D O C E

2646 Words
Fantaseando Contigo Maia —¿Quieres meterte a la piscina? —me pregunta Emily y hago el intento de sonreírle. Aunque por dentro estoy hecha un completo caos por saber lo que ella considera una jodida traición, esa maldita confesión, no entiendo que pretendía preguntándole sobre un tema delicado cuando sé perfectamente que ella no es tonta, y pese a que no haga más preguntas al respecto, no se va a olvidar fácilmente de lo que he dicho. Lo sé muy bien. —El clima es perfecto el día de hoy —comento vagamente. Ella esboza media sonrisa, dándome un asentimiento de cabeza. —Lo es, por eso deberíamos aprovecharlo nadando por unas horas —responde con obviedad—, necesitamos pasar más tiempo juntas. Paso saliva, sintiéndome culpable de todo lo que he hecho hasta el momento. —Tienes razón, necesitamos pasar más tiempo juntas —consigo decirle. Reprimo un suspiro y me pellizco el puente de la nariz, intentando apagar las voces de mi cabeza, que me recriminan lo que he hecho. Estoy segura de que mis acciones tendrán consecuencias tarde o temprano... No se cuanto tiempo pasa, me aburro de estar recostada, tengo las extremidades entumecidas, así que me levanto de la tumbona al mismo tiempo que Emily, caminamos hacia la gran piscina rectangular con mosaicos azules, no me apetece mojarme en este momento pero estoy segura de que necesito un baño con agua fría para poder olvidar lo que me atormenta. Emily retrocede, se impulsa con el pie derecho y se lanza a darse un chapuzón, las gotas de agua me salpican y no puedo evitar reprimir la risa que sale de mi garganta, tras unos segundos de estar sumergida, sale a la superficie y me sonríe emocionada, incitándome a hacer lo mismo. Y lo hago. Salto. Olvidando que mi corazón está hecho un lío y que probablemente tendré que volver a casa antes de lo previsto. La temperatura del agua sacude mi cuerpo y saco la cabeza inmediatamente, intentando llenar mis pulmones de aire porque siento que no respiro, la risa de Emily llena el espacio y enfoco mi mirada en ella, riendo igualmente. Ambas nos lanzamos agua con las manos, jugamos y hacemos un escándalo a nuestro alrededor, decido olvidar todo lo que me aqueja y concentrarme en divertirme con mi amiga ya que hace tiempo que no me siento cerca de ella, algo se ha roto entre nosotras y no tiene nada que ver con su padre, porque desde que se mudó a Hawái, todo ha cambiado entre nosotras. Sé muy bien que la distancia afecta a las amistades, era muy obvio que no seríamos la excepción pero una parte de mí deseaba que nuestra relación prevaleciera con el tiempo. Pero ahora estamos juntos de nuevo y no puedo evitar sentirme más alejada de ella. Mis acciones pesan, llevo la carga sobre mis hombros y no puedo sacudirme la culpa que se enciende en mi pecho cada vez que miro a Emily a los ojos, pero tampoco puedo evitar que mi corazón se acelere cuando veo a su padre. No entiendo qué me pasa, porque no es la primera vez que estoy cerca de él, e incluso antes, nunca lo ví de esa manera, siempre me fijé en lo guapo que era y sigue siendo pero siempre hubo una línea divisora que me impedía fantasear con él, sin embargo, esa línea se ha desvanecido por completo y ya no puedo verlo sólo como el padre de mi mejor amiga. Porque ya no lo es. Es el hombre que me hace estremecer con sólo mirarme, el hombre que me calienta la piel y me hace arder de d***o, que me condena al infierno pero extrañamente me hace sentir que estoy en el cielo... Tres horas después, el sol se ha puesto y ha sido sustituido por un cielo oscuro, al igual que la compañía de Emily, que ha decidido irse con Evan después de que viniera y la invitara a cenar. No me ha molestado, porque entiendo que ahora no solo soy yo, pero me ha dolido que prefiriera irse con ese idiota antes que estar conmigo. No he salido de la piscina y mi piel ya lo resiente, parezco una jodida pasa con arrugas en todas partes, pero no me importa, solo necesito olvidar todo y desechar este sentimiento de soledad que me asalta al sentirme fuera de lugar. Miro a mis alrededores para cerciorarme de que nadie me observa, inhalo con fuerza y sin pensarlo dos veces, me sumerjo en el agua, yendo lo más profundo que mi cuerpo y mis pulmones me permiten, cierro los ojos, apretándolos con fuerza y dejo que la oscuridad me reclame. No sé cuantos segundos pasan, mis pulmones me gritan por aire pero no quiero ceder, sé que no podré soportar más ya que un ardor sube por mi tórax, incrementando esa sensación de asfixia que me hace abrir la boca y tragar agua, desorientada entro en pánico, busco un balance en mis movimientos para poder nadar devuelta pero en ese momento una mano tira de mí y me devuelve a la superficie. Derek tira de mi cuerpo con fuerza, sacándome completamente del agua, me carga y me tumba en el lateral de la piscina. Tosiendo, escupo