5 x Esperar

3586 Words
Barshee, Einity. Alanys Berellon Asomándonos a la atmósfera de Einity el planeta desierto en el que habito que posee un gran anillo a su alrededor y un exterior bien estilizados con nubes pomposas y una increíble cantidad de belleza lúcida por unos tonos de azul pocos verdes y mucho amarillo, entonces reviso la pantalla y empiezo a preocuparme por no recibir ninguna llamada de Howl. Empiezo a creer que ha pasado algo con él. No me sorprendería que fuera culpa de Jeriko después de todo ella era la causante de los problemas de Howl en primer lugar. —Tu cuerpo se ha estabilizado—Logro escuchar a Go con una voz súper tierna y en tono melodiosamente chillón. Suspiró. —Ya se terminó el suero que me colocaste...que velocidad—Con ternura. —Si—Pronuncia sutilmente. Me percato de que Álex sigue atrás sin decir ni una sola palabra en las horas que llevamos en la nave. —Alex puedes hablar—Estaba sorprendida, normalmente los mecas como el tenía a un ordenador previo, por lo tanto solo están programados para obedecer a una sola persona y eso lo indica si código. —Gracias—Educadamente pronunció. —¿Me obedeces?—Arqueo una ceja y pregunto algo impresionada. —Quien me creo falleció en los días anteriores y en los días que siguieron opte por sobrevivir para encontrar un propósito, por lo tanto decidí que mi propósito sería mantener con vida a la persona que salve—Conciso y directo levanta la mirada. —Te robe— Reitero. —Me salvaste— Afirma. Frunzo el ceño y viró los ojos. —No tengo tiempo para esta discusión, debí apresurarme a guardar la nave y ver qué pasa con Howl—Gruño mientras atravesamos la atmósfera del planeta. Aterrizó justamente en donde debe estar la nave. Levantó una enorme cantidad de arena al aterrizar y finalmente la poso en la base. Desactivo la misma y empiezo a colocar la seguridad, bajo a ambos robot y enciendo el campo fuerza alrededor de la nave. Desde de mi puedo oír las risas y gritos de alegría. Sonrió levemente y luego pongo mi cara más severa arqueando una ceja. —¡Alanys!—Grita Kacknnis mientras s acerca hacia a mí corriendo. —¡Volviste!— Escucho a Rem. Pero no logro ver a Saúl por ningún lado. Frunzo el ceño molesta, pero severamente molesta. —¿Dónde está Saúl?—Espeto. Ambos se miran y lo señalan detrás con la prostimeca, sonrió porque la vistieron con mi ropa, solo para sentirse a gusto sin mí. Tenía unos short cortos rosa y una camisa con agujeros beis, junto con un sostén n***o y su cabello completamente suelto. Solo pude reírme. Tenía un peso menos y tal vez era porque ya nada me dolía físicamente, pero emocionalmente seguía pensando en lo que pasó. Alex se posa a mi lado y Ladea el rostro lentamente analizando el lugar. —¿Este era tu objetivo?—Dijo Kacknnis en cuanto sostuvo sus manos. Alex parecía dócil y tranquilo, sin embargo, no esperaba que tuviera una actitud tan sumisa, precisaba que fuera más errático y estuviese dispuesto a conservar su vida frente a mí, pero parecía no tener noción de lo que proseguía luego de su captura. Camino hacia la casa. —Si era el objetivo—Digo sería al sujetar a Rem por el cuello y abrazarlo. —¡Suelta!—Gritaba sonrojado. —Es tecnología de última generación—Sorprendido decía Saúl mientras lo mirada en la caminata devuelta al búnker. —Si lo es, es sorprendente—Amena pude sentir como un cosquilleo se filtró a mí pecho y estomago—Bueno Saúl y Rem, tiene una tarea—Cruzo los brazos—Deben cambiar la matrícula de la nave y empezar a limpiar y pintar el exterior—Me muerdo un labio—Somos buscados por cazadores, así que mientras más rápido mejor. Ambos asintieron rápidamente y se dirigieron a su trabajo inicial. Veo a Kacknnis que ve embelesada a Go y sonrió al encorvarme un poco para estar a su altura. —Lo traje para ti—Sonrió—Rem no sirve para dar regalos—Digo entre dientes. A la distancia y ya dentro del búnker lo