Capitulo 4

1121 Words
Celine Cierro mis ojos recordando mi noche, no puedo creer que haya dejado que ese hombre desconocido me tocara y que lo hiciera como nadie lo ha hecho. Los recuerdos me invaden y siento un poco de vergüenza, pero me gusta y me excita mucho más lo que recuerdo, lo bien que se sintió tener sus manos en mi piel y sentirme tan desinhibida y tan libre. Ciertamente ese hombre enmascarado atrofio todo mi cerebro, no paro de pensar en él y mi piel hormiguea necesitando más. Mi teléfono suena por décima vez y cuelgo, estoy un poco molesta con Winter por haberme dejado atrás en un lugar que no conocía y donde no conocía a nadie, además. Mi laptop suena sacándome de mi ensueño y de los brazos de ese hombre desconocido, me sobresalto viéndome sumergida en una fantasía erótica y yo no era así en lo absoluto. Giro en la cama, dando la vuelta número diez mil y necesito parar porque mañana es un día importante, el primer día de mi carrera universitaria comienza. Y yo aquí fantaseando con un desconocido. Apago todo y obligo a mi cabeza también a apagarse, me tapo y cierro los ojos. Mañana debo madrugar y necesito estar fresca y descansada. Me desperté agotada y no podía creer que así iba a comenzar mi vida universitaria pero bueno, quien me quita lo bailado ¿no? Me vestí, tome un café y cuando termine agarre mis cosas y me dirigí a mi primera clase de día. Cuando llegue me cruce con una muy arrepentida Winter y quedamos en almorzar juntas, seguía disculpándose, pero el malestar ya se me había ido, me juro que tenía que contarme de su alocada noche y si esto era una amistad yo debía contarle de la mía. Camine por los pasillos llenos de gente buscando el aula donde tendría mi primera clase del día, derecho penal I. Mire de nuevo mi horario para corroborar que estaba en el lugar correcto. Entre al aula y busqué un lugar disponible, me senté al lado de una chica que estaba demasiado ocupada leyendo un libro de romance. —Hola— dijo ni bien me senté a su lado. —Hola— salude de vuelta con una sonrisa—. Soy Celine. —Evie— me sonrió—. ¿Emocionada? — pregunto, mientras miraba el aula, era bastante grande a decir verdad y en el centro en una especie de plataforma estaba el escritorio del profesor. —¿Por la clase? —Por el profesor— dijo suspirando. —¿El profesor? — dije, sin entender que tenia de especial. —Dios es un rumor, pero— dijo con una sonrisa de enamorada—, dicen que el profesor que nos va a tocar es uno de esos que hacen que se bajen las bragas solo con verlo, millonario y abogado de primera categoría. Maravilloso, era una información que no me interesaba en lo absoluto. —Genial— pude decir para no quedar antipática ante la emocionante información que ella me estaba brindando. Estaba demasiado absorta en algún lugar de esa noche cuando me gire hacia la puerta, un hombre de más de un metro ochenta entro como si el lugar le perteneciera, todos se sentaron y se quedaron en silencio. Su camisa negra se ajustaba perfectamente a su muy musculoso cuerpo con las mangas arremangadas hasta los codos y un pantalón de vestir del mismo color, era toda una tentación s****l caminando. Evie, al parecer tenía razón. Estaba segurísima que todas las chicas en esta clase ya estaban babeando por él, me gire para mirar a la chica sentada a mi lado y su sonrisa no le cabía en la cara. Lo mire, su rostro era otra cosa, sus ojos oscuros y esa barba perfectamente cuidada, dios, su mandíbula fuerte y su parte trasera cuando giro para dejar sus cosas eran un espectáculo digno de ver. —Buenos días— esa voz, algo dentro de mi retumbo, aun con todo el barullo estaba completamente segura que esa voz ya la había escuchado. Y que desde el sábado por la noche no salía de mi cabeza. ¿Era posible? No, claro que no, era una completa locura. —Buenos días— dijeron todos al unísono. —Soy el profesor Van der Beeck— señalo—, o Demian, pero me gusta más la formalidad y la agradezco. Este año como ya saben daré derecho penal I y no espero de ustedes más que la excelencia— todos asentían en silencio, había una especie de fascinación y miedo a su presencia—. No tolero más que tres llegadas tarde, luego de eso correrá la falta, los trabajos que se entreguen fuera del termino estipulado serán reprobados y la participación en clase es fundamental para aprobar mi materia. Se paseó por todo el salón del aula mientras hablaba, mirando minuciosamente a todos, su voz era ronca y profunda. Como la de mi enmascarado misterioso y tenía el mismo efecto, la piel me hormigueaba de la misma manera. Esto no era bueno. Cuando paso por mi lado, el aroma de su colonia me golpeo fuerte y despertó cada recuerdo de esa noche que quería mantener a raya. ¿Era posible que sea él o me estaba volviendo loca? ¿Podría ser mi profesor, mi hombre enmascarado? Apartando la mirada, trate de concentrarme en todo lo que estaba diciendo y no en aquello que estaba pensando, lo más probable era que estuviera confundiendo todo. Pero esa voz, ese perfume, inclusive esa mirada... —Me gustaría que a partir de aquí cada uno se presente de la misma manera así puedo conocerlos un poco mejor y puedo asociar el nombre con el apellido— cuando levanto la mirada, sus ojos encontraron los míos y la forma en que me miro hizo que tuviera que apartar la vista. Era demasiado. Después de innumerables presentaciones donde la mitad de las féminas del lugar de alguna u otra manera se le insinuaron fue mi turno, me levante y tratando de parecer lo más calmada posible hable. —Mi nombre es Celine Grey— dije. —¿estadounidense? — pregunto. —Sí, de New York, decidí estudiar abogacía como mi padre y…— tome aire, tratando de sacarme los nervios de encima, sin saber porque agregue—, y todos me dicen Lini. Algo en su mirada cambio, como si hubiera sido capaz de reconocer algo en aquello que acabada de decir. —Lini…— dijo de una manera que me erizo la piel, la forma en que me miro quemo todo a su paso y el reconocimiento de aquello me hiso entender una cosa. Mi profesor, era mi enmascarado misterioso.
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