el agua que he tragado hace un par de minutos, mientras hago lo posible por respirar e intentar calmar la agitación que me envuelve, porque siento que me arde la cara y mi cuerpo me pide un puto descanso. No sé en qué estaba pensando, debí salirme en cuanto sentí que me faltaba el aire, he aquí las consecuencias de mis acciones. —¿En qué demonios estabas pensando? —grita mirándome fijamente, con una mezcla de preocupación y enfado. Trago grueso y desvío la mirada, incapaz de seguir mirándole a los ojos por más tiempo. —N-nada —balbuceo. —Maia, por favor —suaviza su voz, pero su respiración sigue agitada—, ¿qué es lo que pretendías hacer, eh? ¿Acaso no sabes nadar? Protesta enfurecido, se pasa la mano por el cabello rubio y me mira con los ojos entornados en mi dirección. Siento el aire comprimirse. No respiro, me siento abrumada con tantas emociones, él se da cuenta y se acerca, más no hace amago de tocarme y me entran unas terribles ganas de llorar. Suspiro profundamente antes de volver a hablar. —Sólo estaba meditando —me atrevo a decir para aclarar la situación, él me mira incrédulo y niega con la cabeza—, suelo aguantar la respiración y quedarme en el fondo del agua. Sé nadar perfectamente, Derek, no me habría ahogado. Abogo por mí misma o al menos eso intento, ya que le doy explicaciones que no tengo porque darle pero igual me siento con la obligación de hacerlo cuando lo veo con el rostro tan abatido y con ese brillo salvaje en sus orbes grises. —¡No puedes hacer eso! —increpa, apretando la mandíbula—, no sabes lo asustado que estaba, j***r, pensé que tú... —se corta a si mismo, pasa saliva y enfoca su mirada en mí antes de acunar mi rostro con ambas manos. —Derek, estoy bien —susurro, temblando por la fría brisa que comienza a helarme los huesos. Él se limita a asentir, sin mostrarse convencido. —No me vuelvas a hacer esto —me atrae a su pecho sin dudarlo, suelto un jadeo de alivio cuando todo mi cuerpo entra en calor por su mero tacto—, no hagas cosas así, no sabes lo que sentí cuando te vi así, sin moverte, Dios, no podía ni respirar, sentí que te perdía... Sus palabras me calientan el corazón de una forma inusual y no hago más que acurrucarme en sus brazos, refregándome contra su torso mientras me estruja contra él. Ni siquiera le importa que esté mojando su ropa, sólo me abraza con fuerza y me mantiene junto a él. Y nunca antes me había sentido tan segura en los brazos de alguien. —No lo haré de nuevo —prometo—, lo siento, no era mi intención preocuparte —me disculpo. Niega con la cabeza, sus labios se curvan en una línea recta. —Yo también me disculpo, cariño, no debí haber reaccionado de esa manera contigo —su voz me tranquiliza—. Nunca antes sentí tanto miedo... No sé qué habría hecho si te hubiera pasado algo malo. Mi corazón se calienta por segunda vez sólo por el significado oculto en sus palabras. Yo le importo. Cree que soy lo suficientemente digna para que se preocupe por mí. Y eso me emociona porque nunca antes había experimentado este sentimiento. —Estoy bien —reitero—, nunca he estado mejor. Sus ojos se clavan en los míos. Y siento que el corazón se me sale del pecho. —No te perderé de vista, nunca. Me río por lo bajo. —¿Es una promesa? —bromeo. —Puedes llamarlo así, pero yo lo vería como un juramento, cariño. Asiento lentamente con la cabeza, sin querer demostrar lo realmente afectada que estoy por sus palabras. Él sigue sin soltarme, me mantiene cobijada entre sus enormes brazos, me besa la frente con cariño, susurrando palabras inteligibles que me reconfortan por igual. Después de unos minutos en esa posición, lo siento tensarse en torno mío y, aún así, no hace nada para apartarme de él. Al contrario, desliza su brazo por debajo de mi t*****o y me sujeta con fuerza para luego levantarse conmigo entre sus brazos. Suelto un chillido de emoción y él me sonríe antes de empezar a caminar dentro de la casa, mi cabello gotea el piso de mármol y no puedo evitar sentirme mal por haberlo ensuciado. —¡Derek, bájame! —exijo—, ¡que no ves que estoy mojando todo! —replico alarmada. Él suelta una carcajada y niega con diversión, haciendo su ajuste más apretado y siento todo lo que no debo sentir por él. Inclina su rostro hacia mí, sus movimientos son seguros y no hay ningún atisbo de duda en sus ojos, me acaricia el lóbulo de la oreja con su nariz y luego susurra: —Todavía no te has mojado por completo sobre mí, cariño —su voz es un ronroneo que me calienta la sangre en un instante. Tiemblo, perpleja, cuando me percato del doble sentido impreso en sus palabras, mis mejillas se encienden por el calor que me sube al cuerpo, la respiración se me acelera y hago el intento de mantenerme escéptica. —Derek... —advierto con la respiración hecha una m****a. Él sonríe despreocupado a medida que sube los escalones que nos llevan a la