veo estornudar. La prostimeca ya poseía un nombre según me había explicado. Lucila "el remplazo". Me reí a carcajadas por horas. Así que estando de buen humor empecé a preparar comida. Por fin comí comida decente porque la prepare yo, un año desnutrida y anémica justamente por no comer bien, sentía tanto dolor en el cuerpo que solo podía beber alcohol para inhibirlo y llenarme de medicamentos, en algún punto las drogas fueron mi única compañía, estaba perdida en un cóctel diario de metanfetaminas. —Go es tan lindo Alanys—Chillo Kacknnis mientras jugaba con él sentada en el suelo. Asentí. Alex solo estaba allí sentado observándome comer, me perturba un poco lo humanamente posible que podía llegar hacer, aunque no lo pareciera. —¿Cómo creaste un caño de brazo como el mío de la nada?—Pregunte constipada. Levanta la mirada. —Tu cañón tiene una estructura retráctil, desplegable y ajustable a tu cuerpo por anticipado, tu brazo tiene doble modalidad por lo tanto analice que era posible que mi morfología mecánica replicará el mismo cañón pero diez mil milésimas de segundo más rápido y con más potencia—Se toma una pausa— Solo fueron cálculos precisos y rápidos. Gruño. —Presumido—Tuerzo la boca y viró los ojos. Kacknnis se ríe mientras continúa jugando. Está empezando a caer la noche y cómo se espera de cualquier desierto el frío empieza a llegar rápidamente, la temperatura baja y todo se congela. Saúl y Rem parecen por la puerta sucios, llenos de tierra arenosa y pintura, parecían estar agotados y hambrientos. Ambos fueron a tendidos por Lucila " el remplazo" que tenía la misma actitud de una niñera consentidora. —Alex—Puedo oír a Rem. —Es un nombre muy raro—Explica Saúl —¿Por qué escogiste algo como eso?. —Alexetimia es la palabra que describe de forma adecuada lo que soy, alude a la incapacidad de sentir y expresar emociones— Me percató que es exactamente lo que me dijo a mi hacia alguna horas—Estoy conforme con mi decisión, así que llámenme Alexetimia por favor. —Alexetimia—Susurra Rem, parecía estar encantado— Yo también quiero tener un nombre raro y peculiar como eso—Gira a verme. —No—Espeto en seco. Y Sigo pensando en Howl. ∆∆∆ Helycion, Ardoscan Howl Yakuza  El nombre para mi familia lo es todo, después de que los Yakuza se hicieron una fuerza implacable en el universo, el nombre nos define. Para impartir miedo. Para impartir respeto. Para impartir orden. Eso era lo que Jeriko tenía en mente la mayor parte del tiempo, pero yo en cambio deseaba mi libertad, pero la jerarquía no me permitía tener libertad solo era un peón más en el ajedrez que jugaban mi padre y Jeriko. No me molestaba, hasta el día que apareció Alanys en mi vida, ella era hacia lo contrario de lo que me habían enseñado y era toda la libertad que deseaba. ¿Pero a que costó pedía esa libertad?. Las mujeres aun después de tres mil años no han cambiado casi, siguen siendo complicadas y caprichosas, pero ahora son más fuertes que antes. ... Logro despertar sobre una cama dura y fría. Tengo una fuerte jaqueca y un dolor punzante terrible en la cara, había baja en todo el colchón justamente donde yo había posado mi rostro. Miré hacia los lados respirando lentamente y percatándome de que estaba justamente en una celda muy aseada del castillo. Me senté en la orilla de la cama y solo fue para pensar. «Esto ha resultado ser un completo desastre, si Helen me toca lo mataré y luego me matarán a mí, así que estamos mal en todos los aspectos» Bufó y me acuesto en la cama. Se que mientras esté en esa celda tengo tiempo de que Alanys venga a salvarme. Así que esperaré por ella pase lo que pase. ∆∆∆ Barshee, Einity Alanys Berellon La noche helada y feroz se alza profunda en la oscuridad, pero yo solo tengo en mente el pensamiento díscolo que ronda y es que no suelo usar vestido, pero hoy estoy sin dolor así que accedo a usar uno, pero solo por capricho. — ¿Qué haces sentada aquí a estas horas?