Celine
¿Alguna vez tuvieron esa sensación de querer salir corriendo de un sitio ni bien entraron? Bueno es prácticamente lo que siento en este momento. Cuando Winter me invito a esta fiesta, nunca me imaginé que sería algo ni remotamente parecido a esto.
“Sinful Lust”
Solo el nombre debió darme una idea.
Es un club exclusivo en el centro de la ciudad, pero muy pocas personas saben de su existencia ya que no es como cualquier otro, al igual que yo, Winter también es la primera vez que viene y a ella la invito el chico que nos trajo que creo, se llama Bryce.
Este es un club donde la gente viene a pasarla bien y a cumplir cada una de sus fantasías, aquí los juegos son diversos y de todo tipo según tus gustos y preferencias.
Podríamos llamarlo un club de sexo.
Me parece una verdadera locura, pero no puedo negar que, en el fondo, bien en el fondo me genera curiosidad.
A ver, no soy virgen pero tampoco es que tengo una vasta experiencia en esa área, solo estuve con un chico dos veces y no fue un gran momento que digamos.
Siento un escalofrió recorrer mi espina dorsal cuanto más miro a mi alrededor, los latidos de mi corazon acelerado están a mil por segundo.
—¿Lista? — pregunta Winter.
—No— niego con la cabeza—. No estoy convencida de esto realmente— me mira y luego le pide a Bryce que se vaya a conseguirnos un trago.
—Yo tampoco Celine, pero... — suspira—, ya estamos aquí, somos jóvenes que tienen que vivir experiencias nuevas y el lunes comenzamos la universidad, esta es una de esas noches de una vez en la vida y considero que debemos aprovecharla.
—No me convence— se acerca y me ajusta la máscara.
—Somos jóvenes y hermosas y tenemos que disfrutar la vida— me toma del brazo—. Escucha, esto tampoco es lo que esperaba, pero si ya estamos aquí, bailemos, tomemos tragos y pasemos una noche divertida— la miro dudando—. No tienes que hacer nada que no quieras ¿De acuerdo?
—De acuerdo— digo, no sé si estoy tan convencida, pero tiene razón en que podemos divertirnos y en que no tengo que hacer nada que yo no quiera.
Respiro hondo, si planeo disfrutar esto y pasarla bien tengo que calmarme. Recorremos un poco el lugar sin soltarnos, todo es absolutamente sorprendente, hombres rodeados de muchas mujeres, parejas bailando, besándose y tocándose. Algunos desnudos tocando cada pedazo de piel que sienten, mi boca se abre incrédula.
—Cambie de idea, me quiero ir— me giro para sacar a Winter, pero me encuentro completamente sola y tampoco hay rastros de Bryce.
Miro para todos lados, pero no hay rastro de ella y no creo que haya sido capaz de dejarme sola en medio de todo esto. Siento como el aire comienza a faltarme y giro buscándola con la mirada.
Me pierdo entre tanto, esto es una completa locura.
Doy un par de pasos buscándola, mientras me adentro más y más en medio de esta especie de pista de baile, las imágenes son casi grotescas a medida que avanzo y cruzo pasillos. No puedo encontrar a Winter por ningún lado y estoy completamente perdida a este punto.
Entro en un nuevo pasillo y choco con algo duro, me toma de la muñeca para no caer y levanto la vista, es un hombre y la máscara le cubre gran parte de su cara.
—Lo siento— no lo miro, todo esto me inquieta de sobremanera.
—¿Cómo te llamas? — ni siquiera tengo tiempo de pensar cuando me toma de la cintura pegándome a él.
Mis nervios se disparan aún más cuando su boca se acerca a la mía, con la clara intención de besarme. ¿Qué mierda le pasa?
Como puedo lo empujo y me zafo de su agarre, camino lo más rápido que puedo hasta volver a la pista de baile donde perdí a Winter.
Me pego a la barra y me quedo quieta allí, en algún momento mi amiga aparecerá asique pienso quedarme aquí todo el tiempo que eso lleve. Observo todo a mi alrededor, no pudo haber ido tan lejos y no me equivoco cuando la veo.
Está sentada sobre las piernas de Bryce bebiendo del trago que él le está dando, le sonríe y se muerde el labio, Bryce agarra su cabello con una fuerza que al parecer le gusta y la besa, no, me corrijo, no la besa, la devora.
Su mano se mete entre sus piernas por la abertura de su vestido y la toca mientras ella se estremece en sus brazos.
