13. KOLYBEL’NAJA

2626 Words
Nicolay Han pasado algunos meses encontrándonos ahora en otoño, un punto perfecto del mes de noviembre para ser más exactos. En este tiempo mis gemas y yo hemos recorrido la ciudad poco a poco, tomamos muchas fotos, caminamos por diversos lugares como parques, el metro, palacios, en fin, creo que hemos barrido cada esquina de cada sector de la ciudad. En septiembre también hicimos un receso del excesivo frío de Rusia para trasladarnos a Nueva York a celebrar la boda de Livi y Marcus, además del cumpleaños de ella y el de Taylor, fueron dos semanas increíbles en las que aprovecharon bastante su tiempo con toda la familia. Así mismo, mis gemas se han acoplado muy bien al país, la única dificultad es el idioma, pero poco a poco van aprendiendo con ayuda de todos en casa, se han vuelto buenas amigas de los hijos de Brie y Morozov, juegan bastante con ellos, van a la misma escuela e incluso se han metido en algunos problemas por peleas, unas las cuales se han generado porque hay chicos que se burlan de ellas o amedrentan contra los otros y mis hijas los protegen. También en casa me he asegurado que reciban clases particulares para que practiquen defensa personal, Vicky por su parte también asiste a clases de gimnasia y Lily a ballet, siendo ambas muy buenas en sus prácticas, conmigo refuerzan su entrenamiento en combate y defensa personal, así como también he estado pensando en enseñarles a disparar armas pequeñas, algo que consulté con mi zarina quien estuvo de acuerdo, pero eso será dentro de un tiempo cuando estén más grandes. La verdad no es algo que me agrade realmente, si por mi fuera mantendría a mis hijas alejadas de la muerte y el peligro, pero sé que siendo las herederas del cabecilla más importante en Rusia no tengo otra opción, ya que renunciar a ellas es algo que no pasará nunca. Lo otro que también me ha parecido curioso y a la vez me deja tranquilo, es que se han ganado el afecto de Brie y Morozov rápidamente, pero también al personal de seguridad y mantenimiento, ellas tienen una forma increíble de hacerse querer por todos, a la vez que tampoco entregan su confianza de buenas a primeras. Lo que también me alegra, es que hasta ahora siguen teniendo una mentalidad de niñas y no piensas en novios ni chicos más allá de verlos como amigos o idiotas, así que podría decirse que varios son los afortunados en seguir con vida. Pero aun cuando suene todo maravilloso no quiere decir que así haya sido cada día durante estos meses, puesto que al separarnos y en especial cuando debía salir de viaje, mis pequeñas se preocupaban bastante por mí, a veces incluso me esperaban dormidas en la sala o en mi habitación. Cuando era la primera opción, solía cargarlas a la vez entre mis brazos y las llevaba a mi recámara donde las dejaba acostadas, luego tomaba una ducha para que no sintieran ningún olor desagradable y una vez cambiado las acompañaba, siendo justo en ese punto donde ellas despertaban y se hacían a un lado para que durmiera entre ellas. Brie solía decirme que no las dejara dormir en mi cama para que no se mal acostumbraran, pero la verdad quien lo hizo fui yo, era tanto mi miedo de perderlas o de no volver a casa, que necesitaba el calor de ambas para sentirme otra vez tranquilo. Igual sé que se sienten de la misma forma, porque cada noche que paso en casa hablo con ellas antes de dormir, me gusta escuchar lo que hicieron en el día y lo que tienen planeado para el día siguiente, también me comentan sus miedos, sus sueños, son tantas cosas que a veces no me alcanza el tiempo para escucharlas todas, pero siempre son un tesoro para mí. Es por eso que dejé una grabadora escondida, la cual activo cuando estoy con ellas para escuchar después esas charlas que tenemos, siendo sus voces el bálsamo de mi corazón las veces que salgo de viaje, o cualquier otro instante que las tengo lejos y anhelo estén conmigo. A veces siento que soy otro hombre cuando estoy con ellas, es como si mis hijas sacaran lo mejor de mí, aquello que me enseñó mi madre desde niño, que resguardó mi padre a pesar de los horrores que viví y que mi zarina incrementó con su amor, tal vez no sea tan malo tener un corazón y más cuando lo entregas a la persona adecuada. Lo otro que mis gemas también han cambiado en mí es el hecho de consentirlas como lo hago, la verdad es que nunca me imaginé hacer lo que he hecho por ellas en secreto, tanto por evitar las burlas, como el hecho de que sentía vergüenza de que alguien lo descubriera, pero la verdad es que contraté a varios estilistas y diseñadores de imagen para que me enseñaran a arreglarlas, muchas veces querían hacerse algunas cosas que veían en la televisión o revistas y contratar a alguien salía más demorado, asi que opté por aprender. Así, cada mañana una vez están con sus uniformes puestos, voy a la habitación