Las terapias diarias iban más que bien, iban sobrehumanamente bien. Palabras mías no fueron, sino las de los especialistas que vieron a la mañana siguiente a mi hermana. Con todos observando no pudo hacer lo de pasarse de la silla de ruedas a otro asiento, pero sí la veía más emocionada y sus brazos… tenían una mejor movilidad. Estaba regocijante de energía, y lo estuve más cuando Adrián me escribió diciendo que tendría clases para lo de su postgrado toda la mañana. Por lo que me pude quedar en la terapia completa de mi Jaz. Supe que se esforzó mucho esta mañana, me lo dijo la terapeuta. Que había practicado mucho los movimientos porque quería enseñármelos. No sabía si era que estaba más sensible que nunca, pero lloré una vez más al verla tan entusiasmada. Seguida de eso fui a la hor