Raquiel le dio un sorbo a su frappé de Starbucks mientras tecleaba en su MacBook. Estaba en la biblioteca de la universidad, por supuesto que rodeado de su esquema de seguridad. Aun se estaba acostumbrando a retomar los estudios después de tantos años, pero debía admitir que eso, y su trabajo como monarca de Israel, lo mantenían ocupado al 100% y sus ataques de pánico en la noche habían disminuido por el simple hecho de que terminaba tan exhausto, que su cerebro parecía apagarse completamente. Pero todo ese trajinar de su vida diaria no le evitaba pensar en Vlad. Hace días que no sabía nada de él. El ruso podría estar tratando de salvar el universo de nuevo, pero siempre tenía la delicadeza de visitarlo, aunque sea una vez a la semana. Y tampoco sabía nada de sus hermanas. Eso lo pr