En menos de tres horas había logrado conseguir los ítems exóticos que Adrián me había solicitado, tal cual lo había deseado. Me había enfrentado a una aventura y reto del que salí victoriosa, por lo tanto me merecía un elogio o agradecimiento, un bono por rendimiento no estaba tan mal tampoco. No obstante, Adrián me ve en esa mirada de superioridad y burla que me provoca darle algunas amistosas pataditas. Recuperándome de mi casi caída, me paro lo más recta que puedo y le afirmo, que yo sí tengo todo bajo control. O eso pretendo. —Controladísimo. Como muestra, hice todas las compras — exhibo las bolsas extendiendo mis brazos con orgullo. Adrián pasa de verme divertido a ver las bolsas en una expresión de aburrimiento interminable. Después me señala con la mirada la mesa de café de su