Barshee, Einity.
Alanys Berellon
El pasillo es tan tétrico, lleno de rendijas y espacios por el cual el cableado se sale, me parecía espantosa la forma en la que se había diseñado ese lugar en primera instancia, todo lúgubre y un poco oxidado por culpa de la arena en el exterior, no había duda de que el tiempo no había sido generoso con el búnker, los bunkers en esta época tiene la apariencia de un trapecio en el exterior y en su mayoría están bien reforzados, este era amplio y estaba algo lejos del pueblo más cercano y era por muchos motivos.
»Mi seguridad.
»Mi tranquilidad.
»Y por el espacio aéreo y sin impuestos que podía tener.
Einity es un planeta desierto, es decir, en su mayoría es arena y calor, con agua subterránea y lluvias poco constantes.
La única razón por la que habitaba allí, era por literalmente era un lugar al que nadie quiere venir, son pocos sus habitantes y las necesidades básicas que cubrir se basan en caza, importación y siembras de hibernado.
Pero eso no importa.
Resuenan mis bostas en el metálico piso mientras logro llegar a donde solo hay una elegante caliza, por lo tanto mis pisadas ahora son imperceptibles.
Gruño en cuanto veo a Kacknnis pavoneándose en la cocina sobre una estructura flotante porque sus 1.20 metros de pura ternura y agresividad infantil no le permiten llegar por si sola hasta las hornillas, una hobbit como cualquiera del señor de los anillos, con sus vestido rosa chillón y el cabello ondulado pelinegro que le cae hasta la cintura, estaba haciendo una de sus "asombrosas especialidades", para mí eran locuras y patrañas sobrevaloradas culinarias, vivía haciendo platos extraños que dejaban el paladar áspero y las gargantas secas.
—Buen tiempo Alanys—En todo obstinado, pude notarlo por como giraba su cabeza hacia mí—Veo que te dignas a levantarte finalmente y hacer algo con tu vida—Vocifera con su voz chillona que aturde.
—Te comportas como si fueras la autoridad en esa casa—Gruño—¿Acaso tú la mantienes?—Arqueo una ceja en lo que me inclino un poco hacia adelante, para observar detalladamente como se iba con el rabo entre las patas.
Baja la cabeza y ladea de un lado a otro.
—¿Entonces, cuál es el problema si duermo o no hasta tarde?—Interrogo con severidad.
Ella suspira.
—Es mi cumpleaños—Murmura algo nostálgica.
Mi actitud ofensiva cambia totalmente y me acerco a ella poco a poco hasta lograr tocar su hombro.
—No lo olvidé Kacknnis—Sonrió levemente—¡Rem!—Grito con ferocidad.
—Ya voy, ya voy...
—¿Dónde está?—Frunzo el ceño.
Él se palmea todo el cuerpo hasta llegar a tocar su bolsillo izquierdo, saca de allí una forma ovalada y la me la entrega.
Extiendo mi mano para poder mantener oculto el regalo.
—¿Sabes qué es Kacknnis?—Sonrió mientras colocó mis manos frente a mi rostro y el de ella.
—¡Es un control de neutrones!—Grita en emoción, hasta que ve por completo el óvalo—Es una muñeca compacta—Se nota la decepción en su voz.
Abro bien los ojos y me giro a ver a Rem que solo encoje los hombros.
—¡Yo te dije que comprarás otra cosa!—Lo fulminó con la mirada mientras murmuró.
—Si lo sé pero era lo único que había en la Cybershot—Vira los ojos.
Kacknnis empieza a chillar de la emoción una vez más y una expandió el óvalo una servidora robótica apareció.
Me alejo un poco y tomo a Rem por el cuello de su traje.
—¡¿Qué mierdas hace una prostimeca en la casa?!—Espeto colérica—Te dije algo inocente y fácil de controlar...
—No lo sabía, el vendedor me la dio económica...—Tartamudeando.
—¡Tan económica que salió gofa!—Gruño con fiereza en voz.
Agradecía que Kacknnis solo tuviera una edad de inocencia porque se hubiera disgustado tremendamente si supiera para que sirviera realmente la Meca.
—Tiene tres modalidades Alanys—Logro escuchar a Saúl Dani, otro de los protegidos que me dediqué a cuidar.
Respiró profundo.
