Howl Yakuza
Habíamos abandonado el planeta desierto, con las tumbas de dos inocentes y el secreto de un pueblo fantasma, teníamos el corazón igual de roto, pero yo ni siquiera tenía un corazón que romper, solo podía hablar metafóricamente sobre el cuerpo que ni siquiera me pertenecía y que por algún motivo se sentía extraño al mío.
Ni siquiera podía realizar la acción de respirar, estaba muy asustado, pero menos asustado de lo que estuve cuando morí.
Había en total siete fragatas, cinco eran de Cathros, una era humana y la otra era Morana, cada quien se había separado para comandar una nave, desafortunadamente Roxanne se había quedado con la Morana, Alanys se había reído horas de su llanto para que no lo dejara conduciendo solo una nave como esa, puede que un infarto de la impresión lo hubiera matado en un momento como ese y la verdad es que no me sorprendía.
Veo a Alanys sentada frente a la navegación de la fragata, estaba aireada y eso me perturbada e inquietaba, claro que debía estar furiosa, un individuo igual a ella se adentró en su casa, mato a su mascota y ejecuto a una niña que ella misma cuido enfrente a su hogar.
—Alanys—Musito.
—¿Qué quieres Howl? —Hostil.
—No sé que decirte—Susurro—Para que tu ira disminuya—Titubeo.
Ella suspira y empieza a activar la hipervelocidad.
Sostiene la palanca para dar el salto inicial, procede a deslizarla lentamente hacia adelante y una vez se ha completado su recurrido, activa su casco y este se despliega sobre su cabeza hasta cubrir sus ojos color avellana con gafas protectoras.
«Alanys Berellon aquí el General Miaumen empezaremos con el salto».
En ese momento el general Miaumen y las otras naves se reportaron para notificar que muy pronto nos iríamos.
—No digas nada —Gruñe.
«Salto… en… uno…dos …tres…activado».
Había comenzado la carrera para enfrentarnos a mi hermana en su territorio, tal vez no era la mejor estrategia, pero teníamos a cinco habilidosas fieras cósmicas, a una mercenaria, a un hombre de chatarra y a un conejo miedoso. No sé si sería suficiente.
«Deberías pedirle a Alanys Berellon que le indique a Era Borges nuestra ubicación…ella no tiene idea de a dónde nos dirigimos »Puedo escuchar su robótica voz en mi cabeza.
Me estremezco de solo pensar que Alex estaba hablándome, ninguno de los dos nos habíamos propuesto a explicar cómo sería nuestra relación ahora y en si la explicación que me había dado era sin dudad alguna muy superficial como para saber qué tan malo o bueno seria.
«Era Borges es una carta de triunfo es indispensable para la misión Howl, tu mejor que nadie deberías saberlo» Frívolo.
Solo habían pasado horas desde que la operación se había llevado a cabo y aun así sentía que habían sido solo minutos.
«Apresúrate, antes de que entremos en territorio Ardoscano» Impera con desesperación.
—Alanys debes avisarle sobre nuestra ubicación a Era —Le digo rápidamente.
Ella me mira por sobre su hombros y con indiferencia logra pronunciar.
—Aún no se ha reportado, por lo tanto no puedo enviar un mensaje a ciegas, eso provocaría que la descubran, lo menos que quiero es meter a la gran señora en problemas legales y políticos—Dice severa.
«Yo mismo me encargare de localizarla y enviarle el mensaje» Expresa con frialdad.
De inmediato al escuchar su oración unos cables delgados de desprendieron de los hombres del cuerpo y se conectaron directamente con la nave.
—¡Que carajos Howl! —Grita Alanys en cuanto se ve rodeada de esos cables.
—Es Alex…yo no tengo control sobre su cuerpo —Musito para intentar calmarla.
Ella suspira.
Faltaba poco para llegar y por algún motivo me preocupaba el hecho de que Alanys se estuviera arriesgando de esa manera.
Me pregunte ¿por qué nadie la había detenido?, ¿por qué nadie la había sujetado para que no viniera a poner en riesgo su vida? ¿Y sin duda alguna por qué Era Borges lo permitió?, estaba muy confundido y justo en ese momento no lograba comprender nada.
Entonces recordé el día que salí de Liberty.
»Ella toca mi mano fría debajo de la mesa y me observa con ternura.
