Nunca Me Vas A Perder
Maia
Los rayos del sol se entierran en mi piel y golpean mi cara con esa sensación penetrante que irradia el calor al medio día, se siente bien poder mezclarse con el paisaje que me rodea, dejar las emociones fluir y encontrarse a sí mismo, entender que a veces la vida es un poquito mejor cuando nos permitimos disfrutar los pequeños detalles, que consideramos insignificantes pero que en realidad tienen el potencial para dejar marca.
El aire es extremadamente cálido y arrollador, abraza mi cuerpo al igual que la brisa fresca, agitando mi pecho con ese atisbo de paz que solo consigo en este momento. Estar aquí me trae calma y me permite olvidar a cierta persona que no hace más que merodear por mi cabeza desde que Emily nos interrumpió en mi habitación hace dos días.
La situación ha estado demasiado tensa desde entonces, no me he atrevido a mirar a Derek a la cara y él tampoco ha hecho el intento de hablar conmigo, en parte lo entiendo porque siendo sinceros no queda mucho de qué conversar, nuestros momentos solo se basan en el d***o s****l que nos colma. No hay nada que discutir. Ambos sabemos lo que queremos el uno del otro y, por mucho d***o que sintamos, no es posible romper las reglas porque hay demasiado en juego.
Precisamente por eso no me he molestado en hacer algún comentario fuera de lugar, lo evito a todas horas y hago hasta lo imposible para no quedarme a solas con él. Derek lo ha notado, no es nada tonto, y sé que ha entendido el mensaje bastante bien porque se ha abstenido de cruzar palabra conmigo, y solo se limita a saludarme con cortesía cada vez que tenemos a Emily cerca.
Es demasiado triste estar así pero debí saber que nada bueno saldría de lo que estábamos a punto de hacer. Simplemente, a eso se ha reducido nuestra relación y no entiendo porque el estómago se me encoge de tan solo pensar que nunca podremos rebasar los límites, de que nunca podremos ceder ante lo indebido.
Creo que a estas alturas ambos aceptamos nuestro destino y simplemente dejamos ir lo que creíamos tener, pero eso no impide que mi corazón se acelere cada vez que lo veo mirándome de reojo mientras cree que no me doy cuenta.
Abrumada de tanta tensión, suelto un largo suspiro y me mentalizo que debo borrar ese efímero recuerdo porque así no sufriré, si logro sacarme a Derek de mi cabeza mí corazón estará a salvo del t******o que me envuelve.
Me acomodo las gafas de sol para poder ajustar mi vista en la rubia que está a mi lado e intento poner una mueca de emoción.
Ella luce feliz por mi presencia, no ha hecho más que recibirme con los brazos abiertos y yo no he podido resistirme a la tentación que es su padre.
Se endereza y vuelve a mirarme, fijando esos ojos grises en mí.
—¿Acaso no es relajante estar así? —me pregunta mientras suspira.
Sonrío divertida, me recuesto en la tumbona y permito que mi cuerpo se relaje de todo el estrés que lo emana desde que llegué aquí.
—Si que lo es —concuerdo—, es relajante estar aquí y olvidarse de todos los problemas.
Mi voz adquiere una nota melancólica y ella la percibe ya que entorna los ojos en mi dirección, me observa con el ceño fruncido, puedo leer la confusión en sus rasgos y me toca fingir que estoy bien, que no hay nada que me atormente en las noches, que soy una simple chica de veinte años que no sabe cómo decirle a su mejor amiga que está flechada por su padre desde que lo vió.
—¿De qué problemas hablas? —inquiere con un deje de seriedad.
Debí saber que ella no lo dejaría pasar, es mi mejor amiga y sabe cuando algo va mal. Ella me conoce, entiende mis gestos y hasta creo que puede leerme como si tuviese una edición especial de mi mente en la palma de su mano.
—Ya sabes... —me aclaro la voz—, problemas normales...solo problemas.
Un problema muy pero muy excitante que tiene nombre y apellido, ah y por si eso no fuera poco, es tu queridísimo padre.
Mi subconsciente me hace una mala jugada, recordando ese detalle que no quiero saber y tengo que tragarme los golpes de pecho que me asaltan.
—Maia... —arquea ambas cejas y mi respiración se acelera.
Me enderezo por igual, la miro fijamente, ella hace el amago de tomar mi mano y se detiene cuando mis ojos se encuentran con los suyos, no sé si puede ver el t******o que oculto pero si es así no quiero que lo haga, no quiero que se entere que estoy perdida por su padre y que ya no puedo aguantar más las ganas de ceder antes los impulsos.
—¿Todo va bien? —su pregunta me devuelve a la realidad—. Sabes que puedes contar conmigo, siempre puedes decirme lo que sea, que yo estaré para ti.
Trago grueso con la ola de culpabilidad que me sube por la garganta y se instala en mi paladar. Mi subconsciente no deja de recordarme lo m****a de persona que soy y esta vez tengo que darle la razón.
—Lo sé, Emy —susurro en voz baja—, solo que a veces siento que voy a perderte —las palabras se escapan de mis labios, ella se sorprende y cierro los ojos cuando me doy cuenta de lo que he dicho.
Emily me mira incrédula y cuando pienso que estoy a punto de confesar todo lo sucedido porque ya no soporto la culpa que me está comiendo viva, se echa a reír como si le acabase de contar el chiste más gracioso del mundo.
—No seas tonta, Maia —tira de mí bruscamente y me abraza, jugando con las hebras castañas de mi cabello—, tú nunca me vas a perder, siempre seremos mejores amigas.
Lo dudo.