—Sexy, niñera y guerrera, podemos dejarla en el intermedio entre guerra y niñera así podrá estar atenta a Kacknnis—Sonrió.
—Bien y ¿el atuendo qué?—Agito mi cabeza un poco hacia al frente mientras mis brazos están cruzados.
La Meca tenía un traje de dominatriz, el típico traje sexy con arneses y ropa muy ajustada y algo de lencería, tenía las mismas facciones robotizadas de cualquier meca solo que estaba más adaptada a simular una apariencia humana.
—Yo me encargo—Dijo Rem apenado.
Rem me parecía tan inocente y meramente desconectado del exterior, tenía el aspecto de un joven moreno algo flaco y con facciones sutiles definidas, sus ojos eran azules y su cabello n***o, pero tenía ese defecto en su piel con manchas que provocaba que se tinte de un marrón oscuro por exceso de melanina.
—Eso espero—Lo fulminó con la mirada—Me tengo que ir ya—Suspiro.
Los tres se miraron al instante y gritaron al unisonó.
—¿Qué?—Abrumados.
—Has estado un años encerrada...—Dice Rem mientras corre hacia mí.
—¡¿Vas a salir así como así?!—Suelta Saúl en cuanto me sujeta por un brazo.
—¡Ha cambiado todo en solo un año, no tienes idea de cómo está el planeta!—Grito Kacknnis desde la silla que utilizaba para alcanzar a la estufa.
—¡Cállense!—Me dirijo hacia la puerta—Sé que el único motivo por el que están tan alarmados es porque los voy a dejar solos—Todos ellos bajan la mirada y yo solo continuó hasta pasar el portar de la puerta.
Mientras me deslizó por las dunas como si de hielo se tratara gracias mi traje, puedo sentir el calor abrazador y los vientos arenados golpeando mi cuerpo, el cielo está completamente despejado y la fragata que espera por mí está camuflada frente al búnker.
—¡Alanys!.
—Ash—Dijo mientras lo ignoró.
—¡Alanys!.
Sigo ignorándolo.
—¡Alanys!¡Espera por favor!—Grita desesperado Rem.
Logro tener algo de piedad y me giro a verlo, puedo presenciar como tarda un poco en ejecutar un paso debido a la enorme cantidad de arena.
—¿Qué?—Increpo.
Me extiende la mano con una caja.
—Tu desayuno—Tenia la boca abierta y entre resoplos y jadeos porque para mí fue un paseo recorrer cien metros, para el enaltecido chico era toda una odisea—No queríamos que te fueras sin una última comida de casa —Sonrió.
Ellos me recordaban esa parte de mi humana que no podía perder.
—Gracias Rem—Sonrió y tomo la caja mientras subo a la fragata—Que no se te olvide alimentar bien a Khoalmy y vigilar a Saúl junto con Kacknnis no quiero que destruyan la casa—Me rió, ya que realmente logra causarme gracia aquella petición.
—¿Volverás?—Lo dice de manera preocupada y puedo verlo en su rostro.
La compuertas de la fragata se abren y yo termino entrando, activo por comandos de voz la gran pieza de ingeniería y miró por sobre mi hombro la chico tras de mí.
—¿Quién crees que soy?—Con sarcasmo.
—¡Alanys Berellon, la mejor mercenaria que podrían tener los Yakuza!—Grita con entusiasmo.
Mientras la puerta de la fragata se cierra.
∆∆∆
Helycion, Ardoscan.
Howl Yakuza
Sigo sin poder sacarla de mi cabeza.
Hasta cierto punto he llegado a creer que es imposible, es imposible obviamente olvidarla.
«Alanys Berellon es tan perfecta» Resuena con fuerza en mi cabeza, claramente estoy desesperado por volver con ella casi toda una vida juntos, pera que un día, así como así, nada más decida desaparecer.
Desde su gran elegancia al caminar, hasta su indiscutible forma de hablar y ese tacto dominante que puede llegar a tener todo el tiempo, su presencia es un inhibidor en mi sistema.
Y fue tan reconfortante poder verla, poder tocarla después de tanto tiempo, sabiendo que el único motivo por el cual se encontraban en esa situación, era por mi culpa. Intenté disculparme de una y mil formas galácticas diferentes solo para que entendieran lo mucho que me importaba, pero no fue capaz de escucharme siquiera.
Aún no soy capaz de entender la magnitud con la cual su dolor la hizo tomar la decisión que tomo en ese instante.