—¿Qué pasa? —Me susurra al oído.
Recupere la compostura en cuanto logre verla a los ojos y darme cuenta de que mi más grande propósito en la vida era tener una vida junto a ella, junto a la encantadora Alanys Berellon la mujer que tanto me había esforzado en conquistar y la única persona capaz de entenderme en el mundo conocido, ella y yo éramos personas muy similares y al mismo tiempo tan diferentes y justo ahora por decisión premeditada mía, ella y yo íbamos a tener un bebe, así que debía demostrar mi inocencia y condenar a mi propia hermana por sus crímenes.
— Estoy bien Alanys—Sonrió levemente.
— ¿Puedo ir yo?—Pregunta con nostalgia.
—De ninguna manera—Espeto alzando la voz.
Ella se hace un poco hacia atrás, nunca antes le había negado nada y mucho menos acciones peligrosas, pero ya era suficiente, yo debía enfrentar mi destino, debía aprender a cuidarme por mí mismo y no arriesgar más su vida, la vida de la persona que más me importaba en el universo.
Me levanto y observo al general Miaumen y a Era quienes se mantienen en silencio, evitando cualquier movimiento brusco ya que ellos mejor que nadie entendían que un alzamiento de la voz era muy grave.
Trago saliva, me acerco a Alanys en la silla y le doy un beso en la frente. Ella se mantiene inmóvil, en mi tacto la sentí tan frágil y tan vulnerable que no puede evitar sentir un gran dolor en mi pecho.
— Creo que es lo mejor Alanys— Reitera Era al levantarse de la mesa— Una escolta de fragatas Cat lo van a acompañar, además el general Miaumen accedió a ir con ellos, con algo de resistencia, pero accediendo—Era observa al felino quien se mueve hacia la puerta un poco indispuesto.
—Lo sé.
Sus voz suena ahogada, justo en ese momento me preguntaba ¿A dónde se había ido toda esa fuerza que tenía?, ¿A dónde se había marchado esa fiereza que solía tener en situaciones que requerían arriesgar la vida? ¿Y por qué cedió tan fácilmente a algo como esto? Entonces lo comprendí, lo hacía por nuestro hijo.
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—Alanys estas poniendo en riesgo la vida de nuestro futuro hijo —Expreso abrumado.
Ella se exalta, su respiración se acelera y luego se tranquiliza.
—No pongas a prueba mi temperamento y es algo que no creo que sea apropiado hablar en este momento—Declara severa al mirar al frente—Ya llegamos Howl—Anuncia con frialdad.
Me horrorizo al ver que el planeta está rodeado por una parte muy pequeña de la flota Ardoscana, el gran planeta helado está siendo brutalmente custodiado y sería imposible salir de allí con vida. Alex no mentía, realmente había ubicado a Jeriko.
«Alanys Berellon aún no están al tanto de nuestra llegada debido al camuflaje, podemos realizar un ataque sorpresa» Anuncia Miaumen por el canal compartido.
Ella suspira.
—Recuerde General que es una misión de rescate, nos entregaremos y una vez estando dentro haremos un asedio, estudiaremos las posibilidades y las aprovecharemos —Sonríe maléfica.
El gato ronronea y empieza a reírse.
«Bueno Alanys Berellon espero las supuestas negociaciones resulten bien» Advierte algo preocupado.
Ella siempre mantenía la calma y pensaba con mente fría, era la mejor en la academia de entrenamiento de Yakuza que teníamos y era la mejor mercenaria de todas, confiaba profundamente en ella, pondría lo que quedaba de mi vida en sus manos y pues debía confiar que nuestro bebe estaría a salvo.
«Tiene una llamada».
—Conéctame—Impera de inmediato.
De inmediato se abre una pantalla enfrente de nosotros y las naves Ardoscanas empiezan a movilizarse lentamente, parecían preparar sus armas, por algún motivo mi vista se había hecho muy buena y eso era por Alex. Vuelvo a fijarme en la pantalla y puedo ver a Jeriko en la misma con ropas descotadas aun cuando se enfrentaba a un frio infernal en ese planeta, tenía los labios finos pintados de negros y el cabello le caía hasta los pechos.
—Alanys Berellon—Pronuncia con desdén en la mirada.
Puedo sentir la presión de su hablar y el ambiente pesado, solo estaba consciente de que mi hermana creía que estaba muerto y de que pensaba que tenía a Alanys en donde la quería.