—Pregunta amablemente Saúl. —Pienso un poco—Susurro intranquila. — ¿En Howl?—Suspira y se aventura hacia afuera del búnker a sentarse justo a mi lado. Traía puesto un gran edredón encima con dibujos animados bien sujeto y enrollado a su cuerpo y su cabello despeinado como era de costumbre. Podía describir que el lugar en el cielo me encontraba sentada, era el lugar en el que el verano podía llegar hacer abrazador y despiadado. Pero estaría mintiendo, porque era mi lugar favorito al salir de casa, estaba justo al frente de la entrada, sobre una plataforma rocosa, había sillas de plástico sintético y mesas justo debajo de un toldo con luces en sus vigas. Parecía más un comedor a la intemperie que cualquier otra cosa en la extensión de la nada. Saúl tosió un poco para sacarme de mis pensamientos. Sonrió en forma de afirmación. —Déjame disfrutar de esta noche, hacia un año que no salía hasta aquí—Murmuro tranquila. —Pero hace mucho que no hablamos —Cabizbajo con un tono nostálgico—Me siento perdido. Lo miro desconcertada y lo envuelvo en mis brazos. —Dime que te atormenta—Susurro a su oído. —No sé qué me pasa últimamente, no me siento bien con lo que soy—Suspira con pesadez. Saúl era un niño curioso la verdad, más inteligente que la mayoría y más tranquilo que los usuales jóvenes del milenio. Si le afectaba algo, era por lo inteligente que podía llegar hacer, tan inteligente que se metía en apuestas y las ganaba todas, pero esa suerte suya se basaba en su gran ingenio. Pero a mí no me gustaba, puesto cuando lo salve en un planeta lejano mientras cumplía una misión cualquiera por motivos de supervivencia me refugie en un bar clandestino. Recuerdo lejano  »Entre al lugar que pensé que podía ser más conveniente para mí. Necesitaba comida y algo de descanso. Está lleno de hombres sudorosos con porte robusto, prostimecas, algunas mujeres, soldados y otras especies. El ambiente estaba cargado de tensión, alcohol y humos de alguna sustancia química parecida a la mota. Tengo un filtro de aire puesto así que no me preocupe por sentir la necesidad de cubrirme, pienso eso mientras me acerco a la barra. — ¿En cuánto la bebida?—Grite al cantinero severa. El bar ténder se gira hacia a mí, mientras limpia un cristal con un pañuelo estaba distraído hablando con varios hombres y damas cerca de la extensa barra, las luces tenues permitían mantener en secreto actos ilícitos y de origen carnal. —Cinco críticos belleza—Me guiña un ojo y sonríe petulante. Viró los ojos y le hago la seña mientras me acomodo frente a la barra sobre un asiento flotante, sé que me interesa un solo trago y era el de los grandes. Estaba cansada y algo adolorida, puesto que había caído dos pisos desde un edificio en la misión de color amarillo, una muy sencilla en la que sólo debía recoger un paquete especial en el mismo planeta. Pero que terminó con una horrible persecución de la cual no salí ilesa. Frunzo los labios mientras espero el trago y diestras de mi puedo escuchar como alguien pide limosnas. —Dos críticos para este pobre niño—Insto en tono amable y con las manos estiradas. Estaba todo sucio y con prendas rotas, tenía un olor a podrido encima junto con una mirada perdida. Él niño me perturbo y conmovió drásticamente, por eso lo tome por el brazo y lo saque de allí. El gritaba en silencio apenas podía oírlo, algo asustado y un tanto confundido al forcejear con desesperación. —Dime tú nombre—Sonreí. Esperaba que esa calidez que podía mostrarle le diera motivos para confiar en mí. — ¡¿Dama no querrá la bebida?!—Escucho al cantinero confundido detrás de mí. Pero lo ignoró. La bebida para mí no es más importante que una vida. —Saúl, creo que me llamo Saúl—Pude percibir la ternura y la inocencia. Respiré profundo. —Pues Saúl vendrás conmigo y te cuidare mucho—Sonrió, al llegar a estar frente al establecimiento y me agachó frente a él de manera que ambos quedáramos a la misma altura y lo miro directo a los ojos color avellana —¿Eres huérfano?