Realmente quería enmendar mi error.
Sé que no lo parece y hasta se puede creer por parte de ella misma que no me interesa, pero Alanys es así.
Siempre coloca la carga de los demás en sus hombros, y los culpa por no ser suficiente para afrontarla.
Tan heroica cómo podía ser posible.
Estaba acostumbrado a oírla y la conocía tan bien como fuera posible.
—Señor ya casi llegamos—Dice Her.
—Aún falta, la reunión será luego de que arribemos en Ardoscan—Sigo inmerso en el papeleo.
—Señor, el príncipe desea verlo en privado antes—Bajo la cabeza la joven acólito que me servía.
Her era como una de los niños de Alanys, solo que ella fue criada y preparada para servir, toda una acólito, pero no me gustaba que fuera así, quería que tuviera un libre albedrío y por eso le di la capacidad de elegir su ropa, sus comidas, solo con el objetivo de que fuéramos iguales en todo aspecto, pero ella se negó. No quise seguir forzándola y a decir verdad tampoco quería que la joven morena se viese obligada hacer algo que no quería.
Pero la petición del príncipe me dió un poco de repelús, sabía que Helen de Fabriano Ardoscan tenía motivos raros por los cuales querría verlo en privado.
El príncipe tenía fetiches un tanto raros para mí gusto, bueno demasiado raros para mí gusto. Y más cuando esos fetiches iban dirigidos hacia mí de manera indirecta con declaraciones sarcásticas, en conversaciones contraproducentes de su parte.
Solo iba por negocios.
Negocios que eran de mi hermana, "Jeriko la despiadada" así la apodaron los Yakuza y nuestro padre, un hombre que hasta los momentos se encontraban tan orgulloso de ella como podía ser humanamente posible. Mientras yo el menor de todos solo era la carne de cañón, el queso en la trampa del ratón o el señuelo en una emboscada, un simple utensilio de cocina que se podía usar a voluntad.
Pero ¿Por qué? Por la simple y llana razón de que tenía miedo de morir a manos de la persona con la que jugaba desde muy niño, a manos de quién sabía mis debilidades, mis gustos y secretos—por orden de mi propia sangre estaba condenado a morir—acaso tenía otro motivo por el cual vivir.
Por supuesto.
∆∆∆
Alanys Berellon
Las galaxias no se distribuyen de manera uniforme en el Universo. Podemos encontrarlas relativamente aisladas sin pertenecer a ninguna estructura definida, o bien, en agrupaciones de galaxias y gas, que dan lugar a grupos, cúmulos o súper cúmulos de galaxias. Los cúmulos de galaxias son las mayores estructuras de galaxias ligadas por efecto de la gravedad, pudiendo contener Miles de galaxias.
25%
Así que eso somos.
Somos un punto de la inmensidad del universo habitando en un planeta que a su vez es parte de un sistema, luego una galaxia, después un cúmulo y luego un súper cúmulo, flotantes en la infinidad de un espacio en expansión constante.
Solo un punto invisible en la inmensidad de un plano en n***o.
Estoy sentada justo en la cabina de control, siempre he tenido una increíble fascinación por el color blanco, el motivo principal es que es tan puro, te da tanta paz y puede ser tan inmaculado y sucio a la vez, la comprensión de la luz que podemos percibir se basa en el blanco al principio y luego se difracta en todos los demás colores cuando los logras visualizar con atención.
Miro la caja bien adornada y algo pesada.
—Ustedes sí que saben cómo joderme el corazón—Suspiro.
Porque cada uno de esos mocosos fueron las mejores decisiones que he tomado en mi vida, poder salvarlos de esos destinos desesperantes a cada uno de ellos.
Abro la caja y puedo discernir de un pequeño botón en la tapa en un costado, solo lo presionó y el audio empieza a verso como un holograma frente a mí con tonos morados.
—Cómo puedes darte cuenta, ya sabíamos que ibas aceptar la misión...
Empiezo a detallar el desayuno y no es tan extraño como creí, hasta cierto punto se ve apetitoso.
—Lo supimos por la cara de Khoalmy deprimido de Howl jajaja...
Empiezo a tener la necesidad de probarlo y tomo un trozo de algo amarillo que un no distingo que es.