—Jeriko Yakuza—Hace énfasis en cada silaba con un rotundo odio.
Jeriko empieza a reír.
—Bueno te explico, no has sido muy inteligente últimamente, pero ya que mi hermano no está con nosotros, puedo llegar a negociar a tus niños por mi robot, el robot que capturaste para mi—Propone con voz sensual—Al menos claro está que desees enfrentarte a mis naves y morir en el intento de traspasar mis defensas—Expresa con gracia.
— Vine a negociar tarada, tu robot por mis niños—Increpa con frialdad.
— Puedo ver que me lo traes como precise—Se muerde un labio y alza las cejas.
—Si estúpida infeliz ahora vayamos al grano—Impera Alanys con ira.
Jeriko vira los ojos.
—Tus niños está bien—Sonríe—Puedes entrar al planeta sin problemas—Su cara tenía una expresión bélica.
Corta la llamada.
Estaba muy en claro de que quería negociar, pero no había puesto términos y seguir las reglas solía ser un ideal que tenía en mente todo el tiempo, Jeriko hablaba de justicia, pero nunca estuve seguro sobre que justicia hablaba.
Somos escoltados por las enormes naves bien armadas, entro en pánico, ella claramente no sabía que estaba vivo, nadie se lo había confirmado, pero ella había visto a través de su holograma lo que había pasado, solo se lo suponía y estaba segura de que nadie tendría un antídoto para el arsénico. Nada más por si acaso.
Flotamos entre brechas entre las enormes naves hasta poder empezar poco a poco a travesar la atmósfera de Ardoscan, estaba muy nervioso, me sentía como un polizonte en el cuerpo de Alex, hasta ese momento solo fui una carga y eso que tenía experiencia, tal vez solo le tenía miedo a Jeriko, nos tenía cada vez contra la pared, obligando a que nos faltara el aire, pero eso era ya parte de su presencia malvada y sin escrúpulos.
—Lo siento—Musita Alanys con voz amable.
—No es tu culpa—Pronuncio dulcemente.
La voz que logro emitir me alivia hasta a mí mismo, pues Alex había decidido descansar por un rato y mientras avanzábamos en la helada tormenta podía escuchar a la distancia el movimiento mecánico de algún ser y como un relámpago atravesó con su presencia en mis recuerdos, era la meca bestia que Helen había comprado, entonces nuevamente veíamos como nuestras posibilidades se acortaban, cada vez resultaba más difícil encontrar una salida segura, miro al frente y empiezo a discernir el enorme domo que poseía el castillo, lo habían renovado y mejorado, empecé a preocuparme más.
—Mantente bajo control, puede que tengamos algunas posibilidades, pero hay que esperar—Pronuncio severa.
Ella puede mantener tanto control.
—Está bien—Susurro.
Una vez fuera de las naves, atravesando el domo y encontrándonos estacionados justo frente al patio del castillo, puedo escuchar el bullicio en el constante movimiento de las tropas que poseía Jeriko a su disposición, ni siquiera entendía como logro conseguir tanto poder.
Me perturbe al ser apuntado junto con Alanys y los demás miembros por armas más grandes que nosotros, seguía sin entender de donde había sacado esa enorme cantidad de armamento.
—Tregua parcial por negociación es lo que explico La Emperatriz por lo tanto deberán acompañarnos sin ningún tipo de armamento hasta el castillo—Exige un joven frente a nosotros.
Si hubiera tenido piel, en ese momento se hubiera erizado por su petición, la única armas que quedarían entonces sería yo o bueno mejor dicho Alex.
Estaban inspeccionando nuestros cuerpo y a simple vista sabía que no poseía nada por lo tanto no presentaba una amenaza, pero Alanys iba armada hasta los dientes igual que el General Miaumen y sus cinco acompañantes.
Veo a Alanys se inspeccionada por el mismo chico que nos recibió y puedo observar cierto atrevimiento en sus toques dirigidos hacia ella, desee interferir pero Alex me lo impidió, debíamos dejar en claro que yo estaba muerto el robot no simbolizaba una amenaza.
Alanys suelta un manotazo al chico y lo observa con desdén, lo cual fue suficiente para alejarse por completo de ella.
Sonrió para mis adentros y me lleno de satisfacción de pensar que ella podía protegerse sola.
