Capítulo 9: Tarde oscura

2028 Words

Se suponía que la Amelia que conocía era más de besos suaves, tiernos y cursis. Se suponía que la Amelia que conocía no se dejaba manosear a la primera vez por cualquier hombre. Se suponía que la Amelia que conocía solo había venido expresamente a confirmar la salud de Enzo. Sí, cómo no. A confirmar si era capaz de meterse entre tus piernas más bien. A eso era lo que parecía haber venido al departamento del susodicho. Porque eso era lo que estaba haciendo, dejando ser besada con salvajismo por este hombre. Ni sus labios, ni su lengua conocen de pausas o gentilezas. Tampoco lo hace su mano sana, esa que me invita a mecerme sobre él. Lo cual provoca que mi centro se retuerza de placer divinamente contra su erección. Siento que me falta el aire, siento que me hace falta un poquito de cor

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