—Tardaste en arreglarte, pensábamos que no la aceptarías y te volverías a dormir, que te rendirías contra tú odio a todo...
Miro de golpe el holograma de los tres.
—Estábamos muy preocupados y al mismo tiempo aliviado porque no tenías que irte, no teníamos que preocuparnos o vivir con miedo de que no fueras a regresar, pero sabíamos que toda esa rabia y odio solo te estaban dañando... Aún lo hacen... Aún estás sufriendo indiscriminadamente por lo que pasó...
Mi estómago dió un vuelco ¿Cómo lo sabían? Nadie absolutamente nadie más que Howl y yo lo sabíamos. Sabíamos eso que nadie más podía saber.
—Es por tus batallas y por arriesgar tu vida...
«Claro que no lo sabían» ellos no sabían la verdadera razón de porque dejé todo.
—Que has estado tan deprimida...
Empecé a comer poco a poco, aunque no lo necesitaba del todo porque la partes de mi que eran robóticas sintetizaban energía exterior y alimentaban las células de mi parte humana. Era muy útil pero no funcionaban en todos los climas el frío entorpecía su trabajo.
Pero igual me gustaba comer, recordar que aún tenía humanidad era lo que no me dejaba perder la cabeza por completo.
—Te queremos y necesitamos que vuelvas viva Alanys...
Mi pecho empezó a doler.
Sonríe mientras las lágrimas corrían por mis mejillas y el dolor se acrecentaba en mí.
¿Cuánto tiempo había pasado desde que me sentía así?
¿De qué sentía algo por alguien?
Tanto tiempo indiscutiblemente encerrada sin ver nada del mundo y de mis protegidos.
—Cállense inútiles—Me reí mientras empezaba a incrementar la necesidad de llorar.
«¡Volveré, no sé cuánto me cueste volver, pero lo haré!» Llore.
Sabía que querían a la Alanys real, pero esa Alanys ni siquiera tiene idea de donde está.
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45%
«Reiniciando sistemas»
Empiezo a abrir los ojos lentamente, las percepciones están organizadas por los significados que nuestras mentes imponen.
Imagino cómo sería tener más información de la que ya manejo corriendo por las conexiones sinápticas de mi cerebro artificial, todas basadas en percepciones predeterminadas de mi mente, y de mentes previas, basándome en que todo se hereda.
Nadie lo sabe, pero justo cuando los humanos abandonaron la tierra mucho de los conocimientos tecnológicos que había adquirido se perdió indefinidamente hasta que con la ayuda de mi antecesor el primer KND-01 se pudo recuperar.
El conociendo adquirido con los años, las épocas y el tiempo estaban guardados en una máquina que podía sustentarla. La emigración de la tierra causo tanto daño culturar, como económico y político, abandonar la tierra significaba empezar desde cero. Pero como era de esperarse no todos se salvaron.
Escucho como algunos de los asistentes aún se mueven, no están desconectados e inhibidos del todo.
—Reubicando.
Esta trasmitiendo información del lugar en el que estamos, no tardara mucho tiempo en ser neutralizado y desactivado.
A diferencia de mí que no se me puede desactivar de ninguna manera exceptuando la violación de los protocolos, el asistente puede apagarse por una orden externa y hasta sufrir de un corto circuito. Así que estaba preparándome para visualizar su inminente desactivación, pero al parecer el inhibidor tenía un retraso.
—Trasmitiendo.
Ese acontecimiento me sembró duda, puesto que la señal se envió en algún punto del espacio en extensión.
—Desactivando.
La tecnología usada en esos robots era tan avanzada como yo, un espía sin duda.
50%
Mientras escaneaba el área tuve notar que no solo había tecnología del Mérida, sino también había una diversidad increíble de objetos antiguos. Suficiente tecnología como para salir como una cantidad desmesurada de Críticos en el Bazar o en el mercado n***o.
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Alanys Berellon
«Ubicación extraída» Escuche la voz femenina de la fragata que me pertenecía.
—Activa el camuflaje—Sonreí.
Marque el curso y me propuse a estudiar una vez más el plano de un Terrex carguero, era desmesuradamente grande, pero tenía más de un lugar de acceso sin vigilancia, pero que solo era accesible para cuerpos elegantemente construidos, como el mío, entraría por las cavidad de ventilación de los incineradores de basura.
Algo arriesgado, pero bien propuesto para mi gusto aventurero.