para asegurarme de que estén bien arregladas, desenredo sus cabelleras, paso un secador y hago diferentes peinados, al comienzo ellas me vieron sorprendidas, pero les pedí que guardaran el secreto que ahora se tornó en un hábito, lo más hermoso es que una vez terminaba de peinarlas, me daban un beso doble en las mejillas que aceleraba mi corazón hasta sacarme una sonrisa que me sonroja. Son esos momentos los que significan tanto para mí y que atesoraré todavía más cuando crezcan y se aparten de mi lado, porque aun cuando me duela sé que eso ocurrirá algún día y para mi desgracia, fueron ocho años de vida los que me perdí, unos donde nunca veré sus primeros pasos, el primer diente caído, cargarlas siendo unas bebés, cosas que me sacan más de una dolorosa lágrima solo de pensarlo. -Romanov reacciona –escucho que chasquean unos dedos frente a mí sacándome por completo de mis pensamientos. -¿Qué ocurre? -Eso pregunto yo, llevo un buen rato llamándote para decirte que vamos a aterrizar ¿Está todo bien? -Sí, solo pensaba en las gemelas y en todo el tiempo que ha pasado hasta ahora desde que llegué con ellas. -Bueno, ya no tendrás que pensar mucho más en eso ahora que volvimos a casa, dentro de poco las verás. Vestí mi abrigo y esperé al aterrizaje, estaba ansioso por llegar a casa para verlas otra vez, había comprado varias cosas que vi en Polonia y Kazajistán y anhelaba verlas abrir sus regalos, lo bueno es que el camino se me hizo bastante corto, así que en cuanto llegamos, salí rápidamente del auto con todo e ingresé a la casa, Brie estaba en la cocina preparando la cena, pero me extrañó el ver una olla con un poco de caldo. No obstante, me negaba a creer lo peor, pero Brie no tardó en confirmar mi sospecha levantando mi angustia en cuestión de segundos. -Ayer estuvieron en la piscina y con el frío que hizo se resfriaron, ahora están en cama con un poco de fiebre que he ido controlando. -¿Qué? ¿Por qué no me dijiste nada? –pregunté con la angustia a flor de piel. -Porque ellas me pidieron que no lo hicieran para que te concentraras en tu trabajo y la verdad me pareció una petición razonable, igual he estado todo este tiempo con ellas. -Maldición Brie son niñas de diez años, ¡son mis hijas maldita sea, necesito saber lo que ocurre en sus vidas siempre! –grité eufórico y nervioso ante la situación. De pronto me olvidé de toda la felicidad que traía, solté las cosas en la barra que había en la cocina y me dispuse a ir a la habitación de ellas, pero una mano sostuvo mi brazo deteniéndome en el acto. -Si vas a verlas te calmas primero Nicolay, ellas están durmiendo y no pueden verte entrar como un loco o pensarán lo peor. Ahora… –colocó algunas cosas en una bandeja y me la entregó sin más. –ve con ellas, llévales eso y asegúrate de que se coman todo, les ayudará a subir las defensas, después que tomen el medicamento para bajar la fiebre, humedece el pañuelo en el agua y lo colocas en sus caras ¿entendido? Sin darme tiempo a responder me fue sacando a empujones de la cocina, pero poco me importó puesto que ahora necesitaba ver a mis pequeñas. Al llegar a la habitación abrí con cuidado encontrándolas dormidas, en sus rostros se veían que estaban mal, sudaban mucho y sus mejillas se encontraban sonrojadas por la fiebre, esa imagen me hizo sentir un nudo en el estómago. Dejé la bandeja a un lado para sentarme en la cama y pasé mi mano por sus caritas sintiendo cómo ardían, así que tomé los pañuelos humedeciéndolos a la vez y pasándolos con mucho cuidado, me sentía impotente al verlas de esa forma, incluso, y por muy ridículo que suene, tenía ganas de llorar. Ellas abrieron sus ojos e intentaron sonreír, pero al hablarme para saludarme como siempre, noté que estaban un poco afónicas e intentaban tragar como si tuvieran la garganta seca, así que tomé el vaso con agua y las ayudé para que bebieran de a poco, a veces olvido que la Bratva no es lo único que puede llegar a lastimarlas. -Perdón por no darte la bienvenida como siempre, queríamos estar bien para ti –dice Lily rompiéndome el corazón en mil pedazos. -Incluso habíamos preparado una sorpresa, pero si no te importa darnos unos días para dártela, o al menos hasta que podamos levantarnos –maldición, Vicky sí que sabe rematar con fuerza. -Olvídense de eso, ustedes son más importantes para mí y quiero que estén bien, quiero que se recuperen, por ahora intenten sentarse para que coman algo y tomen el medicamento. Ellas lo hicieron y les di de comer una a una, me aseguré de que no dejaran nada y tomaran su medicación según las indicaciones, después las cargué de a una con cuidado para fueran al baño y las regresé a la cama asegurándome de cubrirlas bien. -¿Puedes dormir con nosotras aunque sea un ratico? Ellas no tenían que repetirlo, es que el solo hecho de hacerlo ya era un insulto. Les pedí que me