Capítulo 8:
Liam
Miré la puerta de su habitación, llevaba días ignorando mí presencia, pasaba de mí como si no existiera. Extrañamente eso me afectaba y demasiado. Antes era yo el que la ignoraba, suspiré y continúe hasta mí habitación. Una vez dentro maldije. Hacía tres días que Lia ya estaba en casa y desde entonces ni siquiera cruza mirada conmigo. Mí móvil vibró, tomé el aparato y bufé al ver un mensaje de Isaac.
De: Isc
Carrera a las 23hs. En el viejo puente, eres el tercero en correr. Suerte.
Gruñí. No tenía planeado correr, no tenía ánimos. En casa todo estaba patas arriba e Isaac venía con la estupidez de correr. Bufé y tiré mí móvil sobre la cama. Estaba de mal humor, con una mierda, nada en mí vida era normal. Miré la hora y maldije, tenía cinco horas para conseguir un maldito auto y un copiloto. Marqué rápidamente a Isaac, el me había anotado en la carrera y sería quien me consiguiera un maldito coche.
-¿Sucede algo bro? -preguntó.
-Que no tengo un puto coche.
-Rayos... -bufó.
-Te dije que no iba a correr por un tiempo, idiota.
-Calmate. Ya conseguiré algún auto para ti, sólo se puntual. -dijo y colgó.
Esta seria la última carrera que haría en un buen tiempo, necesitaba tiempo para Lia, debia solucionar las cosas con ella. De alguna manera ella odiaba todo ese mundo de las carreras ilegales y una manera de acercarme era dejando aquello de lado.
Quizá podría hacerle algún regalo algo cursi que toda chica quiere pero el problema es que Lia no es igual a todas. Ella era especial... Mierda, parezco marica.
[...]
Lia
Mire el mensaje que me habian enviado las chicas y suspire. Claramente no era buena idea ir a esa estupida carrera pero por algun motivo queria ir. Kenny me envió un mensaje recordándome que debía llevar alguna prenda de cuero y bufé.
Miré mí ropero y descubrí que tenía una chaqueta de cuero, Rachel tenía buen gusto sin dudas. Me coloqué unos vaqueros con tajos en las rodillas, mis vans negras, un crop top rosa claro y la chaqueta de cuero.
Me puse un poco de rimel y delineador, estaba lista. Dejaría mí cabello suelto como lo tenía. Bajé a la cocina y ví a Rachel, rogaba que me diera permiso de salir ya que me había vestido sin saber si me dejaría.
-¿Rachel? -llamé su atención.
Ella volteó y se sorprendió al verme, luego sonrió.
-Dime. Por cierto, estás bellísima Lia. -dijo.
-Una amiga se hace una fiesta por su cumpleaños... ¿Puedo ir? -pregunté.
-Claro que sí. -respondió.
Suspiré y le envíe mensaje a Kenny confirmando que ya estaba lista, quince minutos después oí la bocina del automóvil de su hermana. Suspiré y salí, me sentía insegura pero que más da, tenía el presentimiento de que me acostumbraría a ésto.
Llegamos a La Boca del Diablo y no pude evitar sentirme nerviosa. Ese lugar no era para mi pero algo me atraía a él o mejor dicho me traía a él.
-¿Quieres formar parte de ésto? -preguntó Becca.
-¿Cómo? -respondí confundida.
-Ser parte de éste mundo, ya sabes... -murmuró Kennya.
-Es sencillo. Debes decir que quieres pertenecer a uno y te darán el símbolo del grupo, nada más. -aportó Becca.
-¿Y luego qué? -pregunté.
-Bueno, debes conocer las reglas de aquí. -dijo la hermana de Kennya-. Son simples. Memoriza. Número uno, nadie debe saber de ésto. Número dos, no puedes faltare el respeto al cabecilla del grupo o serás expulsada. Número tres, puedes ser reclamada como pareja de alguno de los chicos o quizás chicas pero para ello debe hacer una carrera contra nuestro cabecilla, dejándo claro que es digno de tí. Número cuatro, en nuestro grupo no se consumen drogas así que no debes ingerir eso y la última pero no menos importante, no dejes que la policía te atrape o serás exiliada.
Parpadee sorprendida y trague saliva asimilando lo que me habían dicho. ¿Tanto por pertenecer a un grupo de mierda? Las chicas mostraron sus símbolos y bufé, todas formaban parte de ésta estupidez.
Claramente no estaba segura de ésto pero maldita sea, toda persona que conocía estaba metida en ésto y aunque no quisiera para ser aceptaba debía hacerlo.
Miré a las chicas, todas aguardaban mí respuesta con una sonrisa expectante en sus rostros. Tomé una bocanada de aire y asentí. Era una estrella de cuatro puntas sobre una llama de fuego.
-Te lo tatuaremos. -dijo Kennya.
Abrí mis ojos sorprendida. ¿Había oído bien? Un chico del grupo todo tatuado se acercó sosteniendo el aparato para tatuarme. Levanté mí brazo derecho y apunté mí muñeca indicándole que lo quería ahí.
Justo cuando estaba por asentar la aguja con tinta en mí piel oí un grito a mí espalda. Volteé con curiosidad, encontrándome a Liam y el que era mí tío.
-¿Estás loca niña? -preguntó Liam.
Todos en la boca del diablo nos miraban intrigados por la situación. Nadie sabía sobre el lazo que nos unía y prefería que eso siguiera así. Miré duramente al idiota.
-¿Disculpa? Entiendo que estés aburrido de tu vida pero no te metas en la mía. -respondí.
-Que irónico Lia. Siendo que fuiste tu quien llegó inrrumpiendo en mí vida. -dijo y me tensé.
-Déjame en paz. -contesté y volteé.
El chico esperaba para tatuarme. Volví a plantearme la decisión pero ya, lo iba a hacer, fin. Me armé de valor y le asentí, el rápidamente comenzó a tatuarme el pequeño pero notorio símbolo en mí piel.
Sentía una pequeña molestia, un ardor pero no dolía como esperaba. Pensé en que papá tenía tatuajes así que supongo no me dirá nada por éste pequeño e insignificante o al menos de eso intentaba convencerme. No quería problemas pero lamentablemente a partir de ahora, viviría un problema o mejor dicho mí vida sería un problema. Me metí en la boca del diablo y nadie me advirtió que no podría salir.
Continuará...