—¿Te gusta mirar? — esa voz me hace chillar, mi corazon late desbocado y me llevo una mano al pecho para calmarme. Me giro y veo a un hombre alto, muy alto y tan grande que me hace sentir diminuta. Sus ojos son oscuros como la noche y tiene una barba muy varonil, eso es todo lo que su máscara me deja ver. Observo su cuerpo y su traje perfectamente amoldado a su imponente figura, se ve musculoso y no me inspira miedo como todo lo demás aquí—. Dime ¿te gusta mirar? — vuelve a preguntar. Da un paso al frente y por instinto retrocedo haciendo que mi espalda impacte contra la barra, eso es suficiente para que con una sonrisa me acorrale. Los nervios están haciendo estragos en mi pero esta vez es diferente.
No sé cómo explicarlo, pero no siento temor, en cambio siento calor al tenerlo tan cerca, su mirada me recorre por completo y se queda en mi escote.
—Dime gatita ¿te comieron la lengua los ratones? — dice, sin dejar de mirarme.
—No— respondo, con la voz entrecortada.
Sonríe y se acerca, su rostro más cerca del mío.
No sé qué demonios me pasa, pero a el no siento la necesidad de apartarlo, no puedo negar que su cercanía me intimida y me excita de la misma forma. Y hay un fugaz pensamiento de dejarme llevar y ver hasta dónde puedo llegar con este hombre desconocido.
—Es la primera vez que vienes ¿No? — asiento, es evidente que es así, todo mi lenguaje corporal lo delata, él se acerca un poco más—. Eso, a mis ojos, solo te hace más excitante de lo que ya eres.
Su aliento acaricia mi boca y siento la necesidad de besarlo, miro sus labios carnosos, tan besables, muerdo mi labio inferior queriendo algo de el para apaciguar este calor que comienza a invadir mi cuerpo.
—Eres tan hermosa gatita enmascarada— se acerca un poco más, hasta que nuestros labios se rozan.
Es apenas un roce, una caricia, pero una corriente eléctrica me sacude, la siento en mi interior y es algo que nunca antes había sentido. Presiona un poco más y un jadeo se me escapa.
—No hagas eso— suplico, porque no estoy segura de hasta dónde voy a llegar si sigue.
—Me estoy muriendo por hacerlo— susurra.
Con el mayor erotismo antes visto, su lengua recorre mis labios, gimo sin contenerme al sentir la humedad de mis bragas, esto es demasiado para mí, pego mis labios a los suyos y lo beso sin pensarlo mucho. Sus manos se aferran a mi cintura y rápidamente toma el control, mordisquea mis labios y saquea sin piedad mi boca son su lengua.
Sus manos bajan a mi culo y lo aprieta a su antojo, gimo en consecuencia, sonríe y sus besos recorren la piel de mi cuello deliciosamente, dándome descargas de placer, cuando baja hasta mis pechos y comienza a pasar su lengua, lo aparto.
La respiración de ambos es un caos.
—Déjame mostrarte cuanto placer puedo darte— muerde el lóbulo de mi oreja—. Déjame follarte.
Lo miro a los ojos y son una tormenta, una que promete arrasarte y tragarte. No puedo decir nada, perdida en su mirada, asique pega su entrepierna a la mía, su m*****o erecto me toca, me incita y lo miro.
No debí hacerlo.
Estaba segura que ahora la manera en la que estaba mojada era casi vergonzosa, sin poder decir palabra alguna vuelvo a besarlo y eso para él fue suficiente para entender que era una afirmación a su pregunta.
Me toma entre sus brazos y me lleva a otro lugar.
Cuando me deja sobre el suelo apenas y me doy cuenta que estamos en una habitación, vuelve a besarme sin contemplación, dejo que me devore con deleite permitiendo que sus manos recorran mi cuerpo, muerde mi labio cuando se separa y sonríe con lascivia cuando deja caer las tiras de mi vestido.
Me gira y sus labios van a la piel de mi cuello mientras baja lentamente el cierre, dejando que mi vestido caiga a mis pies.
La voz en mi cabeza me dice que esto está completamente mal, pero es apenas un sonido lejano que es apagado por el deseo que nubla todo lo demás. Sin embargo, no puedo, me aparto y levanto mi vestido tapándome.
—Yo... lo siento... no.… no puedo— camino a la puerta dispuesta a irme.
Antes de siquiera llegar a la puerta, está detrás mío, me toma de la cintura pegándome a él, su respiración agitada acaricia mi piel, erizándola, niego con el sentido cada vez más perdido.