Pero no estaba tan feliz de que nos adentráramos al enorme castillo, desarmados y sin un plan, o por lo menos uno del que yo supiera. Abren las puedas y entramos casi al instante, recuero a ver observado a Miaumen amenazar a un guardia a muerte por el simple hecho de tener sus dagas y asustar al pobre Roxanne con quitarle la inyección que necesitaba por un problema que no entendí.
Alanys estaba más seria de lo normal y eso no me sorprendía en absoluto.
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Era Borges
Fingir ser mi hermana no es difícil, lo he hecho antes, pero la verdad no me siento cómoda siendo alguien más, nunca lo he sentido. Pero es entendible ya que nuestra cultura explica que todos somos únicos y estamos conectados de diversas formas, aun sin nuestra apariencia no es igual.
Puesto que la intuición en un arma poderosa.
Porque con ella llegas a percibir esa delgada conexión que a todos nos une, podría compararlo con el aire que respiramos.
Entonces mientras escucho el sonido del océano puedo percibir que una de esas voces fuertes e imponentes decide dirigirme la palabra.
—¿Enalis Borges tiene permiso para abandonar el planeta? —Pregunta uno de los Moranos que vigilan cerca de la fragata que opte por llevarme.
—Mi hermana me pidió en persona que acompañara a Alanys Berellon en su viaje—Expreso con severidad.
Debía responder como Enalis lo haría y eso no era un problema, la conocía mejor que a nadie en el mundo al que pertenecíamos, un mundo acuático con una enorme infinidad de cosas que podían llegar a pasar en el mismo.
—Comprendo—Serio.
La voz de los Moranos era imponente y rustica, ni siquiera las hembras tenían elegancia al hablar. Pero eran combatientes muy temibles, una pelea contra uno de ellos significaba la muerte.
Entro en la nave e inspecciono el área para darme cuenta finalmente de que claramente habían cambiado el modelo de las fragatas Moranas, estaba más actualizada y poseía mejor artillería, después de todo yo era la que había creado el diseño en sí, no solía probar los artefactos que hacía, porque no me sentía a gusto pero hoy podía hacer una buena prueba de ello.
«Bienvenida usuario».
Por algún motivo esa voz me parece extraña y hasta más familiar de lo normal, el único que tenía ese tono de voz tan peculiar le pertenecía a Alexetimia.
—Traza el curso—Indico.
«Helycion, Ardoscan, ubicación trazada pero se realizara una redirección temporal a la Ciudadela».
—Tendremos muchos problemas si es así—Expreso con impacto.
«Protocolo de refuerzo» Añade la voz de Alex.
—Necesito pruebas para que la unión universal intervenga—Exijo mientras empezamos a salir de la atmosfera.
«Una grabación en vivo sería suficiente» Musita con entusiasmo.
—Más que suficiente la verdad—Sonrió impresionada—Pero necesito llegar rápido a Helycion Alex…—Preocupada.
«Hay riesgos que se deben tomar por el bien de los demás y no sería de utilidad usted sola» Severo.
Suspiro.
—Dirígeme hacia la Ciudadela lo más rápido posible, convenceré al régimen—Decido perspicaz.
«Las pruebas que te daré serán suficientes para interferir» Expresa confiado.
Estaba segura de que su plan funcionaria, pero no de si llegaríamos a tiempo para poder llevar a cabo la interferencia. Me preocupaba no poder ser de ayuda más allá de lo que debía puesto que le había hecho una promesa a Howl y yo tenía ya mis propios planes sobre todo lo que acontecía en el lugar, tal vez esta situación se iba a escapar un poco de mi control y debía aceptar ese hecho, pero no debía dejarme vencer de esa manera y menos cuando estábamos a punto de ganar la batalla. Pero ni siquiera tenía idea de que si era una batalla.
Sujeto la esfera en mi mano y empiezo poco a poco activar el mecanismo para que la nave abandone el sitio. Sería la primera vez que abandonara mi hogar sin compañía o bueno con la única compañía de un robot.
Me lleno de curiosidad, nunca antes había experimentado nada de lo que estaba experimentando ahora.
Por fin entendía que era el aire de libertad.
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Helycion, Ardoscan.