planta alta donde se encuentra mi habitación o la suya. Dios, ¿Por qué estoy pensando en su habitación? Atravesamos el corredor y el umbral de la puerta antes de entrar a mi habitación, Derek me deposita sobre la cama con delicadeza y reprime una sonrisa cuando me pilla mirándolo fijamente. Contengo la respiración y me enderezo, él se queda de pie a unos cuantos centímetros de mí y veo que no tiene ninguna intención de acercarse. —¿Estarás bien? —pregunta, todavía preocupado. Quiero decirle que no, que se quede conmigo porque tengo miedo que la conexión que comienza a crecer entre nosotros se rompa, pero sé que mi respuesta es la más sensata. —Si, estaré bien —miento—, ¿podrías dejarme sola? Necesito tomar una ducha y Emily puede llegar en cualquier momento... No quiero que te encuentre aquí —digo sin mirarlo a los ojos. Lo escucho soltar un resoplido lleno de resignación antes de salir de la habitación y cerrar la puerta sin siquiera pensárselo dos veces. Cierro los ojos con fuerza y me repito que estoy haciendo lo correcto, no tengo por qué sentirme mal. Derek solo es el padre de mi mejor amiga y entre más lejos lo tenga, mejor. Sacudo la cabeza para alejar mi desastroso caos y me levanto de la cama para dirigirme al baño. Me despojo del bañador y me meto en la ducha mientras permito que el agua caliente queme mi cuerpo. Deseando que se lleve ese olor a cloro que me penetra las fosas nasales, y que está impregnado en mi piel. Sin saber porque lo hago, ni encontrar una razón eminente que pueda justificar lo que estoy haciendo, llevo mi mano a mi entrepierna y guío mis dedos al centro de mi sexo buscando mi c******s, que ya se encuentra hinchado por la excitación que me corroe desde que sentí el cuerpo de Derek calentarse junto a mí, balanceo mis caderas y me muevo en busca de una fricción más fuerte, mi cuerpo se estremece entero con la sensación arrolladora que me sacude el pecho. Hago pequeños círculos estimulando ese lugar que me hace soltar pequeños jadeos. Me muerdo el labio inferior intentando silenciar los sonidos incoherentes que salen de mi boca pero sinceramente no me importa porque mi corazón se acelera con vehemencia de solo pensar que Derek puede estar escuchándome y, justo cuando ese pensamiento me atraviesa mi mente, un escalofrío sube por mi columna vertebral y arqueo la espalda incrementando la velocidad de mis movimientos, mis dedos se sumergen en mi humedad, mis pliegues están empapadas y tengo la respiración entrecortada. Excitada y eufórica por sentir más, me vuelvo a recargar en la pared, arqueo la espalda y deslizo dos dedos dentro de mí, jadeando agitadamente mientras estrujo mi seno con la otra mano, lo hago con fuerza intentando descargar el torrente de emociones que me nublan el juicio, las sensaciones me atrapan y se vuelven dolorosamente placenteras mientras las piernas me tiemblan y comienzo a ablandarme más, lo que me da a entender que estoy cerca de correrme. Cierro los ojos, excitada y, sin dudarlo ni un segundo, comienzo a fantasead con Derek, imaginando que es su mano la que me masturba, imaginado que es él el que está en la ducha conmigo, tocándome de esta forma porque lo necesito para llegar a ese punto, a ese detonante que me hace explotar de placer y gemir su nombre tan fuerte que temo que me haya oído. Mi respiración se entrecorta y saco los dedos de mí interior, se encuentran completamente empapados y por eso dejo que el agua elimine los residuos de mi excitación, mientras intento que mi corazón deje de galopar con tanta fuerza porque ya no sé que estoy haciendo y tampoco sé si tengo la fuerza para parar. Salgo de la ducha con las mejillas encendidas y respiro con fuerza antes de vestirme, decido ponerme un camisón y me quedo mirando la cómoda cama sin querer dormirme después de lo que he hecho en la ducha. La sed me invade, mi garganta se siente seca y sin dedicarle un segundo pensamiento, decido bajar a la cocina a por agua, camino despacio e intento no pensar en Derek, sin embargo, ese pensamiento desaparece cuando le veo sin camiseta y con las manos apoyadas en la isla de la cocina mientras mira fijamente a la nada. Parece perdido en sus propios pensamientos y sus labios están curvados en una línea recta mientras tensa la mandíbula, casi como si se estuviera conteniendo de hacer algo. La tensión que emana su postura me recuerda a la de un animal salvaje enjaulado, reprimido, apunto de quebrantarse. Se me corta la respiración de solo vislumbrar su imponente figura, siento un cosquilleo acentuarse en mi estómago por enésima vez y sé que nada puede volver a ser como antes porque mis ojos no pueden dejar de mirarlo y cuando lo hago no veo al señor Morgan, si no a Derek. El hombre más sexy del mundo y el cual me tiene prendida en un tormentoso d***o.
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