esperaran en la cama en lo que me daba un baño rápidamente, a pesar de todo me gusta estar aseado para ellas, que siempre graben un buen aroma de su padre, así como Rag lo hizo tantas veces, de esa forma sentía que echaba raíces más profundo en el corazón de ambas. Ellas no se negaron y quedaron nuevamente en la cama, fui rápidamente a mi habitación para darme un baño en lo que le marcaba a Livi para saber qué darles a mis gemas, sé que ella es experta en estos casos y creería ciegamente en todo lo que me indicara. Tras hablar con ella, le pedí a Brie que consiguiera las cosas e hiciera la receta de Livi tal cual la había enviado, entré a ducharme y me cambié rápidamente con un pantalón largo y una camiseta. Estaba tan perdido en mis pensamientos por la enfermedad de mis hijas, que me sobresalté un poco al salir y encontrarlas en el sofá de mi cuarto sin abrigo alguno. -¿Qué hace aquí si les dije que iría en un momento? -Solo queremos estar contigo. ¿Por qué esas tres mujeres tienen que ser mi mayor debilidad? Y lo peor de todo es que saben cómo manejarme por completo con una sola palabra, un gesto o simplemente con respirar. Retiré un poco la cobija de la cama, después fui por ellas al sofá para cargarlas en cada brazo, sintiendo la calentura de sus rostros en mi cuello y hombros, las dejé con sumo cuidado en la cama abrigándolas bien. -No te vayas por favor, quédate con nosotras. -No me iré, solo avisaré a Brie que se quedarán esta noche conmigo, le pedí que hiciera un remedio que me dio Livi y quiero que lo traiga cuanto antes. Yo me quedé en una silla junto a la cama esperando por Brie quien apareció quince minutos después con la medicación, luego se retiró y di el brebaje a las niñas tal y como indico Livi, según dijeron no sabía tan mal, pero si era un poco fuerte, igual lo bebieron todo y lo dejé a un lado de la cama para darles la siguiente dosis en unas horas. Retiré nuevamente la cobija y ellas se abrieron paso para dejarme en la mitad como siempre, se acomodaron en mi pecho y nos abrigué bien para que el frío no las enfermara más, aunque igual en la casa teníamos calefacción, lo que les ayudaba bastante. Coloqué mis brazos alrededor de cada una y acaricié sus rostros, se veían más tranquilas, en ocasiones cerraban sus ojitos sonriendo ligeramente y se acomodaban mejor sobre mí oliendo mi perfume, uno el cual estaba acompañado de menta y eucalipto, una mezcla que aprendí bien de mi zarina para casos como este. El verlas más tranquilas me contagió por completo, sentí que mi corazón latía despacio, es como si no quisiera despertarlas con el bombeo de cada latir. Entonces, entre esas paredes, me dejé llevar y comencé a cantarles una canción de cuna que solía cantarme mi madre, siempre lo hacía cuando estaba enfermo regalándome una sensación de paz indescriptible. -Я провожал тебя дома под звуки птицы Ты засыпала на моих коленях А я стучался в бабушкины двери Я прохожу видишь' коридор, а ты всо спишь' «Не вставай, малыш», — ты мне говоришь. (Te acompañé a casa, al cantar de los pájaros. Te quedaste dormida en mi regazo y yo tocando la puerta de la abuela. Caminando por todo el corredor aun seguías dormida. «No te levantes bebé», – fue lo que me dijiste). -Возьми меня, люби меня, укрой Игрушка пеленой, что мы с тобой создали вдвоем. Возьми меня, люби меня, укрой Игрушка пеленой, что мы с тобой создали вдвоем. (Tómame, ámame, escóndeme. El lienzo que nosotros dos construimos. Tómame, ámame, escóndeme. El lienzo que nosotros dos construimos) Ellas levantaron sus rostros un poco sorprendidas al escucharme, había un hermoso brillo en sus ojos que me hizo sonreír y ellas copiaron el gesto. Cada palabra iba acompañada de una caricia en ellas, cada gesto era una muestra del amor tan profundo que sentía por ellas y este amor es uno que no albergaba por nadie más que no sea mi familia. -Свет Фонарей Гуляет По Улице Смотри же мне в глаза, обо всем я тебе рассказу И колыбельную тебе спою, смотри же мне в глаза И где в них добра? ¿где в них добра?. Возьми меня, люби меня, укрой Игрушка пеленой, что мы с тобой создали вдвоем. (La luz de la linterna se refleja por la calle. Mírame a los ojos, te diré todo y te cantaré una canción de cuna, sólo mírame a los ojos ¿y dónde está la calidez en ellos? ¿dónde está la calidez en ellos? Tómame, ámame, escóndeme. El lienzo que nosotros dos construimos). Al terminar la canción mis gemas me abrazaron con un sentimiento profundo, especial. Las resguardé más en mi cuerpo como queriendo acomodarlas en mi corazón para que nada les pasara, entonces volví a cantarles y cayeron profundamente dormidas, pero a diferencia de cuando llegué, esta vez sonreían tranquilas como otras noches y caí dormido con ellas retornando mi vida entera en medio del tesoro más sagrado del mundo.
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