Solo llevaban un par de días en altamar, y Sariel ya estaba mareada. El sanador que iba a bordo del navío le preparaba algunas infusiones que supuestamente funcionaban para el mareo, pero con ella nada parecía funcionar. —¿Sabes qué le quitó el mareo a Jelena? Tener sexo salvaje con Merlín —le dijo Vlad pícaramente, sentado en una silla al lado de la cama. Sariel lo fulminó con la mirada, para volver a meter la cabeza en el balde y vomitar. Vlad salió del camarote, subió a cubierta y respiró un poco de aire fresco. Si es que al aire con el agua salada del mar se le puede llamar aire fresco. Se encontró a Roger en la proa, mirando al horizonte con su telescopio monocular de mano plegable, asegurándose de que no hubiera algún obstáculo. Vlad se permitió el atrevimiento de analizar
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