Tanto hombres como criaturas mágicas estaban devastados por la muerte del emperador. Los cuatro vientos no tardaron en comunicar ese fatídico hecho a todos los reinos. Las dríades lloraron por tres días y tres noches seguidas. Las oceánides escucharon a sus hermanas llorar y comunicaron la noticia hasta la más recóndita gruta submarina. Hasta los pajarillos lamentaban la muerte del más honorable rey humano que haya podido pisar esas mágicas tierras. Y fue así, escuchando los lamentos de los árboles y de los pájaros, como Eirwen se enteró de la muerte de ese gran rey sin que nadie se lo comunicara oficialmente, y se sintió triste, a pesar de que solo lo había visto una vez, en su coronación como emperador. La noticia se hizo oficial hasta pasados dos días desde cuando Pandarus irru