Respire profundo mientras me incorporaba en el asiento.
Sostengo la palanca para dar en salto inicial, procedo a deslizarla lentamente hacia adelante y una vez se ha completado su recurrido, activo mi casco y este se despliega sobre mi cabeza hasta cubrir mis ojos con gafas protectoras.
«Salto… en… uno…dos …tres…activado».
Tan rápido como la luz, todo lo que es luz se vuelve difuso en el transcurso del vieja.
55%
Podía sentir como la adrenalina era liberada por mi cerebro y trasmitida a todos los rincones de mi cuerpo, hacia tanto tiempo que no recordaba cómo se sentía estar a punto de enfrentarse cara a cara con la muerte.
Era gratificante.
Una emoción intangible que solo podía ser concebida por mí estando en peligro, y sabiendo que sí era una misión suicida, no podía evitar sentir gozo.
La fragata se detiene justo 500 metros cerca por el costado izquierdo del Terrex.
«Protocolo de camuflaje reforzado»
—Mantén el camuflaje, abre la compuerta de salida y ponte en suspención tan cerca como sea posible de dónde están los conductos de ventilación—Le dije a la máquina—Evita a toda costa que los otros Skype registren tu presencia—Propuse un comando demás a la fragata que me servía.
«Activando apagado automático, la nave se encenderá en 20 minutos».
Sonreí sardónica puesto que mi propia fragata sabía lo buena que podía ser en mi trabajo.
El Terrex estaba suspendido en la nada esperando que los motores se enfriaran, un defecto usual en la grandes naves como el Terrex carguero, los motores se recalientan y es más difícil refrigerarlos por lo tanto debe hacerse influenciado por el ambiente, pero mientras ocurriera eso teniendo una carga estarían más alerta porque sin estar en movimiento estaban relativamente indefensos pero bien armados.
Estaba preparada para todo en cuento se tratase a misiones de color azul.
Por hobby solía elegirlas.
Pues me gusta estar al borde de la muerte.
Trague saliva mientras me preparaba para flotar en la nada, solo podía sentir el leve frío que el delgado traje no era capaz de evitar y guiarme con unos propulsores pequeños en mi espalda.
La sensación de nadar en donde la gravedad es inexistente, es gratificante y siento la necesidad de quedarme por un rato allí. Pero tenía un tiempo definido y mientras me contorsionaba, giraba y me sujetaba elegantemente del gran Terrex, pude intuir que más naves empezaban acercarse.
¿Era la primera? Tal vez Howl me avisó mucho antes porque sabía el riesgo.
Me muerdo un labio.
Mientras el traje se magnetiza para adherirme a la nave conforme me acerco a los conductos de ventilación, puedo discernir estando ya sobre el como la tenue luz de las brasas empieza apagarse, pero hay una rejilla protectora que fácilmente quitó y pego a un costado con un imán, suspiró en cuento me adentro al conducto rectangular y siento el peso de la gravedad dentro de la extensión estrecha.
Muevo mis piernas y mis brazos en forma de gateo hasta que al fin puedo distinguir las hélices del ventilador gigante que gira constantemente pero variando su velocidad, me toma tres minutos comprender en qué momento puedo saltar y a travesar hacia el otro lado, activo mis propulsores y espero paciente flotando sobre la enorme chimenea y el ventilador frente a mí.
—Uno... Dos... Tres— Cuento las veces que el ventilador varía en cuestiones de segundo y encuentro la brecha.
Salto dentro del mismo y atravieso de problema, desactivo mis propulsores suma vez estando detrás de las grande hélices y empiezo a adentrarme con el tunel circular hasta donde están las compuertas dobles de entrada a esa área.
Puedo prescindir que no hay guardias en esa área, puesto que es el lugar que uno no espera usar para inmiscuirse.
Saco mi arma un electrónico inmovilizador con doble modalidad un disparo para matar y otro para inmovilizar con una droga del olvido, me encorvo un poco mientras continuo en el pasillo.
Mi traje activa su mimetismo y me vuelvo imperceptible a simple vista, me dirigí poco a poco hacia la derecha y luego en el siguiente pasillo hacia la izquierda, confirme avanzo se van volviendo más anchos e iluminados. Parece que los Félidos han estado un poco ocupados, paso frente a puerta tras puerta de manos lados del pasillo, pero sigo sin saber dónde están los guardias.
