Capítulo 7:
Liam
Me encontraba en la sala de espera junto a mamá, los mellizos y mis dos papás. Logan caminaba de un lado a otro intentando controlar sus nervios.
Los médicos aún no nos confirmaban que sucedía con Lia y todos estábamos preocupados. Las posibilidades eran muchas, podía ser un pico de estrés acumulado, baja de presión, síncope, lipotimias, entre otras cosas.
-Al fin... -oí pronunciar a mamá y levanté mí vista del suelo.
Un doctor había salido de la habitación en donde tenían a Lia. Traía una planilla en sus manos y por su expresión, no tenía buenas noticias para darnos.
-Detectamos lo que causó el episodio. -murmuró el doctor.
Todos asentimos a modo de respuesta, incitándolo a continuar y dar el veredicto. Mamá se paró junto a Logan y apretó su mano en señal de apoyo.
-Tiene un soplo en el corazón.
La noticia fue como un baldazo de agua fría. Sentía mis ojos picar, apreté mis puños. ¿Cómo mierda?
-¿De qué grado? -preguntó mamá.
-Es de grado cuatro. -respondió el médico.
Mamá sollozó y abrazó a Logan quien era un torbellino de lágrimas silenciosas. Los mellizos que estaban a mí lado, no comprendían mucho pero lloraban al ver a papá y mamá llorando.
-¿Ya podemos entrar a verla? -preguntó Logan y el doctor asintió.
Mamá se sentó a mí lado, dándole privacidad a Logan con Lia. La miré y sentí como algunas lágrimas caían por mis mejillas. Estaba llorando por la mocosa, aunque ya no la trataría así.
Debía ser más delicado con ella, debía hacer un cambio. Abracé a mamá y la dejé acariciar mí cabello como cuando era pequeño. Era increíble todo lo que había sucedido en apenas tres semanas. Lia definitivamente había llegado a revolucionar las cosas pero pensándolo bien, no me molestaba del todo.
De alguna manera ella tenía algo, algo que me atraía y todavía no sé en qué sentido. Aunque me da morbo verla como algo más pero demonios, Lia está muy bien para su edad, hablando físicamente y me estoy yendo de tema.
-¿Podrías explicarme más sobre los riesgos de un soplo así? -pregunté a mamá.
-Una buena dieta, medicamentos. Evitar los malos ratos y emociones fuertes, controlar la actividad física, no acumular estrés ni pasar nervios. -enumeró y asentí-. Hay que tratarla como una delicada princesa, sobre todo tu que aveces eres cruel.
-Mamá... -murmuré.
-No te creas que no lo sé Liam. -advirtió y suspiré.
-Lo sé, lo siento. Haré un cambio. -respondí y ella besó mí cabeza.
-Creo en tí, cariño.
[...]
Lia
Papá entró en la habitación y sonreí al verlo. Cuando desperté del desmayo pensé que todo lo que había ocurrido había sido sólo un sueño. Mí sonrisa se desvaneció al notar sus ojos rojizos y algunas lágrimas en sus mejillas.
-Papá... -susurré.
El se acercó y me estrechó entre sus brazos. Sentir la calidez y seguridad que me daba al estar en sus brazos, me hacía inmensamente feliz. Hubiese deseado sentir los abrazos de papá desde pequeña.
-¿Por qué lloras? Estoy bien, ya pasó. -dije intentando animarlo.
-Tenemos que hablar, princesa. -murmuró.
-¿De qué?
-Tienes... Tienes un soplo en el corazón... Y... Y deberás tener más cuidados ahora... -dijo a la vez que más lágrimas empapaban sus mejillas.
No sabía mucho de medicina pero estaba segura que un soplo en el corazón no era algo bueno y si papá estaba así por eso, definitivamente debía ser malo. El acarició mí cabello y yo seguía en estado de shock.
-Pero... -murmuré y no terminé la oración.
No entendía, no lo entendía. Carajo, siempre había algo conmigo. ¿Acaso todo debía pasarme a mí? Las lágrimas se acumularon en mis ojos, volviendo borrosa mí visión, segundos después era un mar de lágrimas.
-Tranquila. Te cuidaremos, todos ayudaremos a que estés bien. -dijo tomando mis manos-. Me tienes aquí, hija. No te dejaré.
-Tengo miedo... -confesé.
-No te pasará nada. Seremos una familia, ¿vale? Confía en lo que te digo. -dijo y asentí.
Volví a sentir sus brazos estrecharme y me permití llorar sin limitaciones. Pensé que había sido un leve desmayo, nada de gravedad. Pasaron varios minutos y sin darme cuenta, había dejado de llorar. Papá se alejó un poco de mí y acarició mi mejilla.
-Alguien más quiere verte, saldré un momento. Luego volveré pequeña. -dijo papá y asentí.
Una vez que salió, observé la habitación de hospital en la que estaba. Odiaba éstos lugares, joder. La puerta se abrió y volteé a ver quien era. Me topé con dos bellos ojos azul eléctrico. Liam estaba aquí. Se acercó a mí y sonrió de lado.
-Es bueno verte bien. -murmuró con voz ronca.
-Perdón por asustarlos así. -respondí.
-Descuida peque...
Minutos después estaba siendo abrazada por él. Estaba sorprendida, en el tiempo que llevaba conociendo a mí hermanastro, jamás había tenido una muestra de afecto de su parte. Sonreí débilmente y me permití abrazarlo también. Se sentía bien estar así, demasiado bien. Su fragancia masculina invadió mis fosas nasales, haciéndome olvidar por un momento que estaba enferma y que nos encontrábamos en un hospital.
-Te cuidaremos. -susurró en mí oído.
Una corriente eléctrica atravesó mí cuerpo, causando estragos en mí sistema. Liam tenía algún extraño poder sobre mí, me sentía hechizada en ese momento. Ésto estaba mal, muy mal. No podía continuar así, no debías ser así. Armándome de valor, me alejé de el y traté de poner mí mejor cara de molesta.
-No quiero que cambies conmigo por lastima. -dije.
El me miró entre sorprendido y dolido.
-¿Qué dices? Lia, no... -lo interrumpí.
-Tu no me quieres en tu vida, ni yo en la mía. ¡No hace falta toda ésta actuación! -exclamé.
-Cálmate, no debes pasar por emociones fuertes. Por favor... -suplicó.
-Entonces vete y déjame sola. No quiero tu pena. -gruñí.
El negó y en sus ojos noté la angustia. Me sentía una perra pero debía poner distancia entre nosotros, al menos por mí. No estaba segura de que me pasaba con mí hermanastro pero tampoco quería saberlo. Cuando cerró la puerta de la habitación, sentí como las amargas lágrimas volvían a caer por mis mejillas.
Lo siento Liam...
Continuara...