Narrado por Enzo D’Angelo Todo lo que toco lo destruyo. Eso era lo que había tratado de advertirle a Amelia, pero ella seguía con sus estúpidos planes de reconvertirme o tratar de fingir que no era quien era. Como no pudo obtenerlo, su estrategia fue la de ignorarme, la de alejar su cuerpo del mío. Y eso en lugar de darme más de lo mismo, me encolerizó. ¿Por qué le costaba tanto aceptarlo? ¿Por qué no simplemente disfrutaba lo que le estaba ofreciendo? ¿Por qué el desespero era mi reacción hacia sus tretas? Fue un acto desesperado irle a reclamar a ese club sobre su conducta, también fue un golpe bajo y doloroso que me insinuase que creía que la violaría si se alejaba de mí. Ese no fue su único ataque simbólico, también fue a mi departamento a acusarme de haber envenenado a su Berga