—Gatita, ambos deseamos esto— siento su erección en mi culo y tiene razón mi cuerpo arde en deseo, queriendo continuar. Pero es una locura.
Sin embargo, deseo esto, la excitación, el calor de su cuerpo contra el mío.
Giro mi rostro y encuentro su boca a centímetros de la mía, sin mediar una palabra más me devora mientras vuelve a tirar mi vestido, sus manos son suaves y acaricia mi piel desnuda.
—Eres una jodida obra de arte— susurra.
La intensidad de sus ojos me quema, sus manos aprietan causando escalofríos, mis pezones se endurecen al instante, pasa su lengua por sus labios, se lleva un pezón a la boca y lo succiona con tanta fuerza que me hace temblar.
Hace lo mismo con mi otro pezón dejándome cada vez más excitada y deseosa de mas, mi clítoris palpita de necesidad, es una sensación nueva, pero me tiene fascinada. Sus besos bajan por todo mi cuerpo hasta quedar entre mis piernas.
Estoy tan pero tan mojada.
Mordisquea mi entrepierna antes de que yo siquiera pueda reaccionar y con sus dientes corre mis bragas permitiendo que su boca y su lengua se adentren en mí.
—Dios— gimo sin aliento y agarro con fuerza su cabello.
Mete un dedo dentro de mí, mi humedad le permite hacerlo fácilmente. Mi clítoris esta hinchado, deseoso de mas, un grito involuntario se me escapa cuando lo succiona, el placer que aquello me provoca me deja en un limbo de éxtasis, y apenas y puedo soportarlo, el hombre enmascarado me agarra y me presiona contra él mientras me devora sin piedad.
Mi sexo late y con cada lamida siento como me tensiono, él me come sin contemplaciones y toma cada gota como si fuera agua en medio del desierto, lo hace con tanta pasión que no aguanto mucho más y el placer me arrastra y me corro en su boca.
Mi mente se nubla y el éxtasis me eleva.
Sin dejar que me recupere se levanta y ataca mi boca, me pruebo en su lengua y una nueva ola de placer me abruma, necesito más. Me toma entre sus brazos y me deja sobre la cama, se desnuda y mi boca se seca. Todo es duro y trabajado,
Es jodidamente glorioso, y su erección, dios no es normal, hace que mi v****a se apriete con la necesidad de sentirlo dentro de mí, me muerdo el labio viéndolo colocarse el preservativo.
Sus labios están sobre mí y su mano va a mi sexo abriéndolo, un dedo me penetra hasta el fondo, la humedad lo empapa y eso lo hace sonreír, se apoya sobre su brazo y acomoda la punta de su pene en mi entrada. Me provoca hasta que de una embestida se adentra en mi profundamente, clavo mis uñas en su piel y la marco con arañazos, eso lo hace gruñir más y moverse con más fuerza.
Toma mis muñecas con su mano llevándolas encima de mi cabeza, las está apretando tan fuerte que creo me va a dejar moretones, pero nada me importa menos en este momento, me estremezco de placer al sentir el vaivén de sus caderas, su ritmo es rápido, letal al igual que sus besos.
Nunca pierde el ritmo mientras seguimos dándonos placer y el orgasmo es inminente para los dos, no quiero que pare, cierro los ojos a punto de caer en un abismo que me está dejando sin aliento y sin cordura.
—Tienes prohibido cerrar esos hermosos ojos, gatita— jadea—. Tus ojos en mí o me detengo.
Me toma de la cintura sin dejar que baje mis brazos o cierre mis ojos, se arrodilla y comienza a embestirme como un jodido animal, no gimo, grito porque el placer es demasiado.
Literalmente siento que va a partirme en dos.
No sé cuánto esta así, pueden ser minutos o segundos, pero mi vista se nubla y estallo de placer, un par de estocadas más y él se corre con fuerza.
Nos besamos unos minutos más, cuando se aparta y recoge su ropa hago lo mismo mientras admiro su cuerpo.
—¿Cómo te llamas gatita enmascarada? — pregunta, una vez vestido mientras se acerca a mí.
—Lini…— susurro.
—Fue un verdadero placer, Lini— muerde el lóbulo de mi oreja—. Eres una gatita exquisita.
Moría por que se quitara la máscara y poder ver cada rasgo de su masculina cara que estoy segura me volverían loca, pero, me dio un último beso que me supo a pecado y se marchó.