma, si quieren ayudarla, que bueno, y si no, pues ni modo, si se recupera pues a ver como paga el hospital. Los tíos los dejaron perplejos, no se podían creer semejante situación —Enloquecieron, y dicen que la loca es ella, ¡Qué crueles! —exclamó Carlota —Madre, debemos irnos. —¡No! Yo no me iré de aquí, Leonel, ¿Te escuchas? Si no fuera por ella, si no fuera por esa pobre niña, ahora yo estaría aquí rezando por ti, no pienso de ninguna manera abandonar el hospital sin ella, sin saber que está bien, no me va alcanzar la vida para agradecer lo que hizo, si yo hubiera estado ahí, hubiera hecho lo mismo, hubiera evitado que la bala te alcanzara —dijo Carlota con los ojos llenos de lágrimas —¿Qué intentas decirme? —preguntó con temor —Eso es el amor, hijo, ni siquiera lo piensas, pero darías la vida por quien amas. Carlota abrazó a su hijo y él también lo hizo, pensó en ella, en Savannah Rose, en lo que había hecho antes y después «Ella me ama, me ama de veras, nadie en su sano juicio podría dar la vida por otro y ella lo hizo, es una locura, pero es verdad» Por el resto del día se mantuvieron ahí, esperando noticias de la salud de la joven. A la mañana siguiente, su madre había ido a la casa, debía bañarse y cambiarse, Leonel lo haría cuando ella volviera, pero habían llegado a un acuerdo, no dejarían sola a la chica. Leonel leyó los mensajes en r************* , Edelmiro tenía razón, la gente ahora parecían inclinados a favor de la joven, y la miraban como una mártir, por lo menos el hecho de que él se hubiese quedado en el hospital a cuidarla, cuando la familia de Savannah se había marchado, fue bien visto, Leonel no estaba acostumbrado al odio del público, desde niño siempre fue amado e idolatrado, pero ahora, los mensajes eran diferentes, algunos decían que Sasha era la culpable y que Savannah era un ángel para hacerlo feliz. Otros decían que Leonel no merecía el amor de una fan, que iba a dar su vida por él, pues él quería enviarla presa, otros, enfurecidos decían que sí Leonel no era humilde y bueno con quien lo salvo, no era digno de ser querido por su público. Apagó las r************* , cuando sintió que la cabeza estaba por estallar —Buenos días —dijo el doctor —¿Cómo está? —Mejor, tuvo fiebre ayer, pero logramos estabilizarla, hoy se encuentra bien, puede pasar a verla. Leonel se quedó perplejo, asintió despacio. Una enfermera le señaló donde se pusiera la ropa médica, luego lo digirió a la habitación del hospital, entró despacio, y la miró, su corazón se empequeñeció, esa chica no era la misma que estuvo a su lado en la isla, la vivaz, loquita y alegre, no, ahí tendida y dormida parecía frágil, triste y rendida. Se acercó despacio, tenía un respirador, y estaba conectada al monitor, sintió mucha pena de verla así, no merecía eso, recordó la isla, y no pudo evitar, recordar esos besos, su corazón latió con rapidez y su cuerpo sintió calor. De pronto la chica abrió los ojos con lentitud, cuando sus pupilas se encontraron, ella abrió los ojos, irresoluta, parecía desesperada, quería quitarse el respirador, pero él lo impidió —¡No! Cálmate, niña, no te pongas así, escúchame, está todo bien, estoy aquí, por favor, solo calma. Sus palabras fueron suficientes para que se tranquilizara —Vas a estar bien, en menos de lo que piensas estarás haciendo tus locuras de siempre, ¿Me oyes? —ella intentó asentir con debilidad y él sonrió—. No me voy a ir, voy a permanecer a tu lado hasta qué te mejores. Los ojos de la joven se volvieron brillantes, se veía feliz, aun a pesar de su deplorable estado —¿Te duele mucho? Ella levantó la mano y negó con su dedo índice, luego abrió la palma quería tocarlo, Leonel no se negó. Savannah sintió su piel, su contacto, y eso era vida en su cuerpo, no podía hablar, y dolía, claro