Recupero la conciencia después de esa noche caótica con un pensamiento dominante: Zeus. Mi remolino amarillo y lleno de ladridos escandalosos, mi compañero fiel, mi destructor de jarrones, ese que dejé la noche fuera. —¡Zeus! — grito terminando de despertarme y levantándome de la cama como una posesa. —¿Qué haces gritando a estas horas? — protesta Enzo a quien desperté con mi grito. Por primera vez desde que no puedo recordar no le prestó atención a Enzo, a un Enzo despeinado despertándose en mi cama. Me concentro en ponerme la bata más cercana que tengo y salgo corriendo escaleras abajo. Me encuentro con que Zeus está acostado en uno de mis sofás internos. Mi boca se abre sin control nuevamente. ¿Había vuelto a abrir la puerta? ¿Por sí solo? Al verme deja su modo adormilado para veni