— Pregunto seria. —Sí. El niño solo baja la cabeza y solloza un poco. Me pregunte una y mil veces ¿Qué hacía un niño en un bar clandestino? Él nunca me lo dijo y yo nunca pregunté. Sabía que debía ser difícil para él. Mientras íbamos de camino a mí nave empezó a llover, gruñí frustrada, pero al encontrar en donde escampar y poder comprar comida para ambos, logré calmarme. Nos sentamos frente a la tienda en unos bancos. La ciudad de ese planeta era realmente lúgubre y con calles llenas de lodo y baldosa, estaba consciente de que apenas estaban expandiendo el territorio, pero no sabía que algunos lugares aún estaba permitidos, como el bar en el que encontré al niño, el niño que nadie parecía ver y eso me puso a pensar. Miro a Saúl que está sentado a mí lado comiendo un Bollo relleno, podía distinguir la desesperación en cada mordisco y los gemidos entre cada gustazo. — ¿Esta bueno?—Sonreí y le muestro otro para que lo tome. —Tenía tres días sin comer—Dice con la boca llena. Frunzo el ceño y le doy otro Boyo, desvío la vista hacia la lluvia que cae a cántaros y logra inundar la calle con su estruendosa presencia, podía percibir la humedad y mientras aún estaba sentada en el banquillo tuve el valor de preguntar. — ¿Por qué no corriste o escapaste con mi dinero?—Arqueo una ceja en cuanto lo miro disimuladamente. —Porque dijiste que me cuidarías, en todo el tiempo que estado solo, nadie me había dicho eso—Bajo la mirada—Así que valía la pena confiar. Mi corazón se estremeció. Él termina de comer y se acurruca a mi lado con frío, estaba descalzo y sus pies tenían algunos raspones frescos igual que sus piernas. Termino de llover. Él se había quedado dormido a mi lado. Suspiré y lo cargue en dirección a la nave. En ese momento sujetando con fuerza mi cuello, me di cuenta de lo asustado que estaba y del miedo que le daba creer que podía abandonarlo allí. Me apiade de él de la misma forma en la que Howl lo hizo conmigo. ∆∆∆ — ¿Qué tiene de malo quién eres?—Pregunto consternada sujetándolo exactamente igual a cuando lo encontré. —No sé cómo decírtelo—Musito. —He estado mucho tiempo encerrada, amargada y malhumorada—Seria—Pero ya volví en mí, deberías saber que me has querido decir desde ese día—Me rió un poco. — ¿Recuerdas cuando me encontraste?—Susurro nostálgico. —Sí. Tenía miedo de escuchar lo que me iba a decir. —Nunca preguntaste por mis padres, por los que les paso—Traga saliva. —No creí que quisieras hablar de eso. —No quería, pero ya es momento de que sepa todo—Respiro profundo—Mis padres tenían muchas deudas con un prestamista, en la colonia 500 era difícil vivir y encontrar un buen trabajo para sustentar a tres niños, así que mis padres recurrieron a préstamos pensando que podían pagarlos después, pero no fue así, al final estaba tan endeudados que ni siquiera la casa valía tanto como para pagar al hombre, éramos tres hermanos y el prestamista eligió como p**o a uno de nosotros, mis padres no se negaron, yo era el mayor y el más sano. La cuestión era que yo no tenía idea—Respira profundo—Un día mis padres me dijeron que saldríamos juntos al parque—Sonríe—Estaba muy entusiasmado y feliz porque solo éramos ellos dos y yo, puesto que mía hermanos se habían quedado en la casa por la misma razón que mis padres precisaron—Traga saliva—Podrían decirles cualquier mentira a mis hermanos sobre lo que me paso—Cierra los ojos y apretar la mandíbula—Caminamos largas horas hasta llegar al lugar en donde se realizaría en intercambio, miro a los lados sonriendo porque sé que estábamos cerca de la nueva atracción en donde habían domadores de polillas gigantes, pero solo había una nave negra y un hombre con traje rojo escarlata, varios anillos en sus manos y un Dogguie a su lado, miro confundido al hombre y les pregunto a mis padres quien era—Sonrió con nostalgia—Me dijeron que era uno de los que preparaban la atracción y que quería enseñarme el diseño en persona, yo no dudaría de ellos jamás, eran mis padres, eran todo para mí...