Saúl Dani
Aun teníamos algo de frio y se nos era muy difícil mantener el calor en el helado lugar, hasta el momento ya estábamos los tres acurrucados en la pequeña cama envueltos en las sábanas esperando a que alguien nos rescatara.
Podía ver el dióxido de carbono que expulsaba en forma de aire helado en el exterior. Los dientes me tiritaban al igual que los de Kacknnis y Rem. Y solo habíamos pasado algunas horas en la celda, en comparación con la de la nave, esta me parecía un refrigerador gigante.
Respiro profundo.
—Eres mi hermano mayo Saúl—Suelta Rem de golpe mientras lo observo.
Frunzo el ceño e intento conservar los mas que puedo el calor entre los tres, Kacknnis estaba completa y totalmente dormida, mientras él y yo estábamos vigilantes.
—Lo se Rem—Sonrió.
Estaba consciente de la verdad desde hacía mucho tiempo atrás, pero no sabía si él también lo estaba.
—Rem Dani—Suspiro—Alanys solo me pudo salvar a mí—Expresa con nostalgia.
—¿Qué decían los papeles? —Pregunto lleno de incertidumbre.
—Cuentan como mata a las personas que según ella, merecían morir—Suspira—Kacknnis está completa y totalmente dormida Saúl…y creo que deberías saberlo—Sonríe levemente.
La pequeña niña estaba bien dormida entre ambos, su cabello estaba encrespado por la humedad y su respiración era lenta, curiosamente era la única que no se encontraba congelada y era por el calor que emitíamos ambos para ella.
—Lo se…logre leerlo…pero sinceramente pensé que era solo una horrible historia—Explico con una sonrisa amplia.
—Pues ella te vengo, hasta yo pensaría que es una horrible historia de terror…pero no lo fue así—Musita.
—Ella…yo le agradezco… mucho—Tartamudee.
—No parece. Y después de lo que dijiste enfrente de Kacknnis menos, realmente actuaste mal—Increpo.
—No era mi intención—Musito con nostalgia.
Puedo escuchar su voz ruda interrumpiendo la conversación que llevábamos a cabo Rem y yo.
—Podrían dejar de lloriquear y levantarse, la emperatriz desea verlos nuevamente—Sonríe sardónico al asomar su rostro entre los barrotes y extender sus manos en ellos.
Rem y yo solo somos capaces de verlo con odio, nunca me imaginé en una situación como esa, observando a la persona que me gustaba de manera tan colérica.
Respiro profundo.
Las puertas se abren y él entra junto con los demás guardias.
—¡Arriba! —Su voz resuena con dureza en la celda.
Gruño.
—¡Qué son sordos, mocosos! —Exclama con ferocidad.
De inmediato uno de los guardias nos arrebata de encima la sabana que nos cubría del inalienable frio del que nos encontrábamos siendo víctimas. Entonces vuelvo a oír la voz que me causaba gran temor.
—Hermes—Entona tono severa.
El ofrece una reverencia avergonzado.
—Emperatriz—Afable.
—Creí haberte dicho que los trataras bien, no quiero que se rompan antes de iniciar la negociación—Espeto con severidad.
La contemple un largo tiempo, detallando cada aspecto y buscando una debilidad entre sus defensas. Lucía un traje blanco como la nieve y grueso como un edredón térmico, parecía que el frio si le afectaba y me percate que después de todo era una humana, sus labios estaban pintados de n***o y podía discernir que sus parpados tenían un hermoso color carmesí, su cabello caía hasta sus pechos y se cubría la cabeza con un gorro circular. Podía ver todo en ella, menos su debilidad— ¿Qué clase de persona era esa? —Me pregunte lleno de incertidumbre y pánico.
Trago saliva.
Tenía sed y el frio no me dejaba respirar bien, Kacknnis se había despertado llena de fatiga e irritación. Decidí quedarme callado y sumiso ante cualquier orden que demandaran y como el mayor intente que ambos mantuvieran la calma, cargue a Kacknnis y Rem me siguió abrazándose a sí mismo.
—Me disculpo por mi inapropiado comportamiento Emperatriz—Bajo la cabeza avergonzado.
—Gael dales unos abrigos, no quiero que mueran…así—Suelta una sonrisa y empieza poco a poco a retirarse de su lado un joven muy apuesto quien sonrió con dulzura hacia nosotros.
