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Perdido en sus Encantos

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Blurb

Libro 3/3

Ella llegó y todo cambio. Mí familia, mí casa, quedó todo de cabeza con la llegada de la hija pródiga... O como sea. Fue un impacto enorme el tenerla ahí y más porque jamás imaginé conocer a la que era mí hermanastra. Pasé toda mí vida escuchando sobre ella que incluso sentía que la conocía.

Nuestra relación al principio no fue la mejor, incluso un gato y un perro se llevaban mejor. Intentaba alejarla por el bien de ambos, había sido cautivado apenas la ví y eso no era sanó, el plan funcionó, me gané su desprecio pero en el proceso, yo caí preso de esos ojos verdes y esa sonrisa dulce. Estaba perdido en sus encantos y mierda... ¡Estaba prohibido!

Ahora entendía a mí madre, el encanto Roger's era jodidamente imposible de resistir, había caído ante ella.

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Conviviendo
Capítulo 1: Lia Miré la habitación que ahora sería mía. Tenía las paredes blancas y una cama grande con un acolchado morado, un escritorio que aparentaba ser de roble, dos sillones negros, una tele y una estantería repleta de libros. -¿Te gusta? -preguntó papá y asentí. Había estado durmiendo en la habitación de los mellizos los dos días que llevaba aquí. Papá no me había dejado entrar a la habitación de huéspedes porque dijo que la arreglaría para mí y valla que me gustó como quedó. -Me encanta, gracias. -dije y lo abracé. Desde que llegué prácticamente he sido como una garrapata con papá, no me despegaba de el y cada que podían lo abrazaba. Me parecía irreal el saber que ahora lo tenía en mí vida. -De nada princesa. -murmuró y sonreí. Oí que Rachel lo llamaba y el se fue dejándome admirar mejor mí habitación. Cerré la puerta y aproveché para mirar mí móvil, el cual tenía apagado desde que llegué. Bufé a ver que tenía cientos de llamadas de la mujer que hacía llamarse mí mamá, muchos mensajes y otros tantos de Drake, mí amigo virtual. Decidí volver a apagar mí móvil, mamá podía usarlo para localizarme y no quería que eso pasase. Me acerqué al escritorio ya que algo violeta llamó mí atención, sonreí ampliamente cuando noté que era una netbook nueva. Diosss... Oí como la puerta se abría y volteé para encontrarme con los ojos azul eléctricos de mí hermano, bueno en realidad hermanastro. Al principio pensé que era hijo de Rachel y papá pero al tiempo me dijeron que el era hijo de Rachel y otro hombre. Sólo los mellizos son mis medio-hermanos y Liam mí hermanastro. Me sentía nerviosa ante su presencia, el era guapo, imponente, alto y tenía un físico atlético por lo que seguro practicaba algún deporte. -Ya estás instalada por lo que veo. -murmuró con ironía y fruncí el ceño. El no cruzaba muchas palabras conmigo y podía ahora confirmar que mí presencia le molestaba. Suspiré y asentí a modo de respuesta. -¿Te molesta algo de mí? - me animé y pregunté. El sonrió de lado, seguro esa era su estúpida sonrisa de ligue. El era mayor que yo pero eso no impedía que fuese directa y segura a la hora de hablarle. No era ninguna chiquilla y el debía saberlo. -Has llegado un día irrumpiendo en ésta casa y mí vida, ¿creés qué estoy feliz con eso? -respondió. Sentí como sus palabras me afectaban , había sido frío al responder. Lo entendía, yo para el era una extraña que un día llegó como si nada a su vida pero jamás pensé que por eso el me iba detestar. Recordé palabras que una vez mamá me dijo y decidí hacerle caso, jamás dejar a un hombre pasar por encima de mí dignidad por más qué sus palabras me hubieran hecho sentir mal. -De igual manera no estoy aquí porque quiera meterme en tu vida, estoy aquí por mí padre. -respondí en un tono neutro. -Eres una niña mimada, eso es todo. -gruñó. -No me conoces y no sabes ni la mitad de las cosas que he vivido así que no hables como si me conocieras. -respondí tajante-. Si vieras lo que era mí habitación ahora mismo te daría lástima pero me vale mierda lo que pienses, el niño mimado eres tú y ahora fuera de mí habitación. -dije y lo empujé. Claramente el no se movió ni un centímetro, en momento como éstos era cuando me sentía ridícula. Bufé e intenté alejarme pero me tomó de la cintura haciendo la situación incómoda. -Ten cuidado como me hablas, niña. Recuerda que ésta es más mí casa que tuya. -dijo y salió dejándome shockeada en el lugar. ¿Cuál era su problema? Si tanto le molestaba mí presencia pues que me ignorara, que pasará de mí. Ni que yo necesitase algo de él. Definitivamente los rubios eran tontos y más cuando eran mimados como él. Liam se veía agradable cuando lo conocí, parecía el tipo de chico que todas querían pero con los pocos días que llevaba aquí había descubierto que en realidad esa fachada de chico bueno era sólo una farsa. [...] Liam No llevaba ni una semana con ella viviendo dentro de mí casa y ya me había sacado de quicio. Ingresé a mí habitación y bufé. La niña tenía agallas para responderme de esa manera, era sorprendente que a pesar de todo no se viera afectada por mis encantos. Mis padres y hermanos se la pasaban alrededor de ella, la estaban consintiendo demasiado. No estaba celoso, sólo que me molestaba que de un día para otro todo cambiara por ella. Oí unos leves golpes en mí puerta y supuse era mamá. Seguro me iba a dar una charla tipo sermón para mejorar mí actitud y demás. -Adelante. -murmuré. La puerta se abrió y me sorprendí al ver a Logan. El entró y se sentó en el sillón que tenía al lado de mí cama. Fruncí el ceño algo extrañado pero no pregunté nada. -Quiero que hablemos sobre Lia. -dijo y asentí-. Ella... Diablos. Ha tenido una vida difícil y le costará adaptarse e incluso integrarse en grupos sociales, quisiera que la ayudarás con eso. -Eh... -no supe que responder. -La enviaré al Instituto al que ibas tu pero además de eso me gustaría que no sé, le mostrarás la ciudad o algo así. -pidió-. Ella es muy cerrada y no quiero que siga siendo así por culpa de lo que le tocó vivir. -Vale... -murmuré bajito. -Gracias Liam. -dijo y palmeo mí espalda. -De nada, papá. El salió y maldije hasta el presidente. Definitivamente Dios tenía algo en mí contra. Carajo, la suerte definitivamente no estaba de mí lado. Sería un extenso trabajo el ayudar a Lia y sobre todo porque no tenían ninguna motivación para hacerlo pero no podía decirle que no a papá, mucho menos cuando el me ha dado más que mí padre biológico. Suspiré e ideé la manera en que podía hacer que Lia fuese más abierta aunque sabía que sería una tarea difícil, ella y yo éramos como el agua y el aceite. Continuará... 

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