—Se toma una pausa, su respiración acelera y desacelera—¡Solo tenía 6 años!¡6 años Alanys!¡ Ellos me vendieron y me mintieron como si fuera una baratija!—Sollozo—Lo que pasó después fue peor—Lloro con fuerza. Saúl Dani tenía 16 años en este preciso momento, habían pasado 10 años desde que lo encontré y ese fue el tiempo que le tardo confesarme todo su dolor, rabia y miedo. Lo abrace y continúe en silencio observando cómo lloraba. —El se llamaba Imbert, ese fue el nombre con el que se presentó una vez me subí a su nave, mis padres dijeron también que me llevaría a dar un paseo pero ese paseo fue eterno—Gruño—Imbert era un hombre de pocas palabras, decía solo no necesario y cuando pasaron muchas horas le pedí volver con mis padres, pero él se negó y yo solo pude quedarme sentado, confundido y asustado... No llore ni allí ni entonces, sin dudarlo intenté escapar una y otra vez, pero no tenía idea de a dónde ir... El único motivo por el que Imbert aceptaba niños como p**o a deudas, era por el gran valor que tenían, muchas personas compran niños y niñas, para criarlos, para prostituirlos y para mutilarlos y venderlos por partes... A mí me tocó la segunda—Baja la cabeza. Yo solo puedo cerrar los ojos y respirar profundo, pero tenía que confesar que ya lo sabía, sabía todo desde los que sus padres hacían antes que él fuera vendido hasta cuándo él se topó con la adolescencia, seguía observando a sus padres, a su proxeneta y a los hombres que lo usaron. Me encargue de cada uno de ellos, tenía tiempo para hacerlo y lo hice, puesto que esa misión me la había encargado yo misma. —Solo tenía 6 años y cuando logré escapar estaba asustado, muy asustado pero debía encontrar otro lugar, pero no sabía en quien confiar y cómo iba a sobrevivir—Sollozo—Hasta que me tope contigo tres meses después—Traga saliva— Alanys... ¡Tú recuperaste mi confianza y me diste seguridad, me diste amor uno un tanto extraño, pero me lo diste todo, aun cuando solo era una rata moribunda!—Grito bajo. Cerré los ojos para no llorar. —Cuando te encerraste, cuando nos dejaste solos—Compungido—Pensé que te perdía... Eres la única en quien confío—Me miro a los ojos y el brillo cristalino, la nariz roja y las lágrimas deslizándose por sus mejillas me quebraron en pedazos. Solo bese su frente. —Estoy aquí, no he ido a ningún lado y no lo haré, nunca te deje solo—Sonrió—Nunca te dejare solo Saúl—Lo abrazo con fuerza. ¿Qué pasaba conmigo que no podía llorar?. Ya lo sabía, sabía de su problema de orientación s****l, sus inseguridades, de su dolor y de toda esa irá reprimida, lo sabía porque me ocultaba para escucharlo llorar de noche, lo seguía cuando salía a verse con chicos que le gustaban y dirigía los sitios de apuestas en ocasiones para que cuando el fallara yo pudiera estar en el momento justo para salvarlo. No quería meterme en su vida sin su permiso, pero siempre estaba allí, esperando que no le pasará nada, rogando por su seguridad y preocupándome por el desde el primer día en el que lo vi. Es día cuando lo dejé en el asiento de la nave y despegamos, pude oírlo gritar al despertar un alarmante — ¡No me dejes!—Puse la nave en suspensión y salir corriendo a donde estaba el para cargarlo y llevarlo conmigo hasta el asiento del conductor. Él me miró con sus ojos vidriados y la mirada llena de esperanza. Entonces, supe que Saúl Dani eras más que un niño pobre y asustado. Era un niño lleno de esperanzas, fuerza y sueños, aun cuando habían pisoteado todo eso.
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