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1162 Words
Sin claridad no hay voz de sabiduría. -Sor Juana Inés de la Cruz . . . Dicho y hecho, la discoteca las recibió aquella noche, un lounge muy exclusivo y con buena fama. -Es uno de los mejores clubes de la ciudad- decía Layla en el taxi, bajé por instinto la falda de mi vestido-¿Quieres dejar de hacer eso? Desprenderás la tela, Isis- me regañó y respiré hondo. -Lo siento- murmuré-No puedo evitar sentirme nerviosa. - admití jugando con mis dedos, Layla me miró sorprendida. -¿Por qué?¿Por divertirte?- ella se rió y lo pensé bien, de hecho, tenía razón. Era tonto preocuparme tanto por una divertida noche de copas con mi amiga en la que seguramente terminaría emborrachandome y haciendo el ridículo. Al mismo tiempo.-Es aquí- dijo mientras el auto se estacionaba, respiré hondo. Muy bien, Isis, tú solita te metiste en esto y tú solita lo afrontas, me regañé mentalmente mientras bajaba del auto luego de pagar. La fila en la entrada era corta y los porteros lucían elegantes y bien recortados, vestidos del mismo color parecían casi gemelos, grandotes y molestos, parecía que había cierto estilo para vestirse porque todos los presentes lucían muy bien. Me pregunté si mi vestido de tirantes finos asimétricos y falda con corte de medio lado en color azul medianoche sería suficiente, pero saqué la duda de mi cabeza rápidamente. Confianza, Isis, confianza, era mi nuevo mantra. No tardamos demasiado en entrar, sentadas en una mesa miramos el ambiente costoso y elegante pero a la vez muy misterioso, la música era buena y me animaba a bailar aún cuando no sabía hacerlo del todo bien. -¿Y bien, qué te parece?- preguntó mi amiga sonriendo, su vestido rosa le quedaba de maravilla y acentuaba sus enormes pechos, Clara se enorgullecía de decir que eran reales, y yo mordía mi lengua para no admitir que fue su regalo de Dulces 16. -Es genial- admití sonriendo, empezaba a adaptarme, un mesero se acercó y ella lo llamó hacia nosotras. -Guapo, queremos un par de tus tragos más solicitados- dijo coqueta y el chico sonrió asintiendo y marchándose, le lancé una mirada- ¿Qué?- murmuró inocente. -Enséñame a ser así- dije y ella se rió- Es en serio, Clara, lo necesito- hice un puchero y me miró sorprendida. -¿Hablas en serio, Isis?- preguntó- ¿Quieres un curso rápido de cómo coquetear? -Pensé que lo llamarías “Putería 101”- me encogí de hombros y rompió en risas. -Siempre me has juzgado, por eso me sorprendo- abrí la boca horrorizada- Vamos, sabes que sí. Está bien, no pasa nada- dijo riendo- Es sólo que de verás te estás tomando este proyecto personal en serio, cambio de aspecto, cambio de look, cambio de horario, ¿También cambio de actitud? Me encogí de hombros. -Mejor tarde que nunca- aseguré- Así que habla ya. ¿Cómo lo hago? -Mira, tomemos algo primero, ¿Quieres? . . . Admito que sí, me excedí con los tragos de margaritas y los shot de tequila, eso me llevó a lo que sabía que sucedería: el ridículo completo. Clara y yo decidimos bailar en la pista para sudar un poco y entre risas y movimientos sensuales trajimos la atención de un par de chicos hacia nosotras. El que bailó conmigo no estaba mal: brazos fuertes, cabello oscuro y me recordaba a Dexter cuando crece sin el cabello naranja. Sí, ese de Cartoon Network. El chico, que creo se llamaba Artur o algo así escuché, bailaba bien y me meneé contra su entrepierna moviendo mi trasero como sólo mi yo ebria sabía hacer. En algún momento entre música y flirteo disimulado, sentí una erección que me hizo tragar grueso. -Clara- dije aterrada sacándola de su nube de besos porque sí, ella es así y su chico, el amigo de Artur, no estaba nada mal. -¿Qué?- dijo confundida y hablé en su oreja. -Su amigo despertó- dije aterrada y tuve que repetirle un par de veces hasta que entendió. -Pues dale desayuno- dijo con obviedad e hizo un gesto hacia el baño, abrí la boca horrorizada y soltó un par de palabras que me hicieron pensar- ¿No es eso lo que harían las chicas locas de tus libros calientes? Volví con Artur quien estaba olvidado y bailando solo causando pena, enrollé mi mano en su cuello y recosté mis pechos en su pecho. Sentí su mano en mi cintura y su bulto contra mi pierna. -¿Quieres…- pregunté en su oreja. -¿Eh?- pareció no oírme así que traté de nuevo. -Que si tú….- repetí pero por más cerca que tenía su oído él no me entendía así que no tuve otra opción que gritar- ¡Que tengamos sexo en el baño! Y claro, con la suerte que tenía, la música paró en ese mismo momento en el que el DJ aprovechaba para hablar, así que todo el mundo me escuchó y miradas de burla, sorpresa y lujuria me llovieron, mi cara se encendió. -Ay, puta madre- escuché a Clara murmurar. La música empezó luego del corto aviso que era para que un estúpido moviera su coche de la entrada, me alejé de Artur como si tuviera lepra y caminé hacia la barra. -Dame un trago de lo más fuerte que tengas- dije al bartender sin siquiera mirarlo, ambas manos me cubrían la cara. No puedo creer que hice eso, estaba asqueada. -Oye, no te sientas mal- miré a mi lado, Artur estaba ahí y me miraba sonriendo- Nadie escuchó- genial, ahora me mentía en la cara, como si fuese una tonta. -Mejor vete, Artur- dije sin mirarlo, no podía, estaba demasiado apenada. -¿Artur?- repitió- Mi nombre es Jonas- lo miré y me barrió con ojos molestos antes de girarse murmurando algún improperio para mí. -Dime que olvidaste su nombre a propósito- el bartender me pasaba mi trago y al parecer había escuchado porque me miraba divertido. -¡Claro!- mentí y él se rió- Era un poco fastidioso- era la peor, ahora hablaba mal del sujeto que quiso hacerme sentir bien. ¿O sólo quería cogerme? El chico del bar sonrió, y qué linda sonrisa. Era limpio, su vello facial corto, sus dientes blancos y su cabello rubio oscuro muy bajo. -Siempre veo esos casos aquí- comentó sonriendo-¿Cómo te llamas? -Soy Isis- dije tomándome el shot y frunciendo el ceño al sentir el alcohol quemar mi garganta- ¡WOW!¿Qué era eso?- pregunté al chico sorprendida. -Mi obra maestra- guiñó el ojo orgulloso. -Pues bien hecho, casi hace que mi bilis desaparezca- murmuré y se rió- ¿Cuál es tu nombre? -Soy Erick- tendió la mano hacia mí y la estreché sonriente- Oye, mi turno termina en diez minutos- sentí mis mejillas encenderse- ¿Quieres acompañarme cuando eso pase? -Podría acompañarte a donde quieras- aseguré sin reconocerme y él sonrió. -Increíble, entonces, no te muevas de aquí.
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