Se acercó a nosotros con los abrigos, en su mirada dudaba profundamente de si debía o no ofrecernos los abrigos y dejar que muriéramos de esa manera, solo una opción le convenía y al parecer tenía cierta importancia para Jeriko.
Me propongo a ponerle el abrigo rápidamente a Kacknnis y luego me coloco el mío, me vuelvo a ofrecerle el suyo a Rem pero este parece algo indispuesto. Entonces me acerco a susurrarle al oído.
—Morirás congelado y Alanys se sentirá horrible.
Él toma el abrigo de malagana y se o coloca. Empezamos a avanzar, las luces son fuertes en el lugar y parece que están trabajando constantemente, por algún motivo en particular me parece curiosa la situación y empiezo a compararla con el hecho de que Jeriko parecía tener la misma estatura que todos sus guardias, para mi sorpresa pasamos justo al lado de una extensa puerta que poseía en ella las siglas PCG, el KND-946 provenía de una estación espacial en la cual trabajan con otros experimentos, según lo que entendí sobre el informe de Alanys, pero solo debía llevar el robot. Había algo más allí, debía poner aprueba todas y cada una de las posibilidades.
Vuelvo la mirada hacia unos extensos ventanales que irradian una luz azul poderosa y allí logro entender que está haciendo Jeriko en el hangar a varios metros bajo el suelo.
—Clones—Susurra perturbado Rem.
Kacknnis observa temerosa, mientras detallo la situación, había contendores cilíndricos llenos de un líquido azul una enorme versión de Jeriko desnuda flotando dentro de ellos, se encontraban en una posición fetal, había cientos de cilindros que se encontraban conectados a una base de la cual recibían todos los nutrientes necesarios. Enormes brazos robóticos se encargaban de realizar un sinfín de tareas ara mantener al nuevo organismo que era completa y totalmente igual a Jeriko Yakuza la genocida psicópata que teníamos caminando al frente, siendo escoltada por mas versiones de ellas, me perturbe de solo pensar que ella tenía todo ese poder en sus manos y estaba dispuesta a usarlo.
—Cientos de clones—Murmuro mientras terminamos el recorrido a un lado del enorme ventanal.
Entonces miro al frente y la mujer mira por encima de su propio hombro, me observaba y escuchaba aun cuando estábamos a varios metros de distancia. La miro a los ojos buscando una respuesta para ese gesto tan particular, pero sus guardias logran privarme de la vista que necesito para analizar la situación.
Pero la verdad era que no necesitaba analizar nada más que el hecho de que ella tenía algo muy anómalo y bélico en progreso.
«Me da miedo saber si nos lleva al matadero» Pienso y me asusto a mí mismo en el proceso.
Mientras observo al frente sujetando la cabeza de Kacknnis contra mi hombro derecho y la cargo para que durmiera un poco más, detallo que al parecer Hermes y Gael tiene una disputa entre ambos por Jeriko, todo eso lo deduje debido a su extraño comportamiento y la increíble cantidad de hostilidad que se refleja entre ambos cada vez que Jeriko realiza algún movimiento dirigido a alguno de ellos.
Entonces de un pasillo aparece un Morano con una extraña y peculiar apariencia.
—Emperatriz los preparativos para la negociación ya han sido completados, la habitación está en perfecto estado y los invitados esperan ansiosos en ella—Informa elocuentemente, parecía tener un rostro muy serio y una voz rústica al oído.
Era muy diferente de la hermosa Sisu, pero el sin duda era muy apuesto. Realmente tenía muchas preguntas, muchas dudas y sobre todo con el amor.
Pero no era un buen momento para hacer nada de eso. Me concentre entonces en la palabra negociación en mi experiencias pasadas, tal vez muy pasadas, eso solo significaba una venta, tal vez nos iban a vender a un esclavista cósmico o a un laboratorio para probar muchos químicos, aún no había entrado en cuanta que lo que podía pasar.
—¿Saúl que pasa? —Susurra Kacknnis a mi oído intranquila.
—Siéndote sincero no lo sé, pero todo va estar bien— Intento tranquilizarme mientras me percato de que ni siquiera yo estoy seguro de si vamos a estar bien.
Una vez frente a unas elegantes puertas empiezo a ponerme nervioso sobre cuál sería la situación a la cual nos enfrentaríamos justo después de pasar esas puertas.
Solo puedo cerrar los ojos mientras se abren.