que todo dolía como una muerte segura, pero no diría nada, no quería que se preocupara, porque a pesar de todo, tenerlo frente a ella, era como tener el universo entero. Ella giró la palma de la mano de Leonel, ella no podía hablar, pero parecía querer decir algo, la obedeció y acomodó su palma de forma en que ella pudiera escribir, con su dedo índice, dibujó dos palabras y cinco letras «Te amo» era invisible pero esas caricias lograron sacudir el cuerpo de Leonel en una sensación cautivadora, sonrió al entenderla, no pudo evitarlo, le dio ternura y cuando lo presintió se sintió desconcertado, su madre, Carlota llegó. —Debo irme. La cara de Savannah fue un poema triste —Hija, vendrá de inmediato, pero debe bañarse y cambiarse de ropa, hemos estado aquí toda la noche, y estaremos contigo. Esas palabras calmaron a la joven. Leonel se acercó y la miró, tomó su mano, y sin pensarlo bien la besó con suavidad, los ojos de Savannah se volvieron endebles, sentía tanta felicidad en medio de un gran dolor —Vuelvo en un rato más. Carlota sonrió, se sintió tan orgullosa de su hijo, incluso más que cuando cantaba en un escenario Leonel salió y subió a un elevador, pensó en lo que había ocurrido, miró la palma de su mano para recordar esa dulce caricia, ¿Cómo era posible que Savannah le diera un te amo? Leonel nunca decía un «Te amo» con tanta facilidad, para él, el amor era algo maduro, algo que no se regalaba, pensó en Sasha, tal vez si hubiese sido más dulce con ella, ¿Ahora estaría a su lado? Pero, ¿De verdad amaba a Sasha para decirle un te amo? Recordó a Savannah y ese sentimiento de ternura, se odió de inmediato —¡Estupideces! Un hombre como yo sintiendo ternura, ¡Por favor! Lástima es lo que me da, pobrecita —juró para sentirse mejor. Su teléfono móvil resonó, miró el número era Sasha, se apuró a responderle —¿Qué quieres? —Hola, León, supe que estuviste por morir. —¿Y a ti que te importa? ¿Qué pasa, Sasha? No te llena el hombre que tienes en la cama. —Él que no me llenaba eras tú, mejor diles a tus fanáticos que nos dejen en paz… —¿O si no qué? —O si no, acabaré contigo. Leonel rio a carcajadas —¡Por favor! Haz lo que quieras, conmigo nunca podrás, fuiste lo que eres por mí, pobre tonta, sin mí eres nada, yo te hice una artista, pero no tienes talento con que sostenerte Sasha. —¡Cállate! Tú carrera está acabada, nadie te quiere, para todos eres un ser ruin y despiadado, pobre niñita, ni siquiera porque salvó tu vida, tienes consideración, ¡Nadie va a quererte! Ya muchos murmuran que te dejé por malo, así que, estás cayendo en picada, Leoncito. Él volvió a reír —Ah, ¿Sí? Y sin embargo te equivocas, yo no estoy en este mundo gratis, como tú, yo tengo talento, y, además, tengo algo que tú jamás tendrás. —Ah, ¿sí? ¿Qué? —Cerebro. Siéntate en tu mejor sofá, acurrúcate en la miseria con tu perro de agua, y mírame volver al éxito, Chao —dijo colgando la llamada, sintió una rabia embriagar su ser, pero levantó la cara, altivo, de alguna manera supo, que, pasara lo que pasara, iba a volver a triunfar. Salió del elevador y miró por unos cristales falsos, ahí había cientos de fanáticos, muchos dando ánimo a Savannah, y odiándolo a él por querer llevarla presa. Edelmiro que había llegado lo miró intrigado —¿Qué haces? —Leí los comentarios de todos. —Leonel, la disquera está volviéndome loco con tu imagen, están furiosos, creen que no te recuperarás de semejante mancha a tu reputación. —No será así, a mí nadie me va a quitar mi éxito, haré lo que tenga que hacer. —¿Y qué harás? —pensó Edelmiro confuso —Quieren una boda, pues la tendrán, quieren una heroína de esposa, entonces la tendrán, no te preocupes, ante la cámara es fácil decir te amo —sentenció con cara de póker.
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