Parecía ser sencillo, pero había algo que sin duda alguna no me gustaba de lo que estaba sucediendo.
Ladeo el rostro de un lado a otro en un pasillo contiguo al que ya había pasado, por fin encuentro la falla.
Un grupo independientes de Yakuza estaban en la sala de mando, me pegó contra una de las paredes metálicas y graduó la temperatura del traje para poder ser tan fría como el metal al que estaba adherida.
60%
Estaba perdiendo tiempo importante.
—¿Dónde está el meca?—Vocifera uno de ellos.
—En un cuarto... del ala derecha—Dice uno de los Félidos.
—¿Dónde están los demás de tu grupo?—Pregunta cauteloso.
El chico solo se ríe, había sido brutalmente golpeado y la sangre gorgoteaba de su nariz.
—¡Habla!—Grita.
—Shhh.
Pude percatarme de los gruñidos y la dolorosa metamorfosis por la que estaba pasando el Félido, abrí bien los ojos mientras los del Yakuza, los exactamente 10 hombres que le apuntaban con armas más potentes que la mía eran atacados por una Macrobeast, no sabía que fuera posible pero en la instalación Mérida crearon un compuesto capaz de modificar la morfología temporalmente de un ser humano transformándolo en una Macrobeast, un ser humano modificado, potenciado en una fiera depredadora con una apariencia escalofriante.
65%
Ahora ellos se encontraban cara a cara con un humano mejorado.
Trague saliva.
Porque sabía que había más de uno en la nave.
Miré al frente.
Varios Macrobeast rondaban junto con soldados en mecanotrajes, apreté con fuerza mi mandíbula.
Escuché como entraban en pánico los mercenarios, como sus huesos eran brutalmente triturados y sus gritos intensificados por dolor.
Cerré los ojos pensado en una solución.
No podía enfrentarme a ellos, pero si lo hacía debía usar su fuerza en su contra, ya sabía dónde está el robost, iría por los conductos de ventilación para evitar el conflicto y cubriría mi olor con...
...¡mi olor! No podía cubrir mi olor.
Pero olía a cenizas, solo podían confundirme con polvo antes que con cualquier cosa. Suspiré aliviada, porque no subestimó nunca una misión color Azul.Espere a que rondaran y empecé mi odisea por los conductos de ventilación.El Terrex era extremadamente grande, tan grande como una estación espacial.
Estaba algo abrumada, porque enfrentarse a una Macrobeast era como enfrentarse a un Dinomonstruo eran resistentes, rápidos y muy fuertes, y esta vez no estaba Khoalmy para salvarme.
Miro el cronómetro en mi muñeca, iban 10 minutos.
Debía apresurarme
«Objetivo en la mira».
Me exalte no me había dado cuenta que el rastreador estaba encendido.
Trago saliva.
Puedo oír los gruñidos al otro lado de la pared.
Me quedo completamente quieta, solo estoy perdiendo tiempo, pero no quiero ser parte de una carnicería, no aun y sin tener al objetivo.
Estoy temblando y sudando frío.
Los segundos más largos de mi vida pasaron en ese instante.
Mi corazón palpitaba desbocado y mi respiración era tan errática al punto de que tuve que dejar de respirar para que no empeorara la situación.
Cierro los ojos y lo único que puedo imaginar es a Howl.
Recuerdo lejano
»—Te traje unas galletas de mantequilla—Miro el embase—¿Creo que así se llaman?—Estaba algo confundido.
—Jajaja si son de mantequilla—Sonreí—Pensé que está vez te equivocarías y comprarías de tofu o algo así—Me burló.
—Tengo que aprender su vamos a pasar los... A ver—Cuenta con los dedos—Los 173 años que nos quedan vivos juntos, claro exceptuando el hecho de que pueden matarnos o nos puede dar una enfermedad nueva e incurable...—Divago como siempre y lo interrumpo.
—Ya...—Imponente—No vamos a pasar el restos de nuestra vida juntos—Puedo ver la decepción en su rostro y termino—Ya lo estamos haciendo—Sonrió con ternura.
—A veces tu personalidad me asusta—Musito sonriendo mientras comíamos de las galletas que logró encontrar.
Unas galletas casi desaparecidas por completo, pero después de todo era el hijo de un Yakuza, tenían poder, dinero e influencia.
Y yo solo era su arma.