Pese a que su reiteración me hace estremecer en una forma diferente, en parte me hace sentir bien porque siento que vuelvo a conectar con ella y eso necesito, necesito aferrarme a nuestro lazo de amistad porque eso es lo único que me puede salvar de cometer una tontería.
—¿Siempre? —averiguo—, ¿seremos mejores amigas por siempre? —el corazón me galopa con fuerza.
Ella me mira expectante y hay un brillo de inseguridad en sus ojos, que no había vislumbrado antes y eso me hace palidecer.
—¿Qué está pasando, Maia? Me estás asustando, tú sabes que puedes confiar en mí.
Niego rápidamente, en este momento no puedo dejar que las emociones me sobrepasen.
—No es nada de lo que debas preocuparte, solo necesito saber que seremos amigas a pesar de todo —casi ruego—, solo eso...
Su sonrisa cálida me reconforta un poco, pero no puedo estar tranquila ya que necesito escucharla decir que siempre estará conmigo, aunque la parte lógica que radica en mí, sepa que es una jodida mentira que intento hacerme creer para no perder la cordura.
—Siempre seremos amigas. Nada nos separará.
Dejo salir el aire retenido, deseando que el destino escuche y se grabe sus palabras, porque necesito una garantía de que estaremos bien. Ella sigue mirándome con ese aire acusador.
No obstante, la duda prevalece dentro de mi cabeza, mi corazón no está tranquilo con las cosas que ha dicho, necesito mucho más que eso y por esa misma razón no puedo evitar preguntar algo de lo que ya sé la respuesta, pero necesito la reiteración.
—¿Y cuál sería una razón por la que dejarías de ser mi amiga? —me paso la mano el cabello y me quito las gafas de sol—, ¿que sería algo que nunca me perdonarías?
Ella bufa enojada, arruga la frente y se recuesta en la tumbona con agresividad. Su lenguaje corporal me grita lo tensa que se ha puesto.
—Maia, sabes que odio demasiado cuando te pones en plan "toda seria" —espeta y resoplo—, yo que voy a saber, me imagino que tiene que ser algo muy grave como para que dejáramos de ser amigas.
Puedo distinguir la nota de irritación en su voz, pero no puedo dejar de indagar en el tema, necesito una respuesta. Necesito saber qué es lo que me puede llevar a perder su amistad. Necesito algo que me haga detenerme...
—Emily, por favor —pido. Ella resopla y sé que está pensándolo.
Después de unos largos segundos sus labios se aprietan en una dura línea.
—No sé, vale —repite—, ¿coquetear con mi novio? —enarca una ceja, insegura, como si se estuviese preguntando a sí misma.
Pongo los ojos en blanco, incrédula por lo que ha dicho, y niego de inmediato, sintiéndome asqueada de repente.
—Sabes que nunca haría eso —zanjo, mi voz sale más rápido de lo que hubiese querido.
Ella esboza una sonrisa, casi aliviada por mi respuesta.
—Si, tienes razón, no sé porque lo dije —se queda pensativa—, puede que nunca te perdonara una traición...o algo así —se toca el mentón, indecisa.
La miro dubitativa.
—¿Una traición? —me muerdo el labio, nerviosa.
—Si, una traición. Traicionar es algo imperdonable —reitera con obviedad—, creo que jamás te perdonaría eso.
Asiento con la cabeza, liada por tanta confusión, juego con el bordado de mi traje de baño y trato de procesar todo lo que ha dicho.
—¿Por ejemplo? —me atrevo a preguntar.
Ella me mira entornando los ojos, contengo la respiración y me repito a mí misma que debo mantenerme tranquila o de lo contrario, ella se enterará de todo.
Me da una última mirada y pone una expresión seria, que me hace pasar saliva.
—Bueno, ya sabes cómo me molestaban las chicas que miraban a mi padre de una manera morbosa en el instituto —increpa mientras arruga el entrecejo y siento que me quitan el aire de golpe—, creo que eso me lastimaría, que estuvieses o tan siquiera pensaras en mi padre de esa forma.
Termina con una sonrisa preciosa, como si no hubiese plantado una bomba de tiempo que me va a explotar en la cara en cualquier momento si no detengo lo que ha empezado a crecer entre Derek y yo.
La miro fijamente con una expresión de horror en el rostro, se me ha secado la boca por su jodida confesión y no puedo hacer el amago de aclararle que nunca sucederá porque ya ha ocurrido, Emily no dice nada pero no se me escapa el brillo desafiante aún latente en sus orbes grisáceos.
—Oh, eso —es lo único que puedo articular.
Siento una terrible opresión que me sacude el pecho de manera salvaje y no se como diablos ocultar el bajonazo que me ha dado su respuesta, porque ahora más que nunca sé lo que debo hacer, ya no cabe duda que terminaré perdiendo a mi amiga y no lo pienso permitir. Tengo que detener esta locura.
Emily estira su mano y toma la mía, me da un apretón y siento que vuelvo a respirar.
—Maia, tranquila —estoy de todo menos tranquila—, no debes preocuparte, sé que tú nunca harías algo así, eres mi mejor amiga y jamás harías algo que pusiese en riesgo nuestra amistad, ¿verdad? —solo puedo asentir ante aquella declaración.
No tengo el valor de pronunciar alguna réplica, estoy perpleja ante lo que acabado de escuchar y por un momento me arrepiento de tan siquiera haber sacado el tema porque ahora ya no hay más excusas que me justifiquen, no son solo suposiciones como me hice creer al principio, es verdad, voy a perder a Emily si sigo como hasta ahora, si es que no la he perdido ya, porque estoy absolutamente segura de que si se llegase a enterar de lo que ha sucedido, la perdería por completo y no habría poder humano que pudiese salvar una amistad que yo rompí.