Max
Desperté muy temprano, me fijé en el reloj que eran las siete de la mañana y decidí levantarme, mi sirena aun dormía profundamente después de todo lo que hicimos anoche, Alex estaba en la ducha así que procedí a hacer lo mismo, no dijimos nada para evitar despertarla, después me entregó una bata y fuimos a otra habitación donde estaban nuestras maletas y nos cambiamos.
Me coloqué un jean gris con camiseta azul clara sencilla y botines negros, Alex tenía un jean azul, zapatillas negras y camisa blanca, nos dirigimos a un jardín externo que tenía una piscina muy lujosa, ya tenían preparada en una mesa jugo, fruta, café, tostadas y demás platos para desayunar, era todo un banquete de reyes.
Comimos mientras conversábamos de nuestras vidas y trabajos, cuando al cabo de un rato, aparece un hombre con cara de pocos amigos que cargaba a un pequeño en brazos, nos saludó y se presentó como Iván Voylkova quien era el guardián y niñero del pequeño, cosa que me sorprendió ya que por lo general suelen contratar mujeres, pero en fin, cada familia en lo suyo.
Alex se levanta para tomar en brazos al pequeño, toma asiento e Iván se nos une para comer quedando junto a Alex, el pequeño empieza a despertar haciendo unos ruidos bastante tiernos, pero cuando se gira para verme quedo impactado al ver que es la viva copia de Ragnar, excepto por sus ojos que son azules como los de Alex, mas su mirada es tan intensa y fría como la de ella, mejor dicho, es como verla a ella.
-Max, quiero presentarte a la persona más importante de mi vida además de mi ángel, él es mi hijo David Alessandro D’Angelo, mi otro tesoro.
Su rostro se ilumina solo con decir esas palabras, el pequeño se queda analizándome y siento como si fuese ella la que me ve, es una sensación sumamente extraña.
-Es hermoso Alex, te felicito ¿qué edad tiene?
-Dos años y tranquilo dilo con confianza, sé lo que pensaste en cuanto lo viste porque también lo pensé el día que nació –río un poco avergonzado.
-Lo siento, es solo que el parecido es impactante.
-Sí, así es, más tarde te cuento esa historia, y desde ya te pido una disculpa por lo que está a punto de pasar.
Me quedo extrañado por sus palabras, sigo su mirada tan seria hacia el pasillo y veo venir hacia nosotros a una mujer de cabello rubio con un vestido que no deja mucho a la imaginación, la típica chica plástica de papá.
-Alex ¿por qué no llegaste anoche a casa? ¿y qué es eso de mandar a traer a Sandro a la mansión de la playa sin decirme?
No sé si es solo por apariencia o en verdad está un poco afligida, sin embargo, noto que él no le da importancia alguna y su forma de responder es fría.
-No tengo que decirte nada de lo que haga con mi vida o la de mi hijo y será mejor que te marches, tengo invitados por atender.
-¿Cómo te atreves a hablarme así? Soy tu esposa Alexandre ¿acaso eso no significa nada para ti? -ella le reclama aún más fuerte haciendo que esto se ponga muy incómodo.
Alex le entrega el pequeño a Iván y se acerca a ella de tal forma que pareciera la asesinará ahí mismo.
-Si no quieres que te hable de esa manera entonces modera tu tono y deja de meterte en mi vida Katherina, ahora me encuentro con mis invitados Ragnar y Massimo, así que no quiero verte en este lugar, vete.
Ella queda impactada y es obvio el motivo, no dice nada más y se va corriendo en lo que él regresa a la mesa con nosotros.
-De nuevo me disculpo por eso Max, hubiese preferido que se conocieran en otras circunstancias, pero las cosas son como son. Ella es Katherina Viandi; mi esposa por conveniencia, pero está “enamorada” de mí y no se saca esa idea de la cabeza por mucho que la rechace.
-Intenso, pero no era necesario contarme todo eso, no te preocupes.
-Sí lo era, es mejor prevenir pues con Katherina nunca se sabe, es una buena mujer, pero es muy impulsiva y eso genera problemas, y de no ser por un acuerdo no estaría con ella, pero al menos le agradezco que en todos sus actos impulsivos pudiera darme a David, él es lo mejor que me ha obsequiado.
No hizo falta preguntar por dicho acuerdo puesto que Ragnar ya me había comentado sobre eso, al menos me alegra saber que tiene un gran cariño por su hijo, aunque es entendible el motivo.
-Pero él no es hijo de ella ¿no es así?
-No, debieron extraer sus ovarios así que hizo el tratamiento por in vitro.
Justo cuando estaba a punto de preguntarle por la donante, aparece Ragnar con un hermoso vestido blanco corto sin zapatos, se ve tan fresca y radiante que nos saca una sonrisa a todos, y a la vez, nos impactamos al escuchar la voz de cierto pequeño gritar a todo pulmón.
-¡Mutter!
Me quedo mirándolo extrañado, el pequeño repite esa palabra con mucha felicidad, es como si fuese otro completamente diferente al que vi hace un instante.
-¿Él acaba de decirle mamá en alemán? –pregunto extrañado y Alex voltea sus ojos haciendo una mueca de fastidio.
-No me lo recuerdes, no sé de dónde saca el alemán, es un pequeño muy inteligente; pero nadie le enseña ese idioma -…¿y se supone que lo más extraño es que hable alemán y no que le diga madre?...
Ragnar al acercarse a nosotros nos saluda dándonos un beso a Alex y a mí, a Iván lo abraza como si fueran viejos amigos y apostaría que lo son, mientras tanto, el pequeño reclama su atención haciendo pucheros que lo hacen ver entre gracioso y tierno.
Ella se queda mirándolo una vez se separa de Iván y él se va calmando hasta que se asoma un sonrojo en sus mejillas… no sé cómo logra ese efecto en los hombres. Él esquiva su mirada un poco tímido y ella lo toma en brazos, se quedan mirando nuevamente sin él quitar ese sonrojo y la abraza con ternura.
Es increíble verlos juntos, de verdad parece su madre biológica, no solo por el parecido sino por la actitud, la conexión que ambos desprenden es surreal y ese abrazo se ve como si siempre la hubiera esperado.
-Siéntate ángel, debes tener mucha hambre, disfruta de lo que quieras que hay suficiente para todos -dice Alex acomodando una silla para que ella quede entre nosotros.
-Gracias, y gracias también por esconder mi ropa, se nota que querías vengarte por lo de anoche.
-Ojo por ojo ángel -le dice Alex guiñándole un ojo.
-Señor, iré a acomodar las cosas del pequeño, si necesitan algo avísenme. Un placer volver a verla Srta. Wintar -ella sonríe y asiente.
-Gracias Iván, si lo deseas puedes tomarte el resto del día que yo me haré cargo de David por hoy -Iván asiente y se va dejándonos en una escena muy familiar.
-Estaba pensando, ya que están aquí podríamos pasar el día en la playa ¿qué dicen?
-Por mí no hay problema, todo depende de ti noche.
-Excelente plan el que se armaron ¿ahora se volvieron mejores amigos?
-Después de lo de anoche diría que somos más que eso –contesto.
La veo comer con David en brazos y una emoción muy grande nace de mi pecho, un deseo de querer que fuese nuestro hijo. Tengo envidia de Alex por esto, sé que ella no es su madre, no puede tener hijos, pero el parecido es tal que me hace pensar en muchas cosas. El pequeño por su parte no hace más que sonreírle y hacerle caras tiernas dándole de comer y repitiendo las palabras –Mutter- y –Obst (fruta)- para que ella le dé fresas.
-Se supone que hoy viajaríamos a Cosenza, pero si no tienes problema está bien, vamos a la playa.
-Mutter, strand.
-¿También irás a la playa con nosotros? -pregunta a David con una hermosa sonrisa y él asiente con su cabeza muy alegre.
-De acuerdo, irás si me regalas una frase completa.
Alex y yo nos miramos extrañados por esa petición y David la mira con una sonrisa pícara.
-Ich liebe dich sehr. Mutter, ich möchte mit dir im meer sein (Te quiero mucho. Mamá, quiero estar contigo en el mar) -dice un poco avergonzado, pero sumamente feliz.
Eso no lo vimos venir ninguno de los dos, Alex y yo nos miramos bastante sorprendidos por la fluidez con la cual habla el alemán, pero lo extraño es que ella no parece sorprendida, por el contrario, le sonríe con mucho orgullo.
-¿Dónde aprendiste eso David? -pregunta Alex.
El pequeño tiene una cara de picardía que no se la quita nadie, mira de nuevo a Rag, le da un trozo de fruta con su mano y ella la recibe dejando un beso en sus dedos que lo hace más feliz. Es como si ellos dos tuvieran tantos secretos y nosotros nos volviésemos ajenos a su mundo.
-Mejor termina de desayunar angelo, necesitarás mucha energía para la playa.
(…)
Ragnar
En cuanto vi esos ojos azules frente a mí sentí que todo desaparecía a mi alrededor, mi corazón latió desenfrenado y más al ver ese sonrojo en sus mejillas, al tomarlo en mis brazos y perdernos en la piel del otro, era el paraíso, mi pequeño estaba de regreso en mis manos.
Después del desayuno nos fuimos a cambiar para ir a la playa, pero mi pequeño no quería desprenderse de mí, Alex al no querer que David llorara (pues ya estaba a punto de hacerlo cuando él lo tomó en brazos), decidió que se quedara conmigo en lo que ellos se cambiaban y traían un traje de baño para mí, tenía pensado comprar uno después, pero dadas las circunstancias mi angelo dijo que se haría cargo.
Así, opté por quedarme con David en el jardín interno en lo que Alex y Max iban a cambiarse, pero sé que él lo hizo para que pudiéramos estar mi pequeño cielo y yo a solas. Por eso amo a ese hombre, siempre tiene los detalles más hermosos.
En cuanto llegamos al jardín lo empezamos a recorrer juntos, lo bajé un momento para que caminara a mi lado y viéramos las flores, pero los dos estábamos absortos en los ojos del otro. Por un momento perdí mi vista en el ventanal, esas increíbles olas golpeaban la arena como invitándonos a entrar pronto y ese cielo despejado nos decía que hoy brillaría por nosotros.
Sentí que algo tomaba mi mano, al bajar la mirada encuentro a David muy risueño y me estira una flor que arrancó cerca de donde estábamos, me arrodillé para quedar a su altura y ambos sonreímos ampliamente.
-¿Para mí? –asiente con esa hermosa carita sonrojada y la coloca sobre mi oreja con mucho cuidado -¿Cómo se ve?
-Du siehst wunderschön aus, Mama. Ich habe dich sehr vermisst (Te ves hermosa mamá. Te extrañé muchísimo).
Le extendí mi mano y se lanzó sobre mi pecho para darme otro abrazo con todas sus fuerzas.
-Yo también te extrañé demasiado mi pequeño cielo.
-¿Volverás a irte? -dice un poco triste y ambos nos aferramos más al otro.
Solo nos vimos una vez y fue más que suficiente para tener un lazo único, pero por desgracia esa pregunta nos rompía el corazón a ambos en mil pedazos, me encantaría decirle que no me iré y que me quedaré siempre con él, pero debo respetar el acuerdo que hice, yo entregué a mi hijo y debo pagar las consecuencias, solo me gustaría que se quitara esa idea de que soy su madre para que únicamente se enfocara en Katherina.
-Mi cielo –lo separé un poco de mí para que me mirara a los ojos –por ahora no pensemos en eso, mejor disfrutemos este día con tu padre y con Max y vamos a divertirnos juntos en la playa ¿sí?
-Está bien ¿pero después te irás otra vez o te quedarás? –en serio que él no me lo pone fácil.
-Luego hablaré con tu padre para saber qué pasará, pero por ahora tú y yo tendremos un día especial y hoy seré toda tuya.
En cuanto dije esas últimas palabras su rostro se iluminó más que el sol, esa sonrisa irradiaba la más pura felicidad y ello agrandó mi corazón, realmente quería